Tiempo de lectura: 4 min Fallarás se plantea crear un repositorio al margen de las redes sociales después de que Instagram le haya vuelto a suspender su cuenta una semana
Frente a la falta de garantías que ofrecen las redes sociales para proteger el "archivo testimonial" de miles de mujeres, la columnista de Público valora "montar un repositorio universal y público".
Después de una semana de suspensión sin ninguna explicación, Cristina Fallarás ha recuperado su cuenta de Instagram. La plataforma, propiedad de Meta, le notificó que el perfil había sido cerrado por acumulación de mensajes que supuestamente vulneraban las normas de la red, y se le advertía que la revisión del caso podría tardar hasta 180 días. No era la primera vez que ocurría: sucedió tras el #SeAcabó y después del escándalo Errejón.
"Siempre es parecido. Luego te contestan diciendo que lo lamentan y que 'ya puede usted usarla'", explica la escritora y columnista de Público. Pero esta vez el silencio ha durado un poco más y la entidad ni siquiera ha respondido a sus reclamaciones: "No ha habido ninguna comunicación. Les he mandado información, les he pedido explicaciones... pero no se han puesto en contacto conmigo". Solo ha recibido noticias de la plataforma este viernes, y ha sido para comunicarle –disculpa mediante– que su perfil volvía a estar operativo.El contenido de la cuenta de Fallarás lleva años siendo muy parecido y constante, con testimonios anonimizados de mujeres que relatan distintas vivencias, comportamientos y violencias machistas. Ella misma colgó el relato detonante del caso Errejón, que esa misma semana de finales de octubre dio pie a que el exportavoz de Sumar renunciase al cargo, según él, por haber "llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona".
"Es raro que en un momento dado vulnere las normas de Meta porque mi perfil es homogéneo en el tiempo. Lo que cuelgo siempre es lo mismo", valora la periodista. Esa estabilidad contrasta con la volatilidad de un algoritmo de moderación de Meta, sobre el que tiene serias dudas: "Los cambios de parámetros que puedan tener lugar tras la victoria de Donald Trump pueden cambiar varias cosas, sobre todo si se eliminan los mediadores, porque los mediadores son seres humanos con quienes puedes hablar si se está cometiendo un error. Con un algoritmo esto va a ser más difícil".
De ahí que, preocupada por la falta de garantías que ofrecen las redes sociales para proteger el "archivo testimonial", la "memoria colectiva", que ha ido construyendo gracias a la confianza que miles de mujeres han depositado en su perfil, Fallarás se está planteando tomar medidas: "De momento, tengo descargados todos los mensajes y testimonios. Me faltaban los del último trimestre, que los estoy descargando ya". Su objetivo es construir una alternativa al margen de estas plataformas gobernadas por grandes magnates.
"Estoy pensando la manera de montar un repositorio universal y público, consultable con todos los archivos organizados en categorías. Creo que es la única manera de preservar ese espacio, donde se permita también seguir recibiendo nuevos relatos. La misma dinámica, pero donde toda la información esté más segura y también sea más seguro y accesible para las mujeres", detalla Fallarás.
Más allá de la recuperación de la cuenta, la escritora insiste en la necesidad de "proteger" la memoria de quienes han compartido con ella sus historias: "Estas mujeres hablan a través de mí lo que ellas mismas no se atreven a denunciar ante la justicia o a escribir en sus redes sociales, y ese relato tiene que preservarse. Lo que tenemos entre manos es un archivo valiosísimo", termina. Parte de ese "archivo" al que hace mención Fallarás ya se encuentra volcado en el libro No publiques mi nombre (Siglo XXI), que la activista feminista publicó en noviembre de 2024.