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Adiós a Silvia Pinal, la actriz que protegió ‘Viridiana’ del régimen franquista y del Vaticano

 La popular actriz mexicana, que ha fallecido a los 93 años, fue la protagonista de tres de las más importantes obras del cineasta de Calanda, entre ellas la genial y provocadora película que escandalizó al Vaticano y humilló a los fascistas  



Actriz, empresaria, productora, presentadora de televisión e incluso política (fue miembro del PRI y senadora y formó parte de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal de México) falleció tras permanecer varios días ingresada en un hospital de la Ciudad de México por culpa de una infección.

Viridiana fue un ataque brillantísimo al concepto de caridad cristiana y una burla a sus iconos

Silvia Pinal protagonizó una trilogía buñueliana fundamental en la historia del cine: Viridiana, de 1961, El ángel exterminador, estrenada un año después, y Simón del desierto, de 1964. Las tres películas tenían una ligazón además de estar protagonizadas por la estupenda Silvia Pinal: todas tenía toques surrealistas. Viridiana fue un ataque brillantísimo al concepto de caridad cristiana y una burla a sus iconos, El ángel exterminador casi un atentado terrorista contra las élites y Simón del desierto otro magnífico y breve dardo (es un mediometraje) contra el cristianismo.

Buñuel pensó que el lugar ideal para sobrevivir y seguir rodando era México, país que había acogido a centenares de talentos españoles huidos del fascismo

De las tres, Viridiana fue la más aclamada y la que logró la Palma de Oro del Festival de Cannes. Pero hasta llegar a ese momento, Luis Buñuel no lo tuvo nada fácil. Exiliado por culpa de golpe miliar (como comunista Buñuel podría haber acabado como su íntimo amigo Federico García Lorca), buscó trabajo en Hollywood, industria que le pareció absurda y acabó contratado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Pero en plena caza de brujas, Salvador Dalí, que llegó a ser otro gran amigo de Buñuel, denunció en su libro La vida secreta de Salvador Dalí que el director era ateo y comunista.

Con 50 años y sin trabajo, con dos hijos a los que alimentar y viviendo de la ayuda económica que le suministraba su madre, Buñuel pensó que el lugar ideal para sobrevivir y seguir rodando era México, país que había acogido a centenares de talentos españoles huidos del fascismo. En sus fabulosas memorias (Mi último suspiro), Buñuel recuerda así su larga etapa mexicana: “A veces tuve que aceptar temas que yo no habría elegido y trabajar con actores muy mal adaptados a sus papeles, pero no creo haber rodado nunca una sola escena que fuese contraria a mis convicciones a mi moral personal, en estas desiguales películas nada me parece indigno. Y añado que mis relaciones de trabajo con los técnicos mexicanos han sido la mayor parte del tiempo excelentes”. 

Y aquí entra en juego la gran Silvia Pinal, que llevaba haciendo películas desde 1949, cuando Buñuel se nacionalizó mexicano. Había aparecido en peliculitas como Escuela de casadasLa marca del zorrillo Una gallega bailando y se había enamorado del productor actor, guionista y director Gustavo Alatriste, hijo de un organizador de peleas de gallos, hombre de negocios, propietario de revistas y exhibidor (poseía 36 salas en México). Alatriste, también enamorado, le preguntó a Pinal con qué director soñaba trabajar. Y ella, muy segura, le respondió que quería rodar con Buñuel, el genial director de El brutoÉl o La joven. Sabía que con Buñuel haría una película realmente importante.

El encuentro de Buñuel con Gustavo Alatriste y Silvia Pinal, que fue la que realmente hizo posible Viridiana, se produjo gracias a Paco Rabal, que acababa de trabajar con Buñuel en Nazarín. Se cayeron bien de inmediato y Buñuel le contó las historias que tenía para futuras películas. En sus memorias, el director escribe que Alatriste era “una sorprendente mezcla de pillería y de inocencia”, además de “guapo y seductor”. 

En aquellas primeras conversaciones en casa de Alatriste y Pinal, Buñuel les convenció de que podrían debutar como productor y protagonista en la España franquista burlando descaradamente a la censura haciendo pasar la película por un folletín mexicano. La protagonista sería Viridiana, una beata que abandonar el convento, pero traslada sus ideas cristianas a su nueva vida con un su tío, viejo hidalgo viudo que vive solo en su vieja mansión desde la muerte de su esposa, muy parecida a Viridiana. Tras la muerte del hidalgo, Viridiana convierte su mansión en un albergue para pobres y mendigos.

Aquello parecía un pastiche moralista y religioso y, efectivamente, cuando los censores fascistas leyeron el guion, de Buñuel y Julio Alejandro, no vieron, porque no estaba escrito, las metáforas ateas, las alusiones sexuales, el salvajismo de los mendigos, el feroz ataque contra la caridad cristiana y las referencia a La última cena por la que la película se hizo mundialmente famosa. Buñuel se la coló.

Los republicanos exiliados denunciaron a Buñuel por traidor a la República y por haberse vendido al régimen fascista por dinero

El regreso a España, tras conseguir un visado al consulado español en París, fue muy emocionante para Buñuel. Paseando por Barcelona, Zaragoza y finalmente Madrid se le saltaban las lágrimas. En Madrid, cerca del Palacio de El Pardo, residencia de Franco, se rodó Viridiana durante 8 semanas. Cuando llegó la confirmación del rodaje y de la llegada de Silvia Pinar y Gustavo Alatriste a España, se multiplicaron las críticas y los insultos desde México. Los republicanos exiliados denunciaron a Buñuel por traidor a la República y por haberse vendido al régimen fascista por dinero. No sabían, claro, la sorpresa que les guardaba Buñuel. 

La película se hizo con la Palma de Oro, premio que nunca había conseguido el cine español y que no ha vuelto a conseguir

El rodaje fue tranquilo, Buñuel rodó con una eficacia pasmosa y solo sufrió un par de visitas de sicarios del régimen, en concreto del Ministerio de Información y Turismo, dirigido por el falangista Gabriel Arias-Salgado. Sus esbirros pedían visionar lo rodado, pero Buñuel mandó eliminar de las bobinas los planos más comprometidos. Así, los censores nunca vieron el crucifijo convertido en navaja, a Teresita Rabal quemando una corona de espinas o a Lola Gaos subiéndose las faldas ante la sagrada familia de pobres y mendigos. Además, cuando los censores preguntaron a Juan Antonio Bardem, uno de los productores, qué música usaría Buñuel en la cena de los mendigos les dijo que pondría los tambores de Calanda, cuando la escena se hizo famosa por El Mesías de Haendel y su ¡Aleluya!

Una vez montada, y sin censores a la vista, Viridiana fue seleccionada para el Festival de Cannes celebrado en mayo de 1961. La película se hizo con la Palma de Oro, premio que nunca había conseguido el cine español y que no ha vuelto a conseguir. Buñuel no fue a recogerla y en vez ser sustituido por Silvia Pinal o Gustavo Alatriste, lo hizo un hombrecillo con ansias de gloria: el director general de Cinematografía, el franquista José Muñoz Fontán, vizconde de San Javier. Al parecer, no se había enterado de la bomba que era Viridiana. Sí se enteró, en cambio, el periódico vaticano L'Osservatore Romano, que denunció que la película era blasfema, sacrílega, atea y erótica.

Ya en París, y a salvo, Silvia Pinal se ocupó de proteger y custodiar el negativo de Viridiana

Fontán fue fulminantemente cesado y Arias Salgado ordenó que quemaran todas las copias de Viridiana. Alarmado ante esta posibilidad, Juan Luis Buñuel, hijo de Luis, junto al torero Domingo González Lucas, uno de los productores, viajaron con los negativos hasta Barcelona, los ocultaron en la parte trasera de una camioneta tapados con capotes y lograron pasar la frontera francesa junto a otros toreros, que fueron saludados por los guardias civiles al grito de “¡Suerte, matador!”.

Ya en París, y a salvo, Silvia Pinal se ocupó de proteger y custodiar el negativo de Viridiana, la trasladó hasta a México en su propio equipaje y logró, junto a su marido, que la película se estrenarse en todo el mundo como una producción mexicana.
Pinal estaba tan orgullosa de su trabajo, que a la hija que tuvo con Alatriste la llamó Viridiana. Por desgracia, murió en un terrible accidente tráfico con solo 19 años.
Viridiana, la película (que podéis ver en Movistar Plus+ y en FlixOlé), no se estrenó en España hasta 1977, dos años después de la muerte de Franco.

Cuenta Buñuel en sus memorias que la primera vez que Gustavo Alatriste vio Viridiana quedó un poco desconcertado y no hizo ningún comentario. La volvió a ver en París luego dos veces en Cannes y una última en México. Al terminar aquella proyección, la quinta, se lanzó hacia él lleno de alegría y le dijo: “Ya está, Luis, ¡es formidable! ¡Lo he entendido todo!”.