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¿Podemos creer en un alto al fuego en Gaza? #ElCierre

 Si José Maria Aznar nos dice mañana que va a trabajar por la paz, ¿le creerías? Pues esto es lo que ocurre con la credibilidad de Joe Biden y sus “intentos” de alcanzar un alto al fuego


A Joe Biden le queda apenas una semana más en la Casa Blanca antes de cederla a su nuevo inquilino, Donald Trump. Y en esa semana tal parece que quiere dejar algo opuesto a lo que ha hecho durante todo su periodo al mando. Opuesto. Contrastante. Distinto. Pero la hipocresía, al igual que la mentira, tiene patas cortas.

El presidente Joe Biden ha asegurado que “está a punto” de salir adelante un acuerdo que garantice la liberación de los rehenes y logre un alto al fuego en Gaza y que su administración trabaja con urgencia para cerrarlo. Nuestro nuevo Ghandi, parece. Por un lado, es evidente que la idea de llegar al final del mandato tiene peso y genera consecuencias. Pero seamos honestas, ¿es posible creerle a estas alturas? Y ya no digo sólo a Joe Biden, sino sobre todo al Estado de Israel y a Netanyahu, el criminal de guerra con orden de captura a nivel internacional –una orden que seguramente Joe Biden no cumpliría porque, entre otras cosas, la rechazó públicamente cuando fue anunciada–. Pero, como decía, la cuestión es hasta qué punto creer en los alto al fuego posibles cuando tenemos a un estado ejecutando una limpieza étnica, un genocidio y un derecho internacional incapaz de detenerlo. Algo que, por cierto, lo ha envalentonado al punto de saberse impune del todo con respecto a lo que se llama derecho internacional pero podríamos llamar ya “ex-derecho internacional” pues hoy claramente ha muerto. 

Más detalles. Fuentes de Hamás han confirmado que no hay comentarios sobre el borrador del acuerdo que anuncia Biden. La ultraderecha israelí que forma parte del gobierno de Netanyahu ya se opuso, como no podía ser de otro modo. Pero aquí está Biden, nuestro Mandela, diciendo que logrará por fin un alto al fuego ahora que deja la Casa Blanca. 

Vamos a ser claras: no importa sólo lo dicho ni la intención, importa mucho quien enuncia. Un ejemplo: si José Maria Aznar nos dice mañana que va a trabajar por la paz, ¿le creerías? Pues esto es lo que ocurre con la credibilidad de Joe Biden y sus “intentos”, valgan todas las comillas, de alcanzar un alto al fuego. Tal vez lo que habría tenido que hacer Joe Biden es no aprobar la venta militar a Israel por 8 mil millones de dólares en este mismo mes. Repito: este mismo mes, enero, inició el año 2025 con Estados unidos y su presidente, Joe Biden, haciendo lo mismo que siempre y todavía con más crudeza pues la orden de captura contra el genocida Netanyahu ya estaba sobre la mesa: destinar 8.000 millones de dólares en venta militar a Israel. ¿Este es el señor que nos va a conducir a un alto al fuego en la región? Permítanme reír por no llorar. 

Ahora bien, intentemos ser optimistas y digamos que, a lo mejor, a una semana de dejar Casa Blanca, Biden decide hacer todo lo contrario a lo que ha hecho durante su mandato como cómplice de Netanyahu y de este genocidio y, en efecto, logra que su amigo Bibi firme el acuerdo; ya les digo yo que, pese a que queremos ser optimistas, nos lo ponen muy difícil. ¿Acaso no ha violado ya Israel los altos al fuego durante este más de un año de genocidio? ¿Acaso no ha violado Israel todos los tratados que desde la ONU lo obligan, desde antes de 1950, a no actuar como ha hecho recurrentemente? ¿Acaso no se ha saltado Netanyahu todo lo que él mismo se supone que había suscrito? La respuesta es sí. Un alto al fuego será solo eso… Una intención para que Biden se despida con algún aplauso de los ingenuos que crean que esto significa algo, lamentablemente. Pregúntenle a quienes están en Cisjordania o Siria –porque en la Franja de Gaza no queda ya casi nadie a quien preguntar– si podemos fiarnos de la palabra o rúbrica de Netanyahu o la de Biden. 

Y por eso es tan importante seguir hablando de Palestina y seguir presionando para acabar con el genocidio con todas las formas posibles. Ayer, Podemos solicitó al Gobierno que impida entrar en España al equipo y los aficionados del Maccabi Tel Aviv. Ese mismo equipo cuyos aficionados se dedicaron a gritar proclamas sionistas y destrozar cosas a su paso en Amsterdam aunque luego los medios te contaron que, cuando recibieron respuesta, fueron ellos las víctimas. Ya sabemos del poder mediático que juega a favor del genocida mintiendo como en este caso o llamando “guerra” hasta hoy, martes 14 de enero de 2025, a lo que es a todas luces un genocidio.

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, no ha desperdiciado la ocasión para responder a Podemos sobre su pedido en la línea hipócrita habitual de este gobierno. Ha dicho que “tenemos que dejar el deporte de lado”. Claro, en Eurovisión hay que dejar la música de lado; en comercio de armas, hay que dejar “las reglas del comercio” de lado; en materia de las embarcaciones que entran en nuestras costas y luego llevan material militar a Israel, hay que dejar los mapas de lado también, ¿verdad, señor Ministro? ¿O será que lo que está pidiéndonos es que “nos pongamos de lado”? Es decir, de lado de Netanyahu, quien en estas acciones cuenta con la más poderosa carta para mantener la impunidad pese a la sangre que tiene en las manos.

Nos dirán, si hay un alto al fuego, que se ha logrado, que celebres, que aplaudas. Ya te digo, que si lo que celebramos es un ejercicio de propaganda, ahí sí lo habremos perdido todo. Por los más de 60 mil muertos, como señala The Lancet, no nos dejemos engañar ni nos conformemos con los acuerdos firmados entre los dos grandes responsables de cada una de estas muertes, de los niños que mueren de hambre, de los periodistas asesinados y de los cuerpos despedazados. Si Biden y Netanyahu han de firmar algo es sólo el papel que los tenga en prisión por lo que han hecho en conjunto. Cualquier alto al fuego acordado entre estos sujetos será siempre una rendición. ¿En serio creemos que Netanyahu va a cumplir? Piénsatelo bien. Hasta mañana.