Más de 5.000 mujeres en Europa tienen que viajar a otro país cada año para abortar La investigación internacional 'Exporting Abortion' cuantifica, por primera vez, cómo, a pesar de los avances logrados en el reconocimiento de este derecho, miles de mujeres en toda Europa se ven obligadas a cruzar las fronteras del país en el que viven para acceder al aborto.
La investigación internacional 'Exporting Abortion' cuantifica, por primera vez, cómo, a pesar de los avances logrados en el reconocimiento de este derecho, miles de mujeres en toda Europa se ven obligadas a cruzar las fronteras del país en el que viven para acceder al aborto.
Carol McLoughlin, una mujer irlandesa, ya tenía dos hijos cuando volvió a quedarse embarazada en 2022. Quería volver a ser madre, pero las pruebas médicas pronto mostraron que algo no iba bien. Aún así, no fue hasta después de la semana 12 de embarazo —cuando en Irlanda termina el plazo legal para abortar voluntariamente— que le comunicaron que los órganos del feto no se estaban desarrollando. Debido al diagnóstico subyacente del feto —síndrome de Down—, le dijeron que tendría que esperar a que el corazón del bebé dejara de latir para poder abortar. "No podía soportar la angustia mental de esperar a que mi bebé muriera". Por ello, Carol viajó a Londres (Reino Unido) para interrumpir el embarazo.
Olga, una mujer polaca, lo tuvo claro desde el principio: no quería ser madre. Su país tiene una de las leyes de aborto más restrictivas de toda la Unión Europea (UE), así que cuando se quedó embarazada en 2019, no dudó en cruzar la frontera. Lo hizo un autobús, acompañada por una Con 30 años, Juliana*, una mujer brasileña residente en Portugal, no quería tener otro hijo. No tenía síntomas que indicaran que estaba embarazada, salvo algunos dolores de estómago. Pero en cierto momento comenzó a tener náuseas y fue entonces cuando descubrió que llevaba 13 semanas de gestación. En Portugal solo se puede abortar libremente hasta la semana 10, por lo que la opción más sencilla para ella fue cruzar la frontera hacia España, donde se permite hasta las 14 semanas.
Los datos muestran que España es uno de los países de Europa que recibe más mujeres que viajan para abortar. Aun así, hay ocasiones en las que son las propias mujeres españolas quienes deben desplazarse. Diana Dieste, de 38 años, fue una de ellas. Se quedó embarazada a mediados de 2023. Quería ser madre, pero tras un largo periodo de incertidumbre y falta de información, una prueba confirmó que el feto tenía una malformación grave e incurable. La noticia llegó en la semana 30 de embarazo, cuando en España el aborto solo es legal si lo aprueba un comité clínico —un panel de médicos—. Ese no fue su caso. Recibió una llamada breve en la que se le informó de que el comité había rechazado su solicitud. Para interrumpir el embarazo, tuvo que viajar a Bruselas (Bélgica).amiga, para abortar en una clínica en Ostrava (República Checa).
Las historias de Carol, Olga, Juliana* y Diana son también las historias de miles de mujeres europeas que aún hoy tienen que viajar a otros países del continente para abortar. Este fenómeno no se debe subestimar: cada año más de 5.000 mujeres cruzan las fronteras de sus países de origen debido a las dificultades que enfrentan para acceder a una interrupción del embarazo. En 2023, esa cifra fue de al menos 5.860. Este dato se revela ahora por primera vez, como resultado de Exporting Abortion, una investigación periodística internacional coordinada por Público sobre el acceso al aborto en Europa, realizada por periodistas de todo el continente y publicada por 11 medios de comunicación.