Después del alto al fuego que firmaron conjuntamente el gobierno sionista de Israel con Hamás el pasado viernes, las fuerzas militares israelíes han tardado poco tiempo en retomar la senda de la destrucción y el exterminio del pueblo palestino. Esta vez ha ocurrido fuera de la Franja de Gaza, en la región de Cisjordania, el segundo gran territorio que forma parte del Estado de Palestina.
Las IDF de Israel bombardearon la ciudad de Yenín acabando con la vida de 10 palestinos, incluido un menor, e hiriendo a otras 40 personas. Además, colonos israelíes también atacaron varias aldeas del norte del territorio cisjordano. La operación, que según el Ministerio de Defensa israelí ha sido catalogada como ‘Muro de Hierro’, tiene como objetivo eliminar lo que Netanyahu anunciaba como posibles amenazas del “eje iraní dondequiera que envíe sus armas, en Gaza, Líbano, Siria, Yemen” y “Judea y Samaria” nombre que otorgan los sionistas al territorio de Cisjordania.
Desde Al Jazeera informaban que, durante la mañana del miércoles, después de la incursión militar, los soldados israelíes habían arrestado al menos a 25 palestinos, según la información que proporcionaba la Comisión de Asuntos de Detenidos y Exdetenidos de Palestina, una agencia gubernamental que vela por el bienestar de los prisioneros palestinos en las cárceles de Israel, creada en 1998. Pero ahí no termina la ofensiva. Mientras sucedía el bombardeo en Yenín, Israel aumentaba el número de controles y barreras para limitar el movimiento de los palestinos.
Ciudades de cientos de miles de habitantes como Hebrón, solo superada en población por Gaza y Jerusalén, y que es controlada en un 20% por Israel (la zona conocida como H2; H1 correspondería a la zona que formalmente administra el gobierno palestino), fueron obligadas a cerrar todas sus entradas, aislando a miles de sus habitantes. También hubo arrestos en importantes ciudades como Ramallah y Bethlehem (Belén). El alcalde de Yenín, Muhammad Jarar afirmaba hace pocas horas que los militares israelíes han forzado a cientos de residentes a abandonar sus hogares en el campo de refugiados de la ciudad para trasladarse a la localidad de Wadi Burqín, en el marco de la operación ‘Muro de Hierro’ contra supuestas milicias palestinas en la zona.
Todas estas tácticas que está llevando a cabo Israel son, en palabras del ministro de Defensa sionista, Israel Katz, “un cambio en la estrategia de seguridad” que hasta ahora llevaba realizando el ejército israelí. La operación Muro de Hierro supone “una primera lección del método de ataques repetidos en Gaza”. La estrategia, a priori, parece la misma: los palestinos van a seguir sufriendo atrocidades masivas que ya se han cobrado la vida de más de 47.000 personas desde octubre de 2023. Las tácticas, eso sí, muestran ser cada vez más criminales, basadas en lógicas cada vez más militaristas.
La Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas también ha recordado a Israel que tiene la obligación legal de “desmantelar y evacuar a todos los colonos de la zona de Cisjordania ocupada” según resolución aprobada en la Asamblea General de la ONU el 13 de septiembre de 2024, aunque recordando que Israel ocupa ilegalmente desde 1967 gran parte del territorio que corresponde al Estado de Palestina.
Como informábamos desde Diario Red, ni el alto al fuego aborda las causas principales de la limpieza étnica que sufre el pueblo palestino desde 1948 ni el gobierno israelí (y sus socios norteamericanos) ha renunciado a la colonización de Palestina, por lo que el acuerdo puede traducirse en una simple pero necesaria suspensión temporal del genocidio. Los atentados cometidos contra la población palestina en Cisjordania enseñan que la declaración de guerra que realizó Israel contra Hamás en la práctica se extiende a toda persona palestina.
El acuerdo del cese al fuego también muestra la capacidad de Israel de obtener las victorias políticas que mediante sus demoledoras campañas militares no siempre consigue. El frágil acuerdo que alcanzó Israel con el grupo terrorista de Hezbolá en Líbano a finales de noviembre de 2024 es un ejemplo de ello: soldados sionistas extendiéndose por zonas que no entraban en el acuerdo, destrucción de infraestructura después del alto al fuego, aumento de los controles fronterizos y puestos de control, asesinatos de civiles libaneses... El gobierno de Tel Aviv ha utilizado desde hace décadas las treguas y los acuerdos de paz para reforzar sus éxitos militares.
El caso de Palestina parece revivir esa situación de un modo desafortunadamente parecido. Los bombardeos en Yenín son unos de los primeros gestos que muestran el frágil carácter del acuerdo firmado. Además, sus garantes internacionales (Qatar, Estados Unidos y Egipto) se han decantado hasta ahora por los intereses del gobierno de Israel antes que por alcanzar un digno acuerdo de paz.
La Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas también ha recordado a Israel que tiene la obligación legal de “desmantelar y evacuar a todos los colonos de la zona de Cisjordania ocupada” según resolución aprobada en la Asamblea General de la ONU el 13 de septiembre de 2024, aunque recordando que Israel ocupa ilegalmente desde 1967 gran parte del territorio que corresponde al Estado de Palestina.
Como informábamos desde Diario Red, ni el alto al fuego aborda las causas principales de la limpieza étnica que sufre el pueblo palestino desde 1948 ni el gobierno israelí (y sus socios norteamericanos) ha renunciado a la colonización de Palestina, por lo que el acuerdo puede traducirse en una simple pero necesaria suspensión temporal del genocidio. Los atentados cometidos contra la población palestina en Cisjordania enseñan que la declaración de guerra que realizó Israel contra Hamás en la práctica se extiende a toda persona palestina.
El acuerdo del cese al fuego también muestra la capacidad de Israel de obtener las victorias políticas que mediante sus demoledoras campañas militares no siempre consigue. El frágil acuerdo que alcanzó Israel con el grupo terrorista de Hezbolá en Líbano a finales de noviembre de 2024 es un ejemplo de ello: soldados sionistas extendiéndose por zonas que no entraban en el acuerdo, destrucción de infraestructura después del alto al fuego, aumento de los controles fronterizos y puestos de control, asesinatos de civiles libaneses... El gobierno de Tel Aviv ha utilizado desde hace décadas las treguas y los acuerdos de paz para reforzar sus éxitos militares.
El caso de Palestina parece revivir esa situación de un modo desafortunadamente parecido. Los bombardeos en Yenín son unos de los primeros gestos que muestran el frágil carácter del acuerdo firmado. Además, sus garantes internacionales (Qatar, Estados Unidos y Egipto) se han decantado hasta ahora por los intereses del gobierno de Israel antes que por alcanzar un digno acuerdo de paz.