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Uruguay, en “empate técnico” antes del ballotage

 Aunque las encuestas pronostican una victoria de Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio, lo hacen con diferencias muy pequeñas que abren la puerta a una sorpresa de la derecha


 A la espera de advertir cómo impactará el debate electoral del 17 de noviembre, lo cierto es que las encuestas hablan claro al respecto de Uruguay. El domingo 24 de noviembre, se abrirán las urnas para decidir al nuevo presidente en el ballotage entre Yamandú Orsi, del Frente Amplio, y Álvaro Delgado, del Partido Nacional.

El 27 de octubre, en la primera vuelta, la coalición de la izquierda uruguaya logró sendas mayorías en el poder legislativo (absoluta en Diputados y relativa en el Senado), además de consolidar una ventaja de 17 puntos en la disputa por la presidencia. Un 44% de los sufragios logró atesorar la fórmula Orsi-Cosse, cinco puntos más que en las elecciones de 2019. En aquella ocasión, el Frente Amplio se quedó a menos de un punto porcentual de imponerse en la segunda vuelta frente a Luis Lacalle Pou.

Una campaña sin luces

En esta ocasión, al borde de la instancia decisiva, la izquierda debería partir con mayor ventaja: el candidato de la derecha, Álvaro Delgado, sufre el desgaste de cinco años de gobierno del Partido Nacional y la Coalición Multicolor y, además, debe remar más de lo que lo hicieron en 2019, pues el Frente Amplio creció en la primera vuelta respecto a las pasadas elecciones. A priori, Orsi debería alzarse con la presidencia de Uruguay, pero hay matices evidenciados en encuestas como la de Factum.

La campaña electoral uruguaya ha sido particularmente tediosa y descolorida, sin grandes actos ni convocatorias. Pese a que Uruguay ostenta amplios niveles de participación electoral, lo cierto es que la desafección y la pereza están marcando las presentes elecciones. Además, la tendencia lógica de un ballotage, en el que los candidatos buscan naturalmente “conquistar” al electorado intermedio e indeciso, profundiza esta lógica. Este fue, de hecho, el “minuto de oro” de Orsi en el debate:

“Tendremos que elegir entre dos proyectos: el de las promesas incumplidas o el país de los compromisos. El país de los compromisos es aquel que implica un cambio seguro, el que une al Uruguay; el cambio seguro es que el que nos permite crecer para poder llegar a fin de mes; el cambio seguro es el que permite hacer crecer los salarios y las jubilaciones, y que los empresarios (industriales, comerciantes…) tengan mejores costos. [...] El cambio seguro es aquel que cuida más a nuestra gente y ofrece medicamentos, acortar los tiempos de atención médica y un estado que nos cuide más; es el estado que nos permite vivir seguros”.

“Yo les pido que me acompañen a aquellos que me votaron, por supuesto, pero a aquellos que no votaron… que recuperen la confianza, que recuperen la fe. Aquellos que creen en un estado presente y eficiente, aquellos que añoran ese Uruguay basista, que también me acompañen. A los que creen en la solidaridad como bandera, acompáñenme. Llevemos este domingo la esperanza a las urnas. Llevemos el amor por nuestro pueblo a las urnas. Quiero ser presidente de todos los uruguayos. Sube hacerlo cuando estuve en Canelones, sabré hacerlo al frente de Uruguay, y entre todos juntos, sin duda, nuevamente sabremos cumplir”.

Las encuestas

La política de grandes bloques que caracteriza a Uruguay limita la capacidad de “conquista” en una campaña de segunda vuelta. En esta ocasión, los cálculos son, a grandes rasgos, sencillos. Quienes votaron al Frente Amplio el 27 de octubre, volverán a votarlo el 24 de noviembre. Quienes votaron al Partido Nacional, volverán a votarlo también en el ballotage. Y, además, quienes votaron al Partido Colorado (un 16%), espacio que forma parte activa del gobierno de Luis Lacalle Pou, votarán también a Delgado.


Aun con la ventaja del desgaste oficialista, verdaderamente el Frente Amplio no tiene razones para estar tranquilo. La mera suma del Partido Nacional, el Partido Colorado, ambos integrantes del actual gobierno y, en consecuencia, receptores del “voto oficialista”, así como los dos partidos de derecha radical (Identidad Soberana y Cabildo Abierto) ya sumaron un 48%, cuatro puntos más que Yamandú Orsi.

Si bien es cierto que el trasvasamiento de votos de un partido a otro nunca es tan directo, y que la abstención es una variable de peso entre el electorado que no optó por ninguno de los dos grandes partidos en octubre, también es cierto que Uruguay muestra una política más “predecible” en este sentido. No es algo automático, pero sí se comprueba una notable “continuidad” en el comportamiento de las urnas: quienes votaron a cualquier partido del centro o de la derecha uruguaya deberían optar en segunda instancia por cualquiera que se enfrente al Frente Amplio.


De esta forma, el mapa general es que Orsi parte en ventaja, pero muy escueta, por lo que las elecciones en Uruguay, según el informe de Factum, se hallan en empate técnico, pues la diferencia proyectada, de apenas dos puntos, entraría dentro del margen de error del sondeo. La última semana de campaña apunta a ser decisiva, si bien el debate fue, como se esperaba, muy débil. Ambos bloques, como lleva ocurriendo durante meses, seguirán apostando por un perfil bajo que minimice los errores de sus propios candidatos. Opción, por ejemplo, otorga un 48,5% de intención de voto a Yamandú Orsi y un 45,1% a Álvaro Delgado. No obstante, y dado que la metodología de este último sondeo sí computa (en lugar de aislar) los votos del electorado indeciso (en base a terceras preguntas), lo cierto es que, nuevamente, la victoria de la izquierda también quedaría en este caso dentro del margen de error, aunque con una ventaja ligeramente superior. Ocurre de forma similar con la encuestadora Equipos, que advierte cuatro puntos en favor del Frente Amplio respecto al Partido Nacional (45% el primero, 41% el segundo).

Otras dos encuestas dan algo de oxígeno al líder frenteamplista. La empresa Opción, por ejemplo, otorga un 48,5% de intención de voto a Yamandú Orsi y un 45,1% a Álvaro Delgado. No obstante, y dado que la metodología de este último sondeo sí computa (en lugar de aislar) los votos del electorado indeciso (en base a terceras preguntas), lo cierto es que, nuevamente, la victoria de la izquierda también quedaría en este caso dentro del margen de error, aunque con una ventaja ligeramente superior. Ocurre de forma similar con la encuestadora Equipos, que advierte cuatro puntos en favor del Frente Amplio respecto al Partido Nacional (45% el primero, 41% el segundo).

Orsi, que se impuso en las elecciones internas a Carolina Cosse, intendenta de Montevideo apoyada, fundamentalmente, por los sectores más a la izquierda del Frente Amplio y que, a posteriori, fue designada candidata a la vicepresidencia, forma parte del Movimiento de Participación Popular (MPP), el espacio mayoritario del frenteamplismo, del que forman parte figuras como Pepe Mujica. La tímida campaña de la izquierda nacional no ha nublado el consenso fundacional del Frente Amplio: unidad y reparto de responsabilidades.

La derecha, por su parte, acudió a estos comicios en una curiosa tesitura: su principal activo, el presidente Luis Lacalle Pou, no podía constitucionalmente optar a la reelección inmediata, a pesar de contar con importantes niveles de popularidad y apoyo a su gestión. Álvaro Delgado, secretario de la Presidencia, tomó el relevo y arrasó en las internas del Partido Nacional, aunque su puesta en escena ha sido también escueta, como toda la campaña en el país, a excepción de la “nota de color” de Andrés Ojeda, el candidato del Partido Colorado.