https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/05/20/pensamiento-critico-imaginacion/#:~:text=La%20palabra%20fascismo,etapa%20hist%C3%B3rica%3A%20socialismo.
En el momento actual, de desesperanza construida, atreverse a imaginar escenarios históricos humanos y de cuidado de la vida popular se constituye en un radical desacato contra el mandato del capital delirante y su esbirro de ocasión: el fascismo sigiloso.
«… cuando no estamos en casa, cuando se nos pregunta de dónde somos o quiénes somos, o incluso qué somos, experimentamos un chip, chip, chip, un martilleo en nuestro ser. Experimentar ese martilleo es recibir un martillo, una herramienta a través de la cual nosotras también podemos picar las superficies de lo que se es, o de quién se es, incluidas las categorías mismas a través de las cuales se ha hecho significativo el sujeto.».
Sara Ahmed, Una afinidad de martillos
Me gustaría compartir una oración muy conocida de Lenin que tiene que ver con los sueños. Es tan conocida que la encontramos incluso en algunos memes: “Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía”. Esta frase leninista, tal como la conocemos, y tal como acabo de citarla, no fue escrita por Lenin, pero la idea que sintetiza está en uno de sus textos más emblemáticos. Lenin allí cita a Dmitri Ivánovich Písarev, filósofo nihilista ruso que en la década de 1890 impulsó la tendencia democrática-revolucionaria. La generación posterior a la de Písarev, que participó en el Soviet de Petrogrado de 1905 y en la experiencia revolucionaria de 1917, fue influenciada por él. Entre ellos, Lenin, que lo cita en ¿Qué hacer? (1902).
“Hay diferentes clases de desacuerdos […] entre los sueños y la realidad. Mis sueños pueden rebasar el curso natural de los acontecimientos o bien pueden desviarse a un lado, adonde el curso natural de los acontecimientos no puede llegar jamás. En el primer caso, los sueños no producen ningún daño, incluso pueden sostener y reforzar las energías del trabajador… En sueños de esta índole no hay nada que deforme o paralice la fuerza de trabajo. Muy al contrario. Si el hombre estuviese completamente privado de la capacidad de soñar así, si no pudiese de vez en cuando adelantarse y contemplar con su imaginación el cuadro enteramente acabado de la obra que se bosqueja entre sus manos, no podría figurarme de ningún modo qué móviles lo obligarían a emprender y llevar a cabo vastas y penosas empresas en el terreno de las artes, de las ciencias y de la vida práctica… El desacuerdo entre los sueños y la realidad no produce daño alguno, siempre que la persona que sueña crea seriamente en su sueño, se fije atentamente en la vida, compare sus observaciones con sus castillos en el aire y, en general, trabaje escrupulosamente en la realización de sus fantasías. Cuando existe algún contacto entre los sueños y la vida, todo va bien” (“El error de la idea poco madura”).
Este pasaje de Písarev tiene una vibración aristotélica. De hecho, para Aristóteles, la imaginación (que el viejo filósofo llama phantasía) es una facultad que permite crear imágenes. Imágenes mentales, creadas a partir de sensaciones actuales, o reelaborando imágenes pasadas (o sea, recuerdos) o formando nuevos conceptos generales. Además, la imaginación, para Aristóteles, es una forma de movimiento (kinēsis, le dice). Movimiento que se activa en los seres dotados de sensación. La imaginación está vinculada a la percepción, pero también y sobre todo está nexada a la capacidad creativa. Para Aristóteles implica “un movimiento de la sensación en acto” (De anima, III 3).
***
Estimular algún modo imaginativo alternativo es una tarea y un gran desafío para una fuerza emancipatoria pensante, imaginante y movilizadora que actúe a contrapelo del flujo libidinal del capitalismo. Esto lo ha entendido muy bien el capitalismo porque imaginar el futuro, predecirlo, o sea decirlo antes de que acontezca, es un gran negocio. El capitalismo es experto en elaborar escenarios futuros. Lo hizo históricamente con la ciencia ficción, con el cine más recientemente, y ahora con las plataformas tipo Netflix y con las redes sociales. Con esos aparatos culturales organiza escenas materiales para perpetuar la codicia, esa insaciabilidad depredadora que lo alimenta. Por ejemplo, la industria cinematográfica yanqui, de tipo belicista, ha cultivado en todo el mundo occidental una cultura de aceptación de la guerra. Cuando esta se materializa, cuando se manifiesta en la vida de los seres humanos, ya ha sido aceptada como posibilidad de futuro devenida presente por la acción naturalizante de esos aparatos culturales. La larga serie de películas bélicas norteamericanas naturaliza la guerra, los exterminios y todas las modalidades posibles de la violencia. O sea, prepara el terreno para la aceptación material de la guerra, no cinematográfica sino real. Es por eso que no decimos nada o decimos muy poco ante el acto de exterminio que vemos en Gaza, porque nos han inculcado su aceptación: su naturalización.
***