Este texto prolonga la «Biografía no exhaustiva para (re) pensar Palestina» sobre el genocidio perpetrado por el Estado terrorista de Israel en Gaza para reivindicar la dignidad, la memoria y el derecho de existencia política del pueblo palestino
Los amigos de la école de philosophie publicaron en lundimatin #447/Diario Red, una «Bibliografía no exhaustiva para (re)pensar Palestina», que yo continúo aquí. En efecto, resulta obvio que los inicios de 2025 no es el momento de olvidar Palestina, si es que en algún momento lo ha sido: no olvidar Gaza, pero tampoco Jerusalén y Cisjordania, donde la empresa colonial muestra una ferocidad que carece de precedentes.
1. Me gustaría empezar con dos obras históricas complementarias: Palestine Israël: Une histoire visuelle (2024), de Philippe Rekacewicz y Dominique Vidal, y La conquête de la Palestine: De Balfour à Gaza, une guerre de cent ans (2024), de Rachad Antonius.
El primero, como sugiere su título, pretende mostrar la conquista de Palestina por Israel al hilo de «más de ochenta documentos cartográficos, [que] recorren siglo y medio de historia». Philippe Rekacewicz es uno de los moderadores de la excelente página web visionscarto.net en la que puede encontrarse, entre otras innumerables aportaciones a cuál más interesante, una presentación de este libro: «Parce que l’histoire ne commence pas le 7 octobre». Rekacewicz lleva mucho tiempo trabajando y pensando en las posibles formas de dar vida a la geografía y de hacerla accesible: visionscarto.net pretende ser «un lugar donde cualquiera que quiera pensar en conceptos originales de cartografía, como, por ejemplo, la cartografía participativa, la cartografía radical o la cartografía narrativa, se sienta a gusto». En cuanto a Dominique Vidal, es bien conocido por su compromiso propalestino y su labor como periodista e intelectual involucrado en Oriente Próximo, en general, y en Israel-Palestina, en particular. Ha colaborado con Alain Gresh, que dirige orientxxi.info, cuya lectura jamás podre dejar de recomendar. En resumen, la colaboración entre el periodista y el cartógrafo ha dado como resultado un libro muy pedagógico.
El libro está dividido en seis capítulos, que analizan primero las grandes etapas del sionismo y luego la creación del Estado de Israel y las guerras, que este ha librado hasta nuestros días. Cada capítulo incluye una serie de mapas y/o infografías, recuadros sobre un tema concreto y una narración que se extiende a lo largo del libro, todo lo cual muestra el implacable despliegue (podría decirse la implacable apisonadora) del «colonialismo de colonos» sionista. Comenzamos a saber que lo que se traduce normalmente como «colonialismo de asentamiento» [settler colonialisme] y que corresponde, entre otros casos, a la forma de dominio colonial sobre Abya Yala (continente bautizado América por quien todos sabemos), es una empresa estructuralmente genocida. El objetivo es acabar con los pueblos indígenas para robarles sus tierras e instalarse en su lugar. Quítate de en medio para que yo ocupe tu lugar, dicho de modo sumario.
Un solo mapa, el incluido en la página 33, podría bastar para establecer la intención que hay detrás de este proyecto criminal. Este mapa muestra, marcada con una línea roja, la zona reclamada por los sionistas para el establecimiento de su «Hogar nacional» en Palestina en la Conferencia de Paz de París de 1919, la cual, conviene recordar, auspició las negociaciones efectuadas entre los protagonistas de la Primera Guerra Mundial, que condujo a la desaparición de los «Imperios centrales», alemán y austrohúngaro, y del Imperio otomano. Las potencias imperialistas vencedoras obtuvieron «mandatos» de la Sociedad de Naciones, eufemismo para decir «derecho de dominación colonial» sobre unos u otros territorios. Palestina fue concedida al Reino Unido. También sabemos que el primer reconocimiento oficial del proyecto sionista, esto es, de un «Hogar nacional judío» en Palestina por parte de un Estado occidental, vino de la mano de Lord Balfour, secretario del Foreign Affairs británico, en 1917. Sea como fuere, los dirigentes israelíes no parecen haber perdido nunca de vista esta «línea roja» como objetivo de su diplomacia y sobre todo de sus aventuras militares; mencionaré aquí tan solo los Altos del Golán (sirios) y el sur del Líbano. Muy recientemente, el ejército israelí aprovechó la situación de interregno imperante en Siria para adentrarse un poco más en la región del Golán, mientras lograba imponer a Hezbolá una retirada de aproximadamente treinta kilómetros al norte de la frontera libanesa, franja de territorio que corresponde aproximadamente a la línea de la reivindicación territorial esgrimida en 1919.
No es la primera vez que Rutte carga contra presupuestos y medidas sociales. Durante 2020 y 2021, cuando ejercía como primer ministro de Holanda, amenazó en varias ocasiones al ejecutivo español con bloquear los fondos europeos de recuperación posteriores a la pandemia. El objetivo del neerlandés era forzar a los partidos del gobierno, PSOE y Unidas Podemos, a adoptar reformas económicas neoliberales como la flexibilización y extensión de las pensiones. El discurso que justificaba la injerencia era uno de necesidad económica y se dirigía a los ciudadanos españoles argumentando que “vosotros tenéis que encontrar la solución dentro de España, y no en la Unión Europea como se trata de hacer ahora”.
En la actualidad, Rutte se dirige a los estados miembros de la OTAN desde su nuevo puesto apelando a una nueva necesidad de tipo militar. Los encomia a no buscar soluciones en EE.UU. sino en sus propios bolsillos y a asumir el coste necesario. Durante un discurso reciente en Bruselas, se refirió a los estados como sigue: “Díganles (a sus ciudadanos) que aceptan hacer sacrificios hoy para que podamos estar seguros mañana".