Guarda una importante colección de objetos relacionados con la Marina de Guerra y la historia de la ciudad
* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
En 1726, el italiano José Patiño, de familia gallega, ministro de Estado y Marina del rey Felipe V, decidió la gran reforma de la Armada y designó a Ferrol como cabeza del primer Departamento Marítimo.
La estratégica e inexpugnable ría del noroeste sufre entonces una total transformación: Van naciendo los castillos de defensa, los Astilleros de Esteiro con sus doce gradas y doce buques en construcción sobre ellas (El Apostolado), la gran Dársena y los Arsenales, Cuarteles, tinglados, talleres y almacenes, la cortina sobre el mar artillada con cien cañones…
Y en el centro de todo eso, inmediato a los cantones, que son el primer parque público de Galicia, un penal, titulado de San Campio, para albergar a los presidiarios llegados de toda España, en levas de vagabundos, maleantes, desertores, condenados diversos, destinados a realizar forzados los trabajos más duros, en la construcción, en los acarreos de pesados materiales, en el achique de los diques… Este Penal, concluido en 1770, en estilo barroco-neoclásico, alberga desde 1986 el Museo Naval de Ferrol.

Embarcaciones tradicionales gallegas y transporte marítimo de la ría ferrolana.
Guarda una importante colección de objetos relacionados con la Marina de Guerra y por ende con la historia de varios siglos de la ciudad.
Mascarones vistosos, de motivo religioso o laico, que en las proas de los navíos surcaron todos los mares. Restos de embarcaciones y de sus enseres, como la fragata Santa María Magdalena de 34 cañones, botada aquí en 1773 y que un temporal hundió en la ría de Viveiro en 1810, junto al bergantín “Palomo” en una tragedia que costó 500 vidas.
Gran número de modelos y maquetas de embarcaciones de pesca o de cabotaje y de buques de guerra de todas las épocas, acorazados, cruceros, destructores, minadores, remolcadores…. Y otros peculiares como el Real San Carlos (La Habana 1765) primero construido por el sistema inglés o el buque-escuela Galatea, el precioso velero de tres palos que entre 1925 y 1959 paseó en prácticas, por todo el mundo, a los futuros oficiales de la Armada y que continuó aquí fondeado como pontón escuela de maniobra hasta 1982 que fue baja y protagonista de un abandono imperdonable – una espina clavada en el corazón de Ferrol – y es hoy, bien restaurado, museo flotante en su ciudad natal: Glasgow.

Reproducción de la camareta del comandante en un buque.
Hay gran número de modelos y maquetas de embarcaciones de pesca o de cabotaje y de buques de guerra de todas las épocas
Se puede contemplar en el Museo una magnífica exposición de anclas, dicen que la mejor del mundo, que reúne más de un centenar de modelos de diferentes épocas, utilidades y tamaños. También son un centenar las piezas de artillería que conserva, direcciones de tiro y cantidad importante de armas de todo tipo, uniformes, condecoraciones, fotografías de personas y lugares relacionados con la Armada, reproducción de espacios interiores de los buques… Instrumentos de navegación, Cartografía de diferentes épocas, el Atlas de Tofiño y la colección de planchas de cobre del Instituto Hidrográfico, de los siglos XVIII y XIX.

Bandera de Infantería de Marina en las guerras de Cuba.
Piezas históricas provenientes de la Escuela de Electrónica y Transmisiones de la Armada (ETEA), ubicada en Vigo, objetos de cerámica con motivos marineros y objetos relacionadas con las últimas posesiones de España en Ultramar: armas, vestuario, fotos, maquetas de aquellos puertos, unos preciosos fanales filipinos de flores hechas con conchas de moluscos.