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Dado que la aritmética parlamentaria no ha cambiado, las opciones de Macron vuelven a ser básicamente tres: la que tomaría un demócrata o las dos posibles versiones del cordón sanitario a la izquierda

 


En las pasadas elecciones legislativas francesas de julio de este año, la primera fuerza en número de escaños obtenidos en la Asamblea Nacional fue el Nuevo Frente Popular de izquierdas. De hecho, los 182 diputados y diputadas obtenidos por la coalición, así como los 168 que obtuvo el partido de Macron —segunda fuerza en la Asamblea— fueron el resultado de una 'alianza republicana' entre ambas formaciones que se aprovechó del sistema mayoritario puro a segunda vuelta de circunscripciones pequeñas para, retirando candidatos de uno y otro y emitiendo consigna de voto para apoyar al que permanecía en la carrera, establecer un cordón sanitario a la extrema derecha de Marine Le Pen. De esta forma, aunque la Agrupación Nacional —liderada formalmente por Jordan Bardella— consiguió el liderazgo en voto popular, con más de 10 millones de papeletas, se quedó en tercer lugar por número de escaños, con 143 asientos.

Con este resultado y teniendo en cuenta que el Nuevo Frente Popular y Juntos por la República suman mayoría absoluta de escaños en la Asamblea Nacional resultante, lo lógico es que el presidente Emmanuel Macron hubiese utilizado la potestad que le confiere la Constitución francesa para proponer al legislativo un primer ministro de la coalición con más escaños —el Nuevo Frente Popular— y que perteneciese al partido mayoritario de dicha coalición: La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. Esto habría sido lo más razonable desde el punto de vista de la legitimidad democrática y, si los de Macron considerasen que el programa del NFP es demasiado de izquierdas para su gusto, siempre habrían podido quedarse fuera del nuevo gobierno y obligarlo a negociar cada una de las leyes en la Asamblea.

En lugar de respetar el resultado electoral, Macron decidió cambiar el cordón sanitario a la extrema derecha que le había permitido obtener 168 escaños con algo más de 6,5 millones de votos por un cordón sanitario a la izquierda

Sin embargo, en lugar de respetar el resultado electoral, Macron decidió cambiar el cordón sanitario a la extrema derecha que le había permitido obtener 168 escaños con algo más de 6,5 millones de votos por un cordón sanitario a la izquierda. En cuanto se abrió el debate de quién tenía que ser el próximo primer ministro, lo primero que se puso encima de la mesa es que en ningún caso podría ser alguien de LFI —repetimos, el partido más grande de la coalición con más escaños— y los miembros del Partido Socialista francés —integrado en el NFP—, con François Hollande a la cabeza, apoyaron el veto antidemocrático a sus supuestos compañeros. Quizás pensaron que eso les garantizaba un pasaporte hacia el nuevo gobierno pero Macron ni siquiera les hizo el aprecio de contar con ellos como recompensa a su traición. El líder de una formación supuestamente 'liberal' prefirió buscar el apoyo de los herederos del colaboracionismo nazi antes que siquiera intentar un acuerdo con la izquierda democrática. Así, propuso a la Asamblea a un derechista duro como Michel Barnier y consiguió el apoyo de Le Pen para su investidura, aunque la ultraderecha ya advirtió desde el principio que no iban a garantizar su continuidad si Barnier no hacía exactamente lo que ellos querían.

Tres meses después y con la excusa de los presupuestos, Le Pen ha cumplido con su amenaza y ha hecho caer al gobierno más breve de la V República y al primero que decae mediante una moción de censura desde el ejecutivo de Pompidou en 1962.

Dado que no puede volver a convocar elecciones legislativas hasta que no haya pasado un año y que ya ha cerrado la puerta a la anticipación de las elecciones presidenciales, la única opción que le queda a Macron después del tremendo fiasco es volver a proponer a la Asamblea Nacional otro candidato a primer ministro que sea capaz de recabar la mayoría de los votos.

Dado que la aritmética parlamentaria no ha cambiado, sus opciones vuelven a ser básicamente tres: la que tomaría un demócrata o las dos posibles versiones del cordón sanitario a la izquierda. La opción democrática ya la hemos comentado: consiste en proponer un candidato o candidata del partido más grande de la coalición con más escaños, LFI de Mélenchon. Como no parece plausible que la derecha neoliberal se vaya a volver demócrata de la noche a la mañana, tenemos que pronosticar, sin embargo, que eso no va a ocurrir y que tenemos que considerar, en cambio, las otras dos posibilidades.

Asumiendo que Macron va a intentar volver a establecer un cordón sanitario a la izquierda, hay al menos dos maneras de hacerlo. Puede volver a repetir la jugada de buscar el apoyo de la ultraderecha mediante un candidato de su agrado —esto es, de hecho, lo que se rumorea que está pensando— o puede intentar partir al NFP mediante un veto a su parte más izquierdista —y más grande—, buscar el apoyo de la derecha tradicional (que tiene 60 escaños) y cruzar los dedos para que le salgan los números.

La primera opción supondría romper el cordón sanitario a la ultraderecha, pero esto ya hemos visto que no le causa ningún tipo de problema moral a la corriente política que sería el equivalente del extinto Ciudadanos en España. De hecho, ni siquiera a los socialdemócratas (incluido al PSOE) le causa ningún problema moral formar gobierno con los herederos del fascismo como ya hemos visto en la reciente conformación de la Comisión Europea.

La otra opción también es perfectamente viable en lo político. Podría parecer que es un pacto contra natura que los 'socialistas', los 'comunistas' o los 'verdes' formen parte de una dirección de gobierno junto a los neoliberales de extremo centro y los homólogos franceses del PP. Pero esto es justo lo que ocurre en Alemania (si excluimos a los comunistas de la ecuación) y no podemos olvidar que, en España, todo el sector de Unidas Podemos que no era Podemos estaba a favor de un gobierno de coalición entre Pedro Sánchez y Albert Rivera en 2016.

Lamentablemente y como vamos a volver a ver en Francia, lo único que tienen claro las fuerzas sistémicas es la necesidad perentoria de establecer un cordón sanitario a la izquierda verdaderamente transformadora

Lamentablemente y como vamos a volver a ver en Francia, lo único que tienen claro las fuerzas sistémicas es la necesidad perentoria de establecer un cordón sanitario a la izquierda verdaderamente transformadora. A los herederos políticos de los nazis y los fascistas, no. A la izquierda, sí. El corolario político es, por lo tanto, también evidente. La única forma en la que la izquierda puede acceder al gobierno es mediante la fuerza de los números y la eliminación de las alternativas. Eso es lo que ocurrió en España después de las elecciones del 10 de noviembre de 2019 con la desaparición de Ciudadanos y esa es la única manera de que, en Francia, LFI pueda alguna vez gobernar.