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Este 25 de noviembre comienza la última ronda de negociaciones del tratado de plásticos. El proceso de negociaciones, mandatado por la ONU en 2022, tiene como objetivo generar un tratado global para detener la contaminación por plásticos.
El mayor acuerdo ambiental desde el Acuerdo de París está a pocos días de vivir su semana decisiva: la quinta ronda de negociaciones se llevará a cabo en Busán, Corea del Sur, para cerrar un proceso de dos años en los que se desarrollaron cinco INC’s (Intergovernmental Negotiating Committee).
La delegación del Gobierno de Chile que estará presente en el país asiático se conforma por Cristóbal Hernández del Ministerio de Medio Ambiente, y Macarena Quezada y Julio Cordano, del Ministerio de Relaciones Exteriores. Además de las delegaciones gubernamentales, en el INC también forman parte los “observadores”, grupo compuesto por representantes de la industria y de las organizaciones de la sociedad civil.
Respecto a las expectativas de los negociadores nacionales, Quezada expresa que “desde el comienzo de este proceso, la delegación de Chile ha trabajado con la intención de elaborar un Acuerdo que nos permita terminar con la contaminación por plásticos, mediante acciones concretas y efectivas, con un enfoque que considere todo el ciclo de vida de los plásticos”. Esto último, haciendo referencia a la diferencia entre el abordaje de ciclo de vida completo que permite regular la producción, opuesto al abordaje que se centra solo en el manejo de residuos, promovido principalmente por países productores de petróleo y la industria.
¿Cómo lograr un tratado ambicioso y de peso?
Las negociaciones hasta ahora no han sido fáciles. Ya van cuatro sesiones en las que se logró elaborar un “Borrador Cero” del tratado. Sin embargo, actualmente es imposible negociar con este borrador, ya que cada línea del texto tiene algún corchete. Esto significa que hay al menos un país que quiere eliminar o modificar esa línea. Por esta razón, el presidente del INC, el embajador ecuatoriano Luis Vayas, presentó recientemente el Non Paper, un documento en el que se recogen los puntos con mayor consenso de las negociaciones y con el que se pretende iniciar la discusión en este INC-5. Sin embargo, desde las organizaciones “observadoras” se advierte que el Non Paper solo tiene lenguaje débil, no propone medidas de reducción de la producción, carece de enfoque preventivo respecto a las sustancias químicas y no menciona los impactos de la contaminación en población indígena, dentro de otras falencias.
Acá se torna relevante otro aspecto que aún no se aclara con respecto a la toma de decisiones en el tratado: los artículos del tratado pueden aprobarse por votación o por consenso. Si bien la votación pareciera ser la opción más democrática, hay delegaciones que insisten en el consenso como única forma válida de resolución. Esta situación es la que ha llevado a las negociaciones a prácticamente desechar el avance de cuatro INC’s y probablemente comenzar esta quinta sesión con el Non Paper propuesto por Vayas.
Otro aspecto que resultará fundamental para el valor del tratado es si tendrá obligaciones globales vinculantes o si las medidas serán voluntarias y decididas a nivel nacional. El INC se crea tras el mandato de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA 5.2), que ante la crisis generada por la megaproducción de plásticos y sus consecuencias en los ecosistemas, ordena redactar un tratado que detenga la contaminación de este material que contiene alrededor de 16.000 sustancias químicas. Ante esta realidad, la Alianza Global por Alternativas a la Incineración (GAIA), lanzó una investigación que asegura que “Para evitar superar el límite de 1,5°C establecido en el Acuerdo de París, a partir de 2024, la producción de plásticos primarios debe disminuirse entre al menos 12% y 17% por año.”
Por otro lado, un elemento promovido por gobiernos radica en la transparencia que deben tener las empresas productoras de plástico respecto a las sustancias químicas que se añaden con el fin de modificar el material. Existen más de siete tipos de plástico y, hasta el momento, se estima que en su fabricación intervienen más de 16.000 sustancias químicas, de las cuales un 24% son de potencial preocupación y no están reguladas globalmente; y alrededor de 7.000 son químicos de no han sido investigados para asegurar su inocuidad. Sobre este punto, Alejandra Parra de GAIA Latinoamérica y de la Red de Acción por los Derechos Ambientales (RADA), señaló que “Los gobiernos deben exigir transparencia a la industria de plásticos sobre los químicos que usan en su producción, ya que es un tema que conlleva costos ambientales e incluso en salud pública lo que significa gastos de miles de millones de dólares para los estados”.
Chilenas y chilenos dispuestos a abandonar productos plásticos
La Alianza Basura Cero Chile realizó una encuesta en línea para averiguar qué productos de plástico está dispuesta a abandonar la ciudadanía. Los resultados arrojaron que, de un universo de 1.357 personas, más del 85% prohibirían las hueveras de plástico, el 82% prohibiría además los envoltorios plásticos de frutas y verduras, el 77% prohibiría además las palomas de PVC de campañas políticas, y un 73% prohibiría además las bolsas de té de plástico, entre otros productos.
Manuel Rojo de la Alianza Basura Cero Chile, señaló que “la ciudadanía está cada vez más consciente del daño que provocan los plásticos a la salud del planeta y de las personas, por lo que hay una alta disposición a la eliminación de productos plásticos del mercado, haciendo las políticas de prohibición de plásticos muy populares en estos momentos.”
La encuesta, que fue respondida por personas de 15 de las 16 regiones del país, contó con mayoritaria participación de mujeres, con un 71,8%. Las conclusiones serán presentadas a los ministerios del Medio Ambiente y de Relaciones Exteriores que negociarán en el INC-5, así como también a las y los diputados de la bancada Basura Cero, con el fin de generar políticas públicas a nivel nacional y presionar para que la posición país del Gobierno de Chile apoye medidas fuertes en el texto del tratado de plásticos, siendo la reducción de la producción de plásticos con metas globales vinculantes la fundamental.