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Feminismo para defender a las mujeres sirias y afganas

 

 


La resaca emocional de este 8M deja un sabor agridulce. Si por un lado el feminismo ha conseguido con esfuerzo convertirse en un movimiento vanguardista en las sociedades occidentales que está permitiendo dibujar una alternativa más justa no sólo para las mujeres sino para el conjunto de nuestras sociedades, en los países árabes pese a los tibios intentos protagonizados por las revueltas árabes, el panorama es desolador. No es que yo busque en el pasado la respuesta a por qué hemos retrocedido en ese sentido —nunca he sido una nostálgica—, pero es objetivamente cierto que en algunos países norteafricanos, así como en Oriente Medio, lejos de avanzar en cuanto a los derechos de las mujeres se refiere, se está retrocediendo y con una rapidez abrumadora.

Y me quiero detener especialmente en dos países que cada día que pasa se parecen más: Siria y Afganistán. Ambos gobernados hoy por terroristas. Sí, he dicho terroristas. Recordemos que Siria cayó en manos de los milicianos del denominado Organismo de Liberación del Levante (HTS), una organización vinculada a Al Qaeda que en el momento de tomar el poder figuraba en la lista de terroristas no sólo de EEUU sino la misma ONU así lo reconocía a través de su Consejo de Seguridad. Como anécdota he de mencionar que EEUU decidió retirar a principios de año la recompensa de 10 millones de euros que tenía puesta para capturar al líder de HTS, convirtiéndose en “rebeldes sirios” y en “demócratas defensores de los derechos humanos”.

Por su parte, Afganistán después de convertirse en un juguete roto en manos de EEUU, decidieron que lo mejor era sacar las tropas de allí y que se autogestionarán como pudieran. Eso hizo el partido demócrata, que por si alguno anda despistado ha sido el principal brazo armado del imperialismo, ese que se encargó de invadir Oriente Medio, y de perseguir a la izquierda en América Latina. ¿Qué diferencia a los republicanos de los demócratas? En política exterior nada. En fin, como decía, el abandono de EEUU después de más de una década de invasión con el pretexto de liberar a los afganos del terrorismo yihadista —financiados por ellos—, se tradujo en la toma de poder precisamente por parte de aquellos talibanes a los que combatía EEUU. Hoy, el régimen talibán no sólo está cometiendo crímenes contra la humanidad, especialmente contra mujeres y niños con absoluta impunidad, sino que nadie se atreve a pararles los pies.

Ese abandono contrasta con el de Siria. Una sociedad que ha caído en manos del extremismo islamista que condena a las mujeres no sólo a volver a ponerse el famoso velo opresor sino que además, reprime y asesina a las mujeres sin ningún pudor, imponiendo el terror para conseguir que las mujeres queden relegadas —encerradas, sí— y dedicando su vida a las tareas reproductivas y de los cuidados en el hogar

Occidente no sólo está permitiendo esto con su inacción sino que es cómplice directo de los crímenes que se están cometiendo contra los derechos humanos y principalmente contra las mujeres

¿Sabíais que los talibanes han prohibido a las mujeres estudiar? ¿Sabíais que tampoco pueden trabajar? ¿Tampoco pueden acudir solas a cualquier establecimiento público? ¿Sabíais que deben ir tapadas no sólo por la parte de la cabeza sino que tampoco pueden enseñar su rostro? ¿Sabíais que con la sharía —ley islámica— se ha legalizado la tortura pública, las ejecuciones públicas, la amputación de miembros, la lapidación y otras formas de tortura y malos tratos que violan el derecho internacional? ¿Sabíais que ya no se realizan juicios justos, es decir, no existe presencia de abogados en los juicios que se celebran y se dictan a través de interpretaciones arbitrarias de la sharía? Las mujeres directamente han sido eliminadas de la esfera pública. Vuelven —si es que alguna vez se habían ido— los matrimonios forzosos, la violencia contras las mujeres, la represión social, los juicios morales y todo tipo de ataques contra nuestros cuerpos convertidos en un instrumento al servicio de los deseos del hombre. Y Siria, para desgracia de las que viven allí, va por el mismo camino. ¿Por qué hemos abandonado a su suerte a todas esas mujeres? Occidente no sólo está permitiendo esto con su inacción sino que es cómplice directo de los crímenes que se están cometiendo contra los derechos humanos y principalmente contra las mujeres.

Mientras aquí discutimos si hay que prohibir o no que las niñas vayan al colegio o al instituto con velo porque creemos que las mujeres deciden llevarlo libremente (en realidad son una minoría), allí están encerrando a las mujeres en su casa y obligándolas a llevarlo. Ya es hora de que las izquierdas europeas, la izquierda transformadora sea valiente de una vez y alce la voz para no sólo condenar estos hechos sino dibujar una alternativa en nuestras sociedades que no caiga en el falso dilema discursivo de la extrema derecha: somos feministas y antirracistas y defendemos un feminismo de clase que no nos haga retroceder pasos sino seguir conquistando los derechos y la libertad.

Los anhelos de libertad no los van a traer quienes se disfrazan hoy de demócratas mientras asesinan a la población. Mucho sacrificio ha costado a las mujeres —sobre todo las árabes— quitarse el velo tras siglos de imposición y sumisión, como para que ahora las abandonemos a su suerte, obligadas de nuevo a cubrirse el pelo mientras silencian su existencia. La mejor reflexión tras este 8M es repensar el feminismo para que siga siendo vanguardia sin dejar a nadie atrás. Y eso nos interpela también para seguir reflexionando aquí sobre el uso de determinadas prendas que son sinónimo de opresión y sumisión.