Se intenta imponer la represión y la indiferencia frente al sufrimiento ajeno. La responsabilidad de reaccionar.
Foto: Edgardo Gómez
Nos están imponiendo una “normalidad” en la que la violencia estatal, la represión y la indiferencia frente al sufrimiento ajeno se presentan como hechos naturales. Lo que ayer era intolerable, hoy se convierte en paisaje cotidiano.
La naturalización de la violencia
A fuerza de repetición, los sistemas democráticos de Occidente se deslizan hacia regímenes policiales que hostigan a sus propios pueblos. Lo que se inició como un voto de confianza en gobiernos elegidos, se transforma en un Estado hostil que golpea, encarcela y reprime a la ciudadanía. Este proceso erosiona los lazos de comunidad, impide la solidaridad y convierte la protesta legítima en delito. La violencia estatal deja de ser excepción y se vuelve parte del orden de las cosas.
De Gaza a nuestras calles: un espejo global
El genocidio en Gaza, las deportaciones ilegales en Estados Unidos y Europa, las cárceles masivas en El Salvador y el impulso a “cárceles VIP” en la Argentina revelan un patrón global. No son hechos aislados: son expresiones de un mismo modelo que concentra riqueza, controla a la población mediante la represión y busca adormecer a las sociedades con drogas, noticias falsas y redes sociales administradas por los mismos poderosos que se benefician de este sistema.
Una Argentina más humana
La violencia no es normal. La represión no es normal. Tampoco lo son la discriminación ni la persecución por ideas, religión o color de piel. Frente a esta nueva normalidad neoliberal, las fuerzas democráticas tienen la responsabilidad de reaccionar: organizarse, movilizarse y volver a ocupar las calles. El tiempo de hacerlo no es mañana. Es ahora.

Foto: Antonio Becerra
fuente: Tiempo ar.