ostres solo le ha puesto palabras, no muy distintas de otras ya oídas antes
Pedro HonrubiaDecía Nietzsche que, en el contexto de su época, una vez “muerto Dios”, todavía pervivían en la realidad social “las sombras de Dios”. Las nuevas ideologías, con sus diferentes formas de estar y de entender el mundo, que tomaban fuerza en ese momento, como el capitalismo o el socialismo, eran algunas de esas sombras a las que aludía. Proyectos ideológicos que, con sus caminos de sentido y sus promesas existenciales, venían a intentar rellenar el hueco y el vacío que la caída en desgracia de la religión cristiana, y del propio Dios, como hechos centrales de la sociedad del momento, había dejado.
Pues con Franco en España pasó exactamente así: muerto Franco, muerto el sistema político del franquismo como hecho central de la sociedad y de las leyes, la Constitución del 78 (con el ADN franquista y esencialista que la caracteriza en la primera parte, la de verdad importante y referencial de la idea de España que se esconde en ella, de su artículo 2), la Monarquía (sustentada a su vez por esa misma Constitución, con ese mismo ADN franquista, en su artículo 56), el poder económico realmente existente, la Justicia, los CFSE, el Ejército, algunos medios de comunicación, etc., se constituyeron de facto, con su continuidad y su no depuración respecto del Régimen franquista, con la infiltración directa del franquismo a través de ellos en el nuevo Régimen, en una especie de franquismo sin Franco, con forma de nuevo sistema político que debía mutar desde el anterior modelo a una apariencia de sistema democrático, y asumir algunas cuestiones sin las cuáles sería imposible hablar de democracia (pluralismo político, elecciones libres, ordenamiento jurídico aparentemente liberal, ampliación de derechos y libertades, mayor respeto por la diversidad, etc.), pero que en esencia siguiera teniendo todo “atado y bien atado”, y que le diera continuidad a los “principios fundamentales del movimiento”, al menos a los que eran más esenciales para darle continuidad a la idea de España propia del franquismo (unidad de destino en lo universal, indisoluble e indivisible), pero ya adaptados en sus formas a la nueva realidad democrática aparente. Y en esas hemos estado y seguimos estando desde entonces. Eso es lo que venimos llamando desde hace décadas como “Régimen del 78”.
En realidad, lo dicho por Sostres, no es diferente a lo que en su momento dijo Felipe González sobre que tuvo la posibilidad de volar a la cúpula de ETA en Francia y no lo hizo, o en aquella afirmación categórica que hizo de que “el estado de derecho se defiende también desde las alcantarillas
Su modo histórico y habitual de funcionar en base a ese ADN franquista que lo caracteriza: el modo Salvador Sostres. Es decir, el modo “no existe nada por encima del derecho del Estado a defenderse y a defender la patria de sus enemigos”. Así, según esa forma de ver las cosas, la forma propia del franquismo que sigue presente en el Régimen del 78, el Estado está por encima de la Ley, en tanto encarnación jurídica y política de la patria española, y los servidores del Estado, si es necesario, lo defenderán, y defenderán la patria, saltándose la Ley, o usando la Ley de manera sesgada e interesada para ir en contra de cualquiera que se considere una amenaza para el Estado (para la patria). ¿O pensamos que ese modo de pensar, y lo que es peor: de actuar, ¿es solo propio de Sostres?
En realidad, lo dicho por Sostres, no es diferente a lo que en su momento dijo Felipe González sobre que tuvo la posibilidad de volar a la cúpula de ETA en Francia y no lo hizo, o en aquella afirmación categórica que hizo de que “el estado de derecho se defiende también desde las alcantarillas”. Claro que ahora la derecha está envalentonada y ha perdido el pudor a ser vista como lo que es: derecha franquista, que no cree realmente en la democracia y que tiene muy clara la necesidad de controlar la Justicia, los medios, los CFSE, etc., para garantizar que se siguen cumpliendo sus objetivos políticos, económicos e ideológicos, pero es que esta mentalidad ha existido en los poderes que han controlado el Régimen del 78 desde el primer día. ¿O qué fue el terrorismo de estado de los GAL?
¿O qué es Marlaska viendo pasar personas torturadas por delante suya en los juzgados en los que estaba ejerciendo como juez, algunos con lesiones gravísimas, y mirando para otro lado?, ¿o qué han sido los procesos de persecución y de represión política, los intentos de eliminar al adversario político, a través de las cloacas y de la judicatura corrupta, impulsados, en diferentes etapas y de diferentes modos, contra la Izquierda vasca, el independentismo catalán o contra Podemos?
¿Qué es entonces si no, el señor Pérez de los Cobos enviando la Guardia Civil a un supermercado de Galapagar para pedir las cámaras de seguridad porque había leído en redes que el vicepresidente Pablo Iglesias había estado allí comprando sin mascarilla y sin guantes?
El problema es que lo que ha dicho Salvador Sostres en ABC no es en esencia ninguna novedad, es, sin más, la forma de proceder habitual del Régimen del 78 y de su ADN franquista
¿Qué significa si no eso mismo, pero, dicho de otro modo, lo que dijo Aznar de que “el pueda hacer que haga”, o qué representa el propio Rey Felipe VI con su 3-O, dando órdenes como Jefe de Estado de ir “a por ellos”, a por los líderes políticos del procés, aplicar sobre ellos toda la dureza de la Ley y ni una sola concesión, para, castigarlos por lo hecho y para quitarles las ganas de volver a hacerlo?
¿Qué es sino el Tribunal Constitucional validando una aplicación ilegal del 155 o asaltando el estatuto de autonomía de Cataluña que había sido ratificado en el Parlament, en el Congreso y votado mayoritariamente por el pueblo catalán en referéndum, solo porque no podía tolerar que se llamara nación a Cataluña?
¿O qué son las infiltraciones policiales en movimientos sociales o la persecución penal, las condenas y en muchos casos el encarcelamiento, en base a montajes judiciales y leyes represivas aplicadas de manera estricta y llevadas al límite, de antifascistas, de anarquistas, de sindicalistas, de ecologistas, que se lleva haciendo sistemáticamente desde hace décadas y con especial dureza desde la crisis de 2008?
El problema es que lo que ha dicho Salvador Sostres en ABC no es en esencia ninguna novedad, es, sin más, la forma de proceder habitual del Régimen del 78 y de su ADN franquista, en lo jurídico, en lo político, en lo policial y en lo judicial, desde el primer día de su existencia. Sostres solo le ha puesto palabras, no muy distintas de otras ya oídas antes.
Por eso en el Estado español no habrá una verdadera democracia, digna de ser llamada como tal, con ADN democrático de verdad, hasta que no logremos hacer caer a la monarquía, y, con ello, el instaurar una República, dotarla de una Constitución que reconozca el carácter plurinacional del Estado, que no anule su sentido histórico como ente político y jurídico producto de procesos históricos y sin carácter esencialista alguno, que otorgue derecho a decidir a las naciones que conforman el Estado, y que blinde de verdad los derechos fundamentales de todas las personas, pero también los derechos feministas, los derechos sociales y de protección del bienestar (los derechos a la salud y a la sanidad pública, la educación, el trabajo, la vivienda, las pensiones, los cuidados, etc.), y los derechos de la naturaleza, dándoles la prioridad jurídica y la prevalencia que merecen.