La gran coalición de la guerra sabe que, dentro de todo y pese al talante pacifista de este país, puede intentar colarte que este es el momento de apostar por la guerra disfrazada de “seguridad”
El papel lo aguanta todo” es algo que solemos decir en política. Es lamentable, pero cierto. Muchas veces en los programas de partidos o los acuerdos de gobierno vemos un maravilloso listado de políticas o medidas que luego o pasan al olvido o son encarpetados pues se decide hacer lo opuesto a lo que se prometió. Por eso es importante no enfocarse sólo en los programas y las políticas prometidas, sino en quiénes han de desarrollarlos, porque no es lo mismo que alguien o formaciones que se caracterizan por enfrentarse desde dentro y fuera del poder institucional a los grandes poderes prometan seguirlo haciendo, a que lo hagan quienes ya han demostrado que son muy de izquierdas en campaña electoral y muy de sonrisas al capital cuando se está en el poder. Pero cuando decimos que el papel lo aguanta todo nos referimos a algo más de fondo. Hay que decir que, estos días, si algo va quedando claro es que lo que aguanta todo son las palabras y el uso convenido que de ellas hacen algunos actores políticos.
Hay ejemplos muy concretos de esto en los últimos días. Pedro Sánchez, por ejemplo, apuesta por hablar de aumentar el gasto en “seguridad” y no en “defensa”, una elección lingüística inteligente pues intenta establecer una diferencia entre la inversión en armas y la inversión en una “política de seguridad” como quiere llamarla. Algunos caen en la trampa muy rápidamente, no sé si por falta de agilidad política o por cesión directa a la gran coalición de la guerra, porque lo cierto es que hablar de seguridad en Europa y España supone plantear un paradigma de lo que significa esa seguridad. Y a estas alturas es evidente ya, por las declaraciones de los mandatarios europeos, que el paradigma pasa por armas, tanques e incluso tropas. Que además de esto se quiera destinar partidas a otros elementos de ese supuesto “Plan de seguridad” que Pedro Sánchez todavía no delimita para nadie no significa otra cosa que nos recortarán más en derechos para seguir esa hoja de ruta de la guerra. Llámalo “seguridad”, “inversión estratégica”, “plan de rearme” o “momento excepcional”’... No nos vendan la moto que no somos idiotas.
Este uso conveniente de algunas palabras se ve también en ese otro debate que el Gobierno no quiere que se abra porque sabe que tiene todas las de perder. La gran coalición de la guerra sabe que, dentro de todo y pese al talante pacifista de este país, puede intentar colarte que este es el momento de apostar por la guerra disfrazada de “seguridad”. Lo hacen con las terminales mediáticas de la coalición de la guerra que está muy bien expresada en el ecosistema mediático español, desde las derechas mediáticas hasta la progresía. Navantia, Indra, Airbus saben que cuentan con potentes altavoces en sus medios, pero también cuentan con algunos de sus políticos. Porque ahora resulta que empezamos a dudar de lo que es una “tropa”. Nos dicen que no es el momento de hablar de tropas españolas. El ministro Albares directamente ha dicho esta mañana que no se enviará ninguna tropa a una guerra, pero claro… ¿Cómo define “guerra”? Porque cuidado con las trampas. Si es que se acuerda un alto al fuego de 30 días, aunque sólo sean 30 días, ¿podrían ir tropas a Ucrania durante ese tiempo? ¿Cómo se garantiza que vuelvan si es que ese alto al fuego se acaba? Pero, sobre todo, si sabemos que el gran tema de negociación para este acuerdo de alto al fuego tiene antes que ver con la “seguridad” y sus garantías entre Rusia y Ucrania, que incluso con el reparto de territorio como apuntaba esta mañana Nahia Sanzo en El Tablero, ¿no es incoherente querer hacer saltar por los aires una posibilidad de acuerdo metiendo tropas en este contexto?
No sé ustedes, pero de pronto esto me recuerda mucho a 2022. Tengo un deja vu. Porque mientras algunos incluso desde el Consejo de Ministros –generando una crisis de gobierno que, curiosamente, algunos quieren olvidar cuando hablan del papel de Podemos en el Gobierno– pedían diplomacia, negociaciones y acuerdos, otros pedían armas y con ello incentivaron a que Ucrania entrara en una guerra que era obvio que no podía ganar. Y de pronto hoy se está buscando también no sólo rearmar Europa, que ya es bastante, sino plantear el envío de tropas “de paz” (vaya eufemismo nos están colando por la puerta de atrás) que lo que harán es, por un lado, mantener el escenario de guerra y, por el otro, solidificar –es decir, hacer más fuerte– el régimen de guerra. Porque alguien tiene que disparar las armas, alguien tiene que ir al frente, alguien tiene que ponerse los uniformes, los chalecos, los cascos, las botas, reventar las granadas… Es decir, poner el cuerpo de una guerra que no pedimos.
¿Quién será quien ponga ese cuerpo? ¿Cómo se imaginan a esas tropas, amigos y amigas tableristas? ¿Un joven con recursos materiales cuantiosos que vive en el barrio de Salamanca? ¿Un alto directivo o CEO de una gran empresa? ¿Una reputada banquera? ¿Así nos imaginamos a quienes vayan al frente? No, ¿verdad? Porque somos muy conscientes de quienes van a sus guerras y, por tanto, quiénes las pagan, ya sea con recortes en sus derechos, con angustia por no llegar más a fin de mes o con tu vida directamente. ¿A cuántos migrantes les ofrecerán la residencia si van al frente? ¿Cuántos papeles repartirán con el condicionante de poner el cuerpo en la guerra? Vale para migrantes, pero también ¿qué salario le ofrecerán a quien va al frente? ¿Puede realmente alguien precario que no puede pagar ya ni el piso en el que vive con sus hijos elegir voluntariamente ir o no si le ofrecen un incentivo económico cuantioso? ¿Es esto la libertad? Ya me conozco esta película y es de terror.
Starmer habla de su coalición de voluntarios, Macron se suma a la labor y España intenta esquivar el tema porque sabe que aquí hay una multitud que podría levantarse. En 2011 lo hizo contra su régimen del 78 y hoy podría hacerlo contra su régimen de guerra. Porque la guerra no es abstracta, es concreta. La sentimos ya en la forma en que nos ridiculizan a quienes seguimos en el bando de la paz y no se detendrán ahí porque quieren hacer creer que somos ingenuos e idealistas. No tiene idea. La paz no es la ausencia de disputa: quienes estamos defendiendo la paz lo estamos haciendo porque le hemos declarado la guerra a sus guerras porque sabemos que las tropas saldrán de nuestros barrios y no de sus empresas. Hasta mañana.