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Siempre nos quedará el feminismo

 Breve reseña sobre la película "Siempre nos quedará mañana" de Paola Cortellessi


Bajo el cielo apagado de la Roma de posguerra, en esa penumbra de mesa gris donde la incomodidad es una llovizna que moja nuestra mirada y se alza como un canto silente, Siempre nos quedará mañana canta con voz desgarrada las historias de quienes, desde el silencio, construyen mundos y soportan pesos que nunca pidieron cargar.

Siempre nos quedará mañana es un cuadro pintado con los tonos opacos de la resignación y los destellos fugaces de la esperanza, ese brote verde que aparece en medio de un campo invernal.

Paola Cortellesi ha dirigido este poema visual con una mirada que mezcla ternura y crudeza, desnudando el alma de una mujer atrapada en las redes del patriarcado más feroz, atrapada en un blanco y negro que, aunque la danza coral se empeñe en suavizarnos, nos persigue como una sombra inmortal,  como pasos y huellas mudas de un sol condenado a la tibieza.

Paola Cortellessi y Delia -la protagonista- acarician los muros de las cuatro paredes del infierno, la miseria y el hambre en punto, siempre presentes. Ellas se deslizan por el suelo, se arrastran, pero nacen cada mañana al abrazo del día.
Delia y su penumbra esconden sus secretos escritos en la sintaxis de la memoria, en una carta que siempre nos quedará para hoy. Una plegaria por un mundo donde las mujeres no deban soportar con una sonrisa los puñetazos de la vida. Es, en esencia, una carta de amor a todas aquellas que, en medio de las sombras, han soñado con un mañana mejor.

Delia se mueve como una sombra, cargando el dolor con la gracia de quien ha olvidado cómo rebelarse

 Cada escena de esta pieza es un retazo de vida cotidiana, un mosaico donde la violencia no grita, pero está presente en los ojos de las hijas que aprenden a callar, en las miradas de las vecinas que observan y no actúan, en el gesto robótico de una mujer que ha aprendido a tolerar lo intolerable. Insisto. Es un poema escrito en actos, donde cada palabra no dicha resuena más fuerte que cualquier grito.

Delia se mueve como una sombra, cargando el dolor con la gracia de quien ha olvidado cómo rebelarse. Es apenas un fragmento del brote verde e imperceptible que germina en el adoquín y al que todo el mundo pisa, al que nadie ve. Pero ese brote trepa al infinito como un testigo desdibujado de nuestras historias que se apagan, se alargan y se pierden al caer la tarde. Pero está ahí, para que tomemos con nuestras manos la piedra imperial y la arrojemos para romper el horizonte plomizo de una ciudad muda.

Delia, en tu danza hay misterio, un eco de lo efímero, un recordatorio de que la luz, para brillar, necesita de la oscuridad. Quizás, en tu oscuridad, descubrimos que no tememos a la noche, sino a lo que llevamos oculto y, a veces, anclamos nuestros miedos al alfiler de la rabia bajo la luz que pretendemos proyectar.

Siempre nos quedará mañana es un tapiz donde la comedia y el drama se entrelazan como hilos de un bordado que ilumina, al mismo tiempo que duele, pero que también lastima

Delia es la encarnación de una fortaleza rota, de una lucha que se libra en silencio, bajo el peso de un patriarcado enquistado en la historia que no perdona, que no afloja, que aprieta y ahoga como un dios analfabeto. Delia: Sospecho que dios condena lo que ignora.

En cada esquina de su hogar, en cada gesto medido, se ocultan las resonancias de una violencia que no necesita gritos para estremecer. Pero es precisamente en ese silencio donde la película encuentra su fuerza enfrentando al espectador con la incomodidad de lo cotidiano, lo normalizado, lo que "siempre ha sido así".


Siempre nos quedará mañana es un tapiz donde la comedia y el drama se entrelazan como hilos de un bordado que ilumina, al mismo tiempo que duele, pero que también lastima. El dolor no se parece a la herida, son cosas bien distintas. Por eso Cortellesi nos regala momentos de humor sutil como un respiro necesario entre las tormentas que se desatan a cada instante, mientras la música acaricia las escenas como un murmullo esperanzador en medio del caos y el horror. Dancing in the dark, el espacio donde la verdad se desnuda, donde los ecos y los pies del universo resuenan como un relámpago sin palabras.

Sin embargo, más allá de su belleza estética, -no cabe discusión alguna- Siempre nos quedará mañana también es un grito de protesta que aparece dándonos la pista del presente. Cortellesi no solo escribe versos para Delia, sino a todas las mujeres que, como ella, han sido invisibles, que han soportado el gran peso de lo insoportable, que han amado incluso desde la opresión.


Siempre nos quedará mañana es un tapiz donde la comedia y el drama se entrelazan como hilos de un bordado que ilumina, al mismo tiempo que duele, pero que también lastima. El dolor no se parece a la herida, son cosas bien distintas. Por eso Cortellesi nos regala momentos de humor sutil como un respiro necesario entre las tormentas que se desatan a cada instante, mientras la música acaricia las escenas como un murmullo esperanzador en medio del caos y el horror. Dancing in the dark, el espacio donde la verdad se desnuda, donde los ecos y los pies del universo resuenan como un relámpago sin palabras.

Sin embargo, más allá de su belleza estética, -no cabe discusión alguna- Siempre nos quedará mañana también es un grito de protesta que aparece dándonos la pista del presente. Cortellesi no solo escribe versos para Delia, sino a todas las mujeres que, como ella, han sido invisibles, que han soportado el gran peso de lo insoportable, que han amado incluso desde la opresión.

Un poema cinematográfico que, como las mejores historias, no termina al salir del cine, sino que permanece para siempre como una brisa resonando en el alma

Sin embargo, entre tanta penumbra, hay chispas de luz. La amistad de Delia con la tendera es un espacio de sosiego, un respiro entre el abismo y el espanto. La banda sonora, dulce, nostálgica, que acaricia la dureza de las imágenes como un bálsamo para el alma, que encuentra en el amor incondicional de una madre y una hija la fuerza para romper un ciclo de opresión. El poema cinematográfico alcanza su clímax dejándonos suspendidas entre la tristeza de lo vivido y la esperanza de lo que podría ser. De lo que inevitablemente está siendo, de lo que inevitablemente será.

Paola Cortellesi nos entrega una obra que no se limita solo a narrar con imágenes, sino que nos abraza, nos sacude, nos despierta. Es un grito que nace del silencio, una llama que desafía la oscuridad, la voz de los siglos y de las manos unidas que, juntas, levantan el mundo desde las raíces.

Siempore nos quedará mañana; un poema cinematográfico que, como las mejores historias, no termina al salir del cine, sino que permanece para siempre como una brisa resonando en el alma.


Duración:113 min
País: Italia
Dirección: Paola Cortellesi
Protagonistas: Paola Cortellesi, Valerio Mastandrea, Romana Maggiora Vergano
Guion: Furio Andreotti, Giulia Calenda, Paola Cortellesi
Plataforma: Movistar Plus+