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El 'plan Trump' para Gaza Radio Red

 Mientras compartimos la alegría de los gazatíes, debemos ser conscientes de que la voluntad histórica del proyecto sionista de limpieza étnica de Palestina sigue vivo y más fuerte que nunca


Millares de muertos después hay quien celebra el tercer alto el fuego —conocido como 'Plan Trump'— como si fuera el principio del fin del genocidio. Lamentamos no ser tan optimistas y, a continuación, explicamos por qué.

Es evidente que, si todo ocurre como dicen, desde hoy morirán menos niños en Gaza y algo de ayuda humanitaria llegará y disminuirá seguramente el número de muertos por hambre o por enfermedades curables. Lean “Si esto es un hombre” de Primo Levi y sabrán que en los campos de concentración nazis era una alegría que la ración de comida aumentara o que el ritmo del crematorio disminuyera, pero el genocidio contra los judíos no se detuvo hasta la derrota militar de los nazis.

Mientras Israel no sea derrotado política y militarmente, el genocidio va a continuar de una u otra forma, porque el genocidio no es el resultado de la mente perversa de Netanyahu, sino un proyecto absolutamente racional, ejecutado con precisión por la poderosísima maquinaria administrativa y militar israelí, con el apoyo de EEUU. El proyecto de exterminio o expulsión de los palestinos de su tierra cuenta además con el consenso de la mayor parte de la sociedad israelí. Esto es así. Hay algo que todo el mundo tiene que saber e interiorizar: la solución final contra los palestinos no es el delirio de sádicos sin escrúpulos, sino el cálculo político de varias generaciones de dirigentes sionistas —muchos de ellos “progresistas” como Ben Gurion— con una enorme formación cultural, intelectual y técnica. Los genocidios no son la obra de malvados enloquecidos, sino el proyecto planificado de intelectuales refinados asistidos por un cuerpo funcionarial eficaz y por poderes mediáticos alineados. Los genocidios no son necesariamente la excepción en la modernidad. Basta haber leído a Zygmunt Bauman para saberlo.

Mientras Israel no sea derrotado política y militarmente, el genocidio va a continuar de una u otra forma, porque el genocidio no es el resultado de la mente perversa de Netanyahu, sino un proyecto absolutamente racional

Cuando los israelíes juzgaron y ejecutaron al funcionario alemán Eichmann y cuando Hannah Arendt describió aquel juicio explicando qué era la banalidad del mal, estaba anticipando una paradoja estremecedora: que algunos de los descendientes de los judíos europeos exterminados por otros europeos, llevarían a cabo una operación de exterminio igual de atroz, con la diferencia de que exterminar árabes no afecta tanto a las conciencias occidentales. Al menos mientras las imágenes de niños despedazados nos llegan cada día a nuestros teléfonos. Este detalle sobre el origen de los exterminadores no es menor. La clave que hace más horrible para nosotros —occidentales— el holocausto nazi respecto a los holocaustos del colonialismo, es que en aquella ocasión no se trataba de europeos exterminando indígenas, sino de europeos exterminando a otros europeos fueran estos judíos, gitanos, comunistas u homosexuales. ¿Saben por qué nuestras televisiones siempre entrevistan al portavoz de las fuerzas de defensa de Israel Roni Kaplan y nunca entrevistan a un portavoz de Hamas? Porque por mucho que los crímenes del ejército israelí superen con creces a los cometidos por Hamas, Kaplan es un uruguayo, un blanco occidental como nosotros, mientras que los portavoces de Hamas, que son la autoridad votada por los palestinos de Gaza, son árabes.

¿Durará esta tregua de Trump? Con la primera tregua de 2023, Israel obtuvo 105 rehenes israelíes a cambio de 280 palestinos. Con la segunda, este mismo año, llegaron más intercambios pero poco más. ¿Respetará Israel mucho tiempo este acuerdo? Ojalá, pero cabe albergar dudas.

Es lógico que la resistencia palestina acepte el plan de Trump. Su pueblo y sus combatientes necesitan más oxígeno que nadie, pero es poco probable que los jefes de las facciones armadas palestinas se crean que esto va a durar mucho. Porque el problema no es solo el ritmo del genocidio sionista; el problema es la ocupación, el apartheid y el no reconocimiento de una soberanía palestina real. El problema siempre ha sido Israel y su dirección de Estado sionista. Como dice Olga Rodríguez, “el plan Trump pide el desarme de Hamás pero no de la parte que comete el genocidio.” La periodista más valiente de su periódico recuerda además una contradicción tan dolorosa como clarificadora: “Hoy circulan imágenes del último alto el fuego cuando el conocido periodista Anas Al Sharif se quitó el casco en directo, celebrando el acuerdo. El genocidio siguió y él y miles más fueron asesinados por el Ejército israelí en los meses siguientes. Nuevamente, esto es solo el principio. El plan Trump no contempla el fin de la ocupación colonial ni del régimen de apartheid. Separa el destino de Gaza del de Cisjordania y Jerusalén Este. Tampoco incluye reconocimiento a la soberanía palestina.”

El problema no es solo el ritmo del genocidio sionista; el problema es la ocupación, el apartheid y el no reconocimiento de una soberanía palestina real

Con estos mimbres y siendo conscientes de que la voluntad histórica del proyecto sionista de limpieza étnica de Palestina sigue vivo y más fuerte que nunca, hoy toca compartir la alegría de los gazatíes ante el cese temporal de las bombas y la posibilidad de volver a lo que queda de sus casas, pero es también obligación de todas nosotras mantener todos los ojos en Gaza y también en Cisjordania, así como la tensión y la movilización en las calles. Muchos pretenderán convencernos de que esto se acabó, pero los mismos poderes que llevan masacrando a los palestinos desde hace más de 70 años no tienen ninguna intención de cejar en su empeño y solamente con el apoyo comprometido y contundente de miles de millones de personas decentes en todo el mundo los vamos a poder parar. Las bombas han dejado de caer momentáneamente, sí, pero aún queda todo por hacer para que algún día Palestina pueda ser libre desde el río hasta el mar.