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Resabios del franquismo 50 años después

 Reivindicar la memoria democrática, hacer cumplir la ley vigente y destapar, allí donde se encuentren, las cloacas edulcoradas de la dictadura es una tarea en la que se debe involucrar la sociedad en conjunto


Este 2025 se cumplen 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco y es imprescindible reconocer y cuantificar la real persistencia de ciertos modos totalitarios en la sociedad española en la actualidad. La temible huella de la bota franquista no fue realmente borrada con la transición a la democracia y tras cinco décadas es posible reconocer que aún pervive en las principales instituciones de poder: la Iglesia, el Ejército, los medios de comunicación, el sistema judicial, las elites de poder y otros sectores de la ciudadanía.

El franquismo, que si bien comenzó a configurarse como tal a partir de 1939 ya era considerado un movimiento en algunas fracciones golpistas durante la Guerra Civil, se propuso la eliminación física de todo aquel que se oponía al régimen, la destrucción de los símbolos y el retroceso en las demandas sociales alcanzadas durante la Segunda República, es decir, una victoria sin matices, como ha mencionado el historiador Julián Casanova. Este modelo de Nuevo Estado incluyó la persecución, el asesinato y la expulsión de quienes no adherían al régimen fascista. Militarismo, catolicismo, partido único y fascismo eran sus componentes principales.

Hoy, analizar esos componentes permite advertir sus efectos a 50 años de la muerte del dictador. Surge un nuevo bloque de poder, con nuevos enemigos imaginarios, consolidado en bases violentas, racistas y autoritarias y que no se circunscribe a una alianza política, sino que se recicla en un poder real, ciertamente legitimado por esas instituciones.

Las conquistas sociales logradas durante la experiencia republicana (tales como legislación laica, voto femenino, matrimonios civiles, Ley de Divorcio y otras vinculadas al clero) fueron automáticamente eliminadas. En términos políticos, las consecuencias para la izquierda española fueron muy severas, tanto que pasaron más de cuarenta años hasta que pudo volver a gobernar. En tanto, al volverse el conflicto una cruzada religiosa, la Iglesia impuso su simbología y un discurso dominante que mantiene una gran incidencia.

Para discutir el rastro que ha dejado el proceso, este año se organizarán actividades de memoria con el objetivo de concientizar a la sociedad. Podemos lanzó la campaña “Dónde está Franco” bajo el título: “Hacia la República. Acabar con el franquismo 50 años después”, que se inició en Madrid y se extenderá con una ruta establecida por todas las comunidades. Por su parte, desde el Gobierno se han propuesto realizar encuentros y jornadas de debate bajo el lema “España en libertad. 50 años”, un concepto al menos debatible desde el punto de vista historiográfico.

Las víctimas de la dictadura incluyen a miles de niñas, niños y mujeres que en muchos casos escaparon sin sus cónyuges, que fueron encarcelados o asesinados

El destierro ha sido otra consecuencia preponderante de la dictadura. A partir de 1939, casi medio millón de republicanas y republicanos debieron huir y muchos de ellos murieron sin lograr el retorno a España. Quienes lograron evitar los campos de concentración en Francia se instalaron en ese país o huyeron en barco hacia América, en especial a México, Cuba y, en menor medida, a la Argentina, en donde lograron forjar lazos comunitarios.

Las víctimas de la dictadura incluyen a miles de niñas, niños y mujeres que en muchos casos escaparon sin sus cónyuges, que fueron encarcelados o asesinados. Las mujeres sufrieron diversos tipos de violencias, incluida la sexual. Las demandas sociales conseguidas durante la República habían sido arrebatadas y la mujer debió regresar a la esfera privada, apartada de cuajo de ocupaciones intelectuales o vinculaciones políticas y asumiendo principalmente tareas de cuidado. Ninguna mujer pudo asumir un cargo ministerial durante la dictadura, siendo más de cien los ministros que cumplieron funciones durante todo ese periodo.

Se puede señalar que en España ha perdurado la marca indeleble de los tiempos dictatoriales y ello se observa en nombres de calles y monumentos, como por ejemplo el Valle de los Caídos, pero también en espacios de dimensión más sutil, aunque altamente influyentes, tales como las instituciones de poder, que son formadoras de discursos, marcos mentales y, en definitiva, de políticas públicas.

Reivindicar la memoria democrática, hacer cumplir la ley vigente y destapar, allí donde se encuentren, las cloacas edulcoradas de la dictadura es una tarea en la que se debe involucrar la sociedad en conjunto, para discernir el pasado, de manera de no repetirlo y poder construir un horizonte democrático, ya libre de las ataduras de los tiempos oscuros.