
El artista mártir Mohammed Sami nació en 1999. Le apasionaba el dibujo y el arte, lo que le llevó a graduarse en Tecnología Multimedia en la Universidad Al-Azhar. Dedicó su arte a hablar sobre Palestina y preservar su historia en la memoria colectiva.
Proyecto del Código Rubik
Antes de su martirio, Mohammed lanzó su proyecto El Código de Rubik, que se centró en archivar y documentar digitalmente la Historia palestina utilizando tecnología de códigos de barras. Su proyecto abordó diversos temas como la judaización, los arrestos y el asesinato de civiles desarmados.
A través de su proyecto, Mohammed combinó arte y tecnología para proteger la narrativa palestina de la distorsión “israelí”. Sus pinturas expresaron poderosamente la dura realidad del pueblo palestino bajo ocupación.
Mohammed llamó a su proyecto Código de Rubik porque se basaba en el escaneo de códigos QR para acceder a las pinturas y leer las historias antiguas que transmitían. Trazó un paralelo entre los continuos intentos de la ocupación “israelí” (desde la Nakba) de crear nuevas formas de sufrimiento destinadas a borrar la existencia palestina y resolver un cubo de Rubik, que requiere múltiples intentos.

En sus pinturas que representan la tragedia palestina. Mohammed también contó su propia historia como un palestino que experimentó el dolor del desplazamiento, el exilio y las guerras. Su obra de arte conecta el pasado y el presente, vinculando el desplazamiento forzado de sus abuelos en 1948 con su propia experiencia de desplazamiento en 2014.


Desafíos y determinación
Cuando se le preguntó sobre los desafíos que enfrentó mientras trabajaba en su proyecto, Mohammed habló de haber sido prohibido repetidamente debido al predominio de la narrativa sionista, que busca borrar todo lo que intentó demostrar. Sin embargo, esto sólo fortaleció su determinación de continuar su trabajo.
“Me gustaría poder ver la ciudad desde arriba”.
Durante una visita a las ruinas del Aeropuerto Internacional de Gaza, Mohammed habló sobre un sueño simple que vive en los corazones de todos los palestinos, especialmente los de Gaza: ver su ciudad desde arriba. Pero en cambio, se encontró con la gris realidad de la destrucción, que ahora cubre no sólo el aeropuerto sino toda la ciudad.

Arte y narración
Mohammed también fue cofundador de la revista Transit, que lanzó junto con un grupo de artistas talentosos. A través de sus ilustraciones, la revista arrojó luz sobre la vida cotidiana de los palestinos bajo ocupación.
Su colega del Instituto Tamer para la Educación Comunitaria, Ahmed Ashour, dijo sobre él:
“Antes de mi última visita a Cisjordania, la última vez que lo vi, vino a despedirse de mí y me dijo: ‘Dile a la Patria… Amamos a la Patria como nadie ama a la Patria: por la mañana, por la tarde, antes de la mañana, después de la tarde y los domingos'”.


Cuando estalló la brutal guerra lanzada por “israel” contra la Franja de Gaza, Mohammed huyó de su casa en Al-Shuja’iyya al Hospital Al-Maamadani sin su familia, asumiendo la responsabilidad de informar las noticias desde dentro del hospital.
Mohammed se ofreció como voluntario en el Hospital Al-Maamadani y organizó un evento para brindar alivio a familias y niños cuyos corazones habían estado aterrorizados por los constantes bombardeos de “israel”.
Mohammed añadió:
“Nunca olvidaré la vista y el sonido de sus risas en ese momento… Todos estamos intentando que todos podamos estar bien”.
Antes de su ascensión, Mohammed escribió un mensaje dirigido a un mundo sordo, diciendo:
“Dentro del hospital, hay cientos de familias que han sido desplazadas por la fuerza por la ocupación de varias áreas. Estos cientos de familias creen que este hospital es un lugar seguro y que está abierto para recibir a civiles desplazados de estas áreas después de que se les haya cortado todas las demás opciones.
Yo, junto con todos los que trabajan en este hospital, intentamos en la medida de lo posible aliviar la tensión y la ansiedad de las familias y decirles que es algo pequeño e inofensivo, pero que suena fuerte. Después de llamamientos urgentes, evacuamos la zona objetivo y los trasladamos a un lugar cercano más seguro.
Pero volvieron otra vez por esta “pequeña cosa” y volvimos a tranquilizar a las familias diciéndoles lo mismo.