Responsable de Solidaridad Internacional de Izquierda Unida.
La cumbre de la OTAN celebrada en La Haya (24-25 de junio) no fue un encuentro entre aliados, sino un ritual de sumisión. Una grotesca escenificación de vasallaje en la que los líderes europeos actuaron como cortesanos ante un Trump envalentonado tras el bombardeo de Irán, por orden de Netanyahu. En la declaración final de la cumbre no aparece ni una mención al genocidio que Israel perpetra en Gaza. Europa conoce perfectamente el papel de Estados Unidos como financiador y facilitador del proyecto colonial israelí, incluyendo la anexión ilegal de territorios y el mantenimiento de un régimen de apartheid. Pero también sabe que ella misma ha colaborado activamente, manteniendo un Acuerdo de Asociación con Israel y financiando proyectos que sostienen a empresas responsables de la fabricación de drones y armamento utilizado contra el pueblo palestino.
Mientras impone sanciones a Rusia, China o Irán, la Unión Europea no se atreve a aplicar ni una sola medida contra Tel Aviv. La subordinación de la política exterior europea a los dictados de Washington ya ni siquiera se disimula, aunque ello implique ir contra los intereses de la propia ciudadanía europea. Las conclusiones de esta cumbre lo dejan claro: la OTAN no es una alianza defensiva. Es el brazo armado del imperialismo estadounidense, una máquina que erosiona la soberanía, empobrece a los pueblos y perpetúa la guerra.
Masajeando el ego imperial
La imagen dominante de La Haya fue patética: una cohorte de jefes de Estado intentando apaciguar los caprichos de Trump, cuya política exterior se reduce a ejercer de agente comercial agresivo del complejo militar-industrial. La exigencia de destinar el 5% del PIB al gasto militar no es una propuesta; es una orden imperial. La amenaza directa a España —"le haremos pagar el doble"— por la resistencia inicial de Pedro Sánchez no es una excentricidad, sino el método habitual de una OTAN convertida en proyecto mafioso.
Trump impone, y los gobiernos europeos acatan. Y lo que impone es una crisis económica y social sin precedentes. Para entender el impacto, basta comparar: España dedica el 4,7% del PIB a educación, el 6,5% a salud y un 0,15% a vivienda social. El 5% exigido para defensa supone desviar recursos masivos hacia una industria de la muerte. Incluso el 2,1% que Sánchez ha aceptado, lejos de ser una victoria pragmática, es una claudicación que normaliza la lógica del rearme.
Sánchez: táctica, límite y la trampa del porcentaje
Sánchez ha convertido la amenaza de Trump en una oportunidad para proyectarse como resistente. Pero aceptar el 2,1% es asumir la premisa del rearme como inevitable. El verdadero debate no es sobre el porcentaje, sino sobre el modelo de seguridad: o seguimos invirtiendo en guerra o apostamos por construir seguridad humana con derechos, bienestar y justicia social.
¿Quién gana con la OTAN?
La industria armamentística estadounidense. Lockheed Martin, Raytheon, Northrop Grumman y otras corporaciones se benefician del miedo convertido en gasto militar. Cada euro que dedicamos a la OTAN es una transferencia de riqueza hacia sus cuentas de beneficios. Y mientras tanto, en España, se agrava la crisis de la vivienda, la sanidad colapsa y las pensiones están permanentemente amenazadas.
El debate del 5% frente al 2,1% es una trampa. No se trata de cómo ni cuánto gastar en defensa, sino de romper con la premisa misma del rearme. Es urgente invertir en sanidad, educación, vivienda, dependencia, transición ecológica y empleo digno. Eso es seguridad humana. Eso es futuro.
La OTAN: una alianza de muerte
La trayectoria de la OTAN está manchada por la violencia y la ilegalidad: Yugoslavia, Afganistán, Iraq, Libia... millones de víctimas. No ha traído paz, sino destrucción. No defiende a Europa: la convierte en rehén de los intereses del Pentágono. En España, las bases de Rota, Morón o Bétera son la prueba física de esa subordinación. No hay soberanía real con armas extranjeras apuntando desde nuestro propio territorio.
Dumping fiscal a golpe de chantaje
Trump no solo protege su industria militar: impone ventajas para sus multinacionales a base de amenazas. En el G-7 ha logrado eximir a las corporaciones estadounidenses del impuesto mínimo global del 15%. Meta, Apple o Amazon podrán seguir evadiendo impuestos mientras el resto del mundo compite en desventaja.
Este pacto normaliza un dumping fiscal y social intolerable y desmantela los principios básicos de justicia económica. No hay cooperación internacional posible bajo chantaje. La política global no puede seguir funcionando como una mafia.
Frente al matonismo, soberanía
Frente al chantaje, elegimos dignidad. Frente a la sumisión, elegimos soberanía. Frente a la OTAN, elegimos paz.
Reivindicamos:
1. Salida inmediata de la OTAN, para recuperar el control sobre nuestra política exterior y de defensa.
2. Desmantelamiento de todas las bases militares extranjeras, por dignidad, por seguridad y por soberanía.
3. Congelación y reducción del gasto militar, destinando esos fondos a prioridades sociales y ecológicas.
4. Una política exterior de paz y justicia, basada en:
- Respeto al Derecho Internacional y a la Carta de la ONU.
- Mediación diplomática y resolución pacífica de los conflictos.
- Cooperación solidaria y desarme.
- Construcción de un mundo multipolar sin bloques agresivos ni nuevas versiones de la Guerra Fría.
- Condena inequívoca del genocidio en Gaza y de todas las agresiones imperialistas.
"OTAN NO, BASES FUERA" no es un eslogan del pasado. Es una urgencia del presente. Porque cada euro para la guerra es un euro robado al bienestar. Porque cada base extranjera es una herida abierta en nuestra soberanía.
Es hora de romper el silencio. Es hora de desobedecer. Es hora de decir con firmeza: "OTAN NO. SÍ A LA PAZ. SÍ A LA SOBERANÍA".
España debe elegir entre la sumisión a los amos de la guerra o la dignidad de construir un futuro propio. Entre el miedo que genera dividendos para unos pocos, o la paz que garantiza derechos para todos.
O guerra, o seguridad humana.