ONU mantiene una posición contraproducente; si bien es cierto que ha mantenido su posición firme en cuanto retórica, que no práctica, lo que le ha granjeado varios enfrentamientos con Marruecos, no obstante el problema de esto es que la firmeza de su discurso es completamente contrapuesta a su papel en el terreno, por lo tanto su posición es contraproducente, convirtiendo sus prórrogas en meras extensiones técnicas del conflicto.
Su utilidad como órgano que vela por la paz y seguridad internacionales ha quedado insidiosamente contraria a los valores y principios sobre y por los que se creó. La no imposición de la solución (2003) a Marruecos cuando el Frente Polisario la aceptó aún cuando implicaba ceder, es una de las mayores incógnitas de este conflicto. La pasividad de esta organización frente a las tácticas dilatorias de Marruecos ha perjudicado en doble sentido al pueblo saharaui; por un lado ha mermado su credibilidad y reputación ante ellos, y por el otro permitió al ocupante consolidar su expansión mediante la política de hechos consumados.
Es difícil de explicar cómo Marruecos ha esquivado a la ONU y al derecho internacional desde el primer plan de 1975 (Plan de Waldheim) hasta nuestros días. Estancado además un conflicto que le ha causado ostracismo continental y tensiones regionales. A pesar de todo esto, la ONU sigue sin ver como el estado marroquí actúa violando todas las leyes en detrimento de sus países vecinos, bloqueando el pleno desarrollo de la región del Maghreb con un estado saharaui independiente, con amplias relaciones bilaterales con todos sus vecinos y con hechos demostrables en beneficio de la seguridad regional.
Declaraciones frecuentes, resoluciones repetitivas, reuniones, posicionamientos…sin efecto alguno sobre el terreno. La ONU ha reconvertido su papel a mero espectador con carácter opinólogo, engañándose a sí misma y revelando su propia impotencia práctica.
Por ello, de aquí en adelante, cualquier informe, denuncia o declaración que haga la ONU que no sea la de organizar un referéndum, debe leerse en clave de retraso, ya que solo prolonga la duración del conflicto y todas las anomalías que se derivan de el. Esto no es opinión, es fáctico y lo peor, es que está documentado en sus propias resoluciones.
Es hora de que el pueblo saharaui deje de celebrar resoluciones y comience a celebrar la aplicación de lo dispuesto en dichas resoluciones. Es la mejor opción para ambos, la mejor para la estabilidad de la región y la de varios países en el sur de Europa que se mantienen callados apoyando implícitamente al régimen marroquí, pero que por imperativos de seguridad nacional se verán obligados a intervenir. A este respecto cabe señalar que el Frente Polisario vincula el fin de la guerra con la celebración de un referéndum de autodeterminación, esto es; cumplir la legalidad internacional. No hay más, falta que la ONU lo ordene y Marruecos lo acepte, pero antes que nada falta voluntad política, esa que tanto escasea por los ambientes de la MINURSO y todo lo relacionado con la cuestión del Sáhara Occidental.