Nieves Abarca 2 de febrero
Decía yo el otro día por aquí que no eres nadie si no estás en las redes sociales. Bueno, si estás en ellas en un santiamén también puedes pasar a ser nadie. No sé si me estoy liando un poco, pero algo así le ha pasado a Karla Sofía Gascón. La actriz trans española nominada a los Oscar por “Emilia Pérez” ha pasado del cielo woke al infierno woke al salir a relucir algunos de sus tuits en los que no dejaba títere con cabeza. Porque lo que no podemos criticarle a Karla es que se calle. No, no. Ella dispara a todo lo que es sagrado, sin ningún tipo de concesión, como un pistolero del Lejano Oeste. Al vicepresidente de Galapagar le obsequió con un par de insultos apañados en la época del COVID, mientras su mujer la viajera Irene felicitaba a la actriz por la nominación. El presidente del gobierno no se libró tampoco de su furia titánica, pero eso era antes del wokismo, ahora tocaba ser educada y como nadie sabía que Karla escondía dentro un ser con palillo, carajillo y bar de serrín, el presidente lo felicitó por su nominación inconsciente de sus actos impuros. Y ella respondió encantada. Poderoso caballero.
La colección de tuits imparables de Karla es coronada con una crítica bastante mordaz a su compañera de reparto en la película, Selena Gómez. Selena es muy famosa y muy woke, con tendencia a la lloradera en redes para sentirse mejor, así que dudo mucho que le haya sentado nada bien saber que su nueva amiga en el pasado la llamaba “rata”. La gracia de todo este delirio es que hasta hace dos días Karla era el centro de lo woke, un pastel deseado por todos, encumbrada por ser transexual en una película que se podría denominar delirante cuanto menos. Va de un narco mexicano malísimo pero buen padre que quiere cambiar de vida y convertirse en mujer, osea, un ser de luz divina. Para ello contrata a una abogada que le lleva todo el camino de conversión.