Jair Bolsonaro ha sido inhabilitado hasta el año 2030 y no podrá presentarse a las próximas elecciones presidenciales. El Tribunal Superior Electoral (TSE) brasileño declaró este viernes al exmandatario culpable de «abuso de poder político» y «uso indebido de los medios de comunicación» por la reunión, retransmitida por la televisión pública, que celebró en julio del 2022, tres meses antes de las elecciones, con siete decenas de embajadores y diplomáticos de todo el mundo, en la que sembró dudas sobre el sistema electrónico de votación.
«Fue desinformación con el objetivo de ganar más votos y más electores, con un discurso absolutamente mentiroso y radical. Aquí no hay nada de libertad de expresión», señaló el líder del tribunal, el juez Alexandre de Moraes, muy criticado por el bolsonarismo, tras expedir su fallo en una votación que terminó en un resultado de 5-2 contra el exmandatario ultraderechista.
El magistrado dejó claro que la decisión del TSE crea un precedente para futuros comicios y expresó la «repulsa» al «degradante populismo renacido a partir de las llamas de los discursos de odio y antidemocrático».
De Moraes también recordó que el tribunal electoral había absuelto a Bolsonaro en el 2018 por difundir noticias falsas, siendo advertido el líder ultraderechista en esa ocasión que, de repetirse, sería condenado.
«Hace poco tiempo me intentaron matar en Juiz de Fora y me llevé una puñalada en la barriga», señaló el viernes el expresidente, de 68 años, recordando el ataque que sufrió durante la campaña electoral del 2018. «Hoy me llevé una puñalada en la espalda con la inelegibilidad», añadió Bolsonaro, que no podrá optar a cargos de elección pública ni a puestos en la Administración hasta dentro de ocho años.
Defensa del voto impreso
«Creo que ha sido la primera condena por abuso de poder político. Ese ha sido mi único crimen, un crimen sin corrupción. Desde que asumí hablaron de que iba a dar un golpe», abundó Bolsonaro. «¿Eso es un crimen, el abuso de poder político, por defender lo que siempre defendí cuando era parlamentario?», señaló, defendiendo el voto impreso y subrayando que «en política nadie mata ni nadie muere». Desde su implantación, en 1996, las máquinas electrónicas de votación no han estado sujetas a ninguna denuncia de fraude.
La defensa del líder ultraderechista se plantea ahora recurrir al Supremo, donde Bolsonaro tampoco lo tendrá fácil. El exmandatario tiene, además, abiertos otros casos en ese tribunal, como el proceso por su supuesta implicación en el asalto a las sedes de los tres poderes el 8 de enero, llevado a cabo por sus seguidores más radicales.
«No puedo creerme lo que está ocurriendo. Es la primera vez en la historia de la humanidad que un expresidente pierde sus derechos políticos por hablar», dijo el viernes Valdemar Costa, líder del bolsonarista Partido Liberal.
«El tribunal condenó los métodos de la extrema derecha, como la diseminación industrial de mentiras y las amenazas a la democracia», dijo, por su parte, Gleisi Hoffman, presidenta del Partido de los Trabajadores del presidente izquierdista Lula da Silva.
La decisión de los jueces abre el camino para la sucesión de Bolsonaro, una lista en la que están tanto el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, como el de Minas Gerais, Romeu Zema.