Bombardear la zona, gasear los túneles: la guerra desenfrenada de Israel contra la resistencia palestina de Gaza
Según revela una investigación, el ejército israelí, incapaz de localizar a los comandantes de Hamás en los túneles de Gaza, diezmó bloques residenciales enteros con bombas antibúnker para destruir los pasadizos subterráneos e inundarlos con gases letales
Yuval Abraham Diario REDLas Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han bombardeado intensamente zonas residenciales de Gaza, cuando carecían de información fidedigna sobre la ubicación exacta de los comandantes de Hamás, que se escondían en el subsuelo de la Franja, y han utilizado intencionadamente los subproductos tóxicos de las bombas lanzadas contra la Franja para asfixiar a los militantes en sus túneles, según revela una investigación de +972 Magazine y Local Call.
La investigación, basada en conversaciones con quince oficiales de la Inteligencia Militar israelí y del Shin Bet, que han participado en las operaciones de ataque dirigidas contra los túneles de Gaza realizadas desde el 7 de octubre de 2023, revela cómo esta estrategia pretendía compensar la incapacidad de las FDI para localizar con precisión los objetivos en la red de túneles subterráneos de Hamás. En el curso de las operaciones lanzadas para atacar a los altos mandos del grupo, el ejército israelí ha autorizado la muerte de «cifras de tres dígitos» de civiles palestinos como «daños colaterales» y mantenido una estrecha coordinación en tiempo real con funcionarios estadounidenses en relación con las cifras de bajas previstas.
Es sabido que algunos de estos ataques, que han sido los más mortíferos de la guerra y en los que a menudo se han utilizado bombas estadounidenses, mataron a rehenes israelíes a pesar de las preocupaciones planteadas de antemano por los responsables militares. Además, la falta de información precisa hizo que en al menos tres ataques importantes el ejército israelí lanzara varias bombas antibúnker de 907 kilogramos de peso, que mataron a decenas de civiles, lo cual forma parte de una estrategia conocida como «tiling» [azulejar], sin conseguir matar al objetivo previsto. «Localizar un objetivo dentro de un túnel es difícil, así que atacas un radio [amplio]», dijo una fuente de la Inteligencia Militar a +972 y Local Call. Dado que el ejército solo tendría una vaga aproximación de la ubicación del objetivo, explicó la fuente, este radio sería tan grande como «decenas y a veces cientos de metros», lo que significa que estas operaciones de bombardeo han derrumbado múltiples edificios de viviendas sobre sus ocupantes sin previo aviso. «De repente, ves cómo se comporta realmente un miembro de las FDI, cuando se le da la oportunidad de arrasar un bloque residencial entero: ese individuo procede y lo hace», añadió la fuente.
La investigación también revela que Israel sabe desde hace años que el uso de bombas antibúnker libera como subproducto el gas letal monóxido de carbono, que puede matar a las personas que se encuentran dentro de un túnel por asfixia, incluso a una distancia de cientos de metros del lugar del ataque. Después de descubrir este hecho de modo casual en 2017, el ejército israelí lo probó por primera vez como estrategia en Gaza en 2021 y lo empleó en sus esfuerzos por matar a los comandantes de Hamás después del 7 de octubre. De esta manera, el ejército podía atacar objetivos sin conocer su ubicación precisa y sin tener que depender de impactos directos. «El gas permanece bajo tierra y la gente se asfixia», dijo el general de brigada (res.) Guy Hazoot, la única fuente dispuesta a ser nombrada, a +972 y Local Call. «[Nos dimos cuenta] de que podíamos atacar eficazmente a cualquiera que estuviera bajo tierra utilizando las bombas antibúnker de la Fuerza Aérea Israelí, que, aunque no destruyen el túnel, liberan gases que matan a quien se halle en su interior. El túnel se convierte entonces en una trampa mortal».
En enero de 2024, un portavoz del ejército israelí contestó a +972 y Local Call en respuesta a una investigación anterior, que las FDI el «nunca han utilizado ni utilizan actualmente subproductos del despliegue de las bombas para dañar a sus objetivos y no existe tal “técnica” en las FDI». Sin embargo, nuestra nueva investigación revela que la Fuerza Aérea Israelí llevó a cabo investigaciones fisicoquímicas sobre el efecto del gas en espacios cerrados y que el ejército israelí ha deliberado sobre las implicaciones éticas del método. Tres rehenes israelíes –Nik Beizer, Ron Sherman y Elia Toledano– murieron definitivamente por asfixia como resultado de un bombardeo efectuado el 10 de noviembre de 2023, cuyo objetivo era Ahmed Ghandour, un comandante de brigada de Hamás en el norte de Gaza. El ejército israelí dijo a sus familias que, en el momento del bombardeo, no tenía conocimiento de que hubiera rehenes cerca de Ghandour. Sin embargo, tres fuentes con conocimiento del ataque, que fue dirigido por el Shin Bet, han confirmado a +972 y Local Call, que había información «ambigua», que indicaba que podía haber rehenes en las proximidades del objetivo, pero aun así se autorizó el ataque.
De acuerdo con seis de las fuentes consultadas, este no fue un caso aislado, sino uno más de las «docenas» de ataques aéreos israelíes, que probablemente pusieron en peligro o mataron a rehenes. Estas fuentes indicaron cómo el mando militar israelí dio luz verde a ataques contra las viviendas de los presuntos secuestradores de la operación del 7 de octubre y contra los túneles desde los que los altos mandos de Hamás dirigían los combates. Aunque los ataques se abortaban cuando existía información específica y definitiva, que indicaba la presencia de un rehén, el ejército israelí autorizaba habitualmente estos en todo caso, cuando el cuadro trazado por los servicios de inteligencia era poco claro y existía una probabilidad meramente «general» de que hubiera rehenes en las proximidades de un objetivo. «Definitivamente se cometieron errores y bombardeamos rehenes», dijo una fuente de los servicios de inteligencia israelíes.
Los esfuerzos de Israel para maximizar las posibilidades de matar a militantes de alto rango de la resistencia palestina, que se escondían bajo tierra también incluyeron intentos de destrucción de partes de la red de túneles y de atrapar a los objetivos en su interior. Estas fuentes describieron incidentes en los que se bombardearon vehículos que huían del lugar de un ataque, aunque se carecía de información específica sobre quién iba dentro, todo ello basándose en la suposición de que tal vez una figura importante de Hamás podría estar intentando escapar a bordo de los mismos. «Toda la región sintió y oyó las explosiones», dijo a +972 y Local Call Abdel Hadi Okal, un periodista palestino de Yabalia, que fue testigo de varias operaciones importantes de bombardeo israelí, conocidas por los palestinos como «cinturones de fuego», durante las primeras semanas de la guerra. «Bloques residenciales enteros fueron atacados con misiles pesados, lo cual provocó el derrumbe de los edificios y su precipitación de unos sobre los otros. Las ambulancias y los vehículos de la Defensa Civil no podían hacer frente a la magnitud de los bombardeos por lo que la gente tenía que utilizar sus manos y algunos equipos ligeros para sacar los cuerpos de debajo de los escombros de las casas. No había posibilidad de que nadie sobreviviera».

Parte 1: El efecto del gas de las bombas antibúnker
Un descubrimiento inesperado
El efecto del gas de monóxido de carbono generado por las bombas antibúnker se descubrió de forma accidental en octubre de 2017. En aquel momento, el general de brigada (res.) Guy Hazoot dirigía una división en el Mando Sur. Hazoot contó la secuencia de los hechos a +972 y Local Call, que fue corroborada por otras tres fuentes militares. De acuerdo con lo indicado por el general, el entonces jefe de Estado Mayor de las FDI, Gadi Eizenkot, se encontraba en el extranjero y había encargado a su adjunto, Aviv Kochavi, que se ocupara de un asunto urgente: la Yihad Islámica Palestina (YIP) había excavado un túnel bajo la valla que encierra la Franja de Gaza, llegando a unos dos kilómetros del kibutz Kissufim. Kochavi ordenó a la Fuerza Aérea Israelí bombardear el túnel con una bomba antibúnker, pero les dio instrucciones de evitar matar a más de cinco operativos de la Yihad Islámica Palestina para evitar una escalada innecesaria en Gaza. Entonces, sucedió algo inesperado. «Aunque arrojamos las bombas en el lado israelí de la frontera, todos los que estaban en el túnel [dentro de Gaza] murieron», explicó Hazoot. «Otros doce miembros del personal de rescate de la Yihad Islámica Palestina entraron después de la explosión y también murieron asfixiados, incluyendo los que llevaban máscaras». Este fue el «momento decisivo», dijo Hazoot, cuando quedó claro que las bombas antibúnker detonadas en los túneles dispersaban monóxido de carbono como subproducto de la explosión, gas que permanecía en el túnel durante días.
El monóxido de carbono, conocido como el «asesino silencioso», es incoloro, inodoro e insípido, y es especialmente letal para los seres humanos. Cada año, aproximadamente 30.000 personas mueren por inhalarlo debido a calentadores, motores y hornos defectuosos situados en espacios cerrados con bajos niveles de oxígeno. Posteriormente, la Fuerza Aérea Israelí llevó a cabo un estudio fisicoquímico sobre el efecto del gas en espacios confinados, que descubrió que era difícil predecir el radio exacto de su propagación letal. «Nos movemos en un rango de probabilidades», explicó una fuente de la Fuerza Aérea Israelí a +972 y Local Call. «El monóxido de carbono no produce un efecto binario en virtud del cual la totalidad de quienes se hallan en un determinado radio mueren y más allá de él nadie lo hace. Hay un radio de alta probabilidad, media probabilidad y baja probabilidad de morir por el efecto del gas de monóxido de carbono». Fuentes de la seguridad israelí señalaron que el uso de bombas antibúnker que liberan gas bajo tierra como subproducto de su explosión superó el desafío de tener que localizar con precisión la ubicación exacta de un objetivo dentro de un túnel. Pero tal comportamiento del gas también presentaba un dilema.
«Se nos dejó claro lo delicado que es este tema, el mero hecho de que este efecto existiera», dijo la fuente de la Fuerza Aérea Israelí. Una fuente que participó en uno de los debates sobre el uso de esta técnica en 2021, dirigido por el entonces jefe del Mando Sur del Ejército, Eliezer Toledano, explicó: «Todos los participantes se tomaron muy en serio en el debate el hecho de que es el gas el que mata. Temían que ello causara un daño significativo a la imagen [de Israel]».
![[Foto 4] Efectivos palestinos intentan rescatar a los supervivientes y sacar cuerpos de los escombros tras los ataques aéreos israelíes cerca del Hospital de los Mártires de Al-Aqsa, que acabaron con la vida de innumerables personas en Deir Al-Balah, en el centro de Gaza, el 22 de octubre de 2023 — Mohammed Zaanoun/ Activestills](https://www.diario.red/media/diariored/images/2025/02/17/2025021710042321949.png)
Los oficiales militares insistieron a +972 y Local Call que la intención era usar el subproducto químico únicamente para matar a los operativos de Hamas, «que intentaban luchar contra las FDI». Hazoot, junto con otras fuentes de las fuerzas de seguridad israelíes, también subrayó que las bombas son en sí mismas «armas convencionales», ya que los gases son un subproducto de las bombas estándar, no de ojivas químicas o biológicas específicas. «Los gases no tienen dónde escapar», dijo Hazoot. «Se quedan bajo tierra y la gente se asfixia. Es un arma convencional, solo que al explotar bajo tierra su efecto es diferente, porque se vuelven más letales». Sin embargo, Michael Sfard, abogado israelí de derechos humanos y experto en derecho internacional, declaró a +972 y Local Call: «Incluso si las bombas que liberan el gas son convencionales y el gas es solo un subproducto de las mismas, el uso deliberado de este “efecto secundario” como método de guerra viola las prohibiciones establecidas en las leyes de conflicto armado. El uso de gas tóxico o asfixiante en combate contraviene las disposiciones de la Chemical Weapons Convention de 1997, así como las declaraciones internacionales de larga data anteriores a ella, y está clasificado en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional como un crimen de guerra».
Sarah Harrison, analista senior del International Crisis Group y exabogada del Pentágono, que asesoró a las fuerzas armadas estadounidenses, afirmó que el uso intencional de monóxido de carbono como arma es ilegal a tenor del derecho internacional consuetudinario. Aunque las bombas antibúnker no están prohibidas per se, «si la intención es utilizar únicamente el arma convencional como un dispositivo para transportar lo que de otro modo sería un arma química, entonces ello constituiría, en mi opinión, un uso ilegal de la misma», dijo Harrison a +972 y Local Call. «Existen muchas armas legales que pueden utilizarse de forma ilegal». En respuesta a nuestra consulta, un portavoz del ejército israelí volvió a negar que las FDI utilicen esta técnica para matar a líderes de Hamás, calificando la acusación de «infundada».
Creación de trampas mortales
Hazoot y otras fuentes revelaron que el primer intento de Israel de emplear bombas antibúnker para causar muertes masivas entre los militantes mediante la asfixia inducida por el gas de monóxido de carbono fue en la «Operación Relámpago», el bombardeo masivo de la red de túneles de Hamás efectuado en el marco de la «Operación Guardián de los Muros» en mayo de 2021. Antes de esa operación, explicó una fuente de la Fuerza Aérea Israelí, los mandos profesionales de la Fuerza Aérea expresaron su preocupación ante el hecho de que el uso extensivo de bombas antibúnker lanzadas para detonar bajo tierra pudiera provocar el derrumbe de edificios enteros en la superficie, poniendo en peligro a un gran número de civiles. De acuerdo con nuestra fuente de información: «Intentamos transmitir al nivel de mando que esta operación era arriesgada, que los edificios podrían derrumbarse y que no comprendíamos totalmente lo que podría suceder, pero el la decisión del alto mando fue seguir adelante de todos modos».
Estas predicciones se materializaron durante la operación del 16 de mayo de 2021. El ataque a la red de túneles de Hamás en el barrio de Rimal de la Ciudad de Gaza derrumbó varios edificios residenciales, matando a cuarenta y cuatro civiles. Hazoot explicó que durante la operación «Guardián de los Muros», el ejército israelí pretendió engañar a Hamás, haciéndole creer que las tropas israelíes estaban a punto de invadir Gaza, lo que provocaría que sus operativos se retiraran a los túneles. En el ataque subsiguiente, afirmó Hazoot al periódico israelí Israel Hayom en una entrevista concedida el año pasado, el ejército esperaba matar «entre quinientos y ochocientos operativos» por asfixia al lanzar «cuatrocientas sesenta bombas antibúnker sobre ellos simultáneamente».

El engaño fracasó: los operativos de Hamás no entraron en los túneles, pero el bombardeo continuó de todos modos. Las fuentes israelíes afirmaron que estos ataques conmocionaron a algunos miembros de la Fuerza Aérea Israelí y del Mmando Sur, ya que consideraban que las acciones carecían de lógica militar una vez que se hizo evidente que los operativos de Hamás no se retiraban a los túneles, presagiando algunos de los modos de operación del ejército desde el 7 de octubre de 2023. «En cierto momento, [el ejército israelí] se dio cuenta de que Hamás había descubierto la estrategia. Y dijeron: «Bueno, vamos a volarlo todo y crear destrucción», afirmó una fuente militar. «No hubo una toma de decisiones racional. No parecía que hubiera un propósito. Parecía un intento de mostrar poder». En opinión de Hazoot, Hamás no tardó en darse cuenta. «Hamás aprendió la lección de la operación “Guardián de los Muros”», explicó. «Compraron mil trescientas puertas antiexplosión y las distribuyeron por los túneles. Crearon múltiples conductos de ventilación para dispersar los gases y también implementaron nuevas técnicas de excavación de túneles que implicaban giros y vueltas», técnicas que, según Hazoot, ayudaban a atrapar el gas y evitar que se propagara más. De hecho, un portavoz de Hamás confirmó a +972 y Local Call: «Las Brigadas Al-Qassam tomaron medidas para proteger a sus efectivos en los túneles de los gases que el ejército israelí enviaba durante sus ataques».
Una fuente de la inteligencia israelí involucrada en la actividad militar tanto en Gaza como en el Líbano dijo a +972 y Local Call que el consenso en el establishment de seguridad israelí es que el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, probablemente también murió por asfixia, aunque en el Líbano el gas no se utilizó como método de asesinato deliberado, como sí se hizo en Gaza. «En el caso de Nasrallah, se lanzaron docenas de bombas y las FDI esperaban que una de ellas detonara y lo matara directamente en el búnker», dijo la fuente. «En Gaza, por otro lado, cuando se ataca un túnel, no se sabe exactamente dónde se encuentra la figura de alto rango que se desea eliminar. Así que se atacan varias áreas del túnel, creando la posibilidad de que muera por asfixia». El uso deliberado por parte del ejército de la asfixia inducida por el gas de monóxido de carbono como técnica de asesinato utilizada en Gaza también fue destacado por Nir Dvori, analista militar del Canal 12 de Israel, en su análisis del bombardeo que mató al alto mando de Hamás Marwan Issa en el campo de refugiados de Nuseirat en marzo de 2024. «La Fuerza Aérea Israelí utilizó bombas antibúnker y explosivos especialmente pesados para atacar el complejo subterráneo», escribió Dvori, citando fuentes militares. «El motivo del intenso bombardeo y de las explosiones secundarias era garantizar que cualquiera que no muriera por la propia explosión o por el colapso del túnel falleciera por asfixia o inhalación de sustancias peligrosas».