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Pensamiento Crítico. La próxima guerra… ¿Dónde está Siria?

 


¿Cuál es la posición siria ante la posibilidad de una guerra a gran escala en el Líbano? ¿Permanecerá oficialmente neutral respecto a los riesgos de una expansión de la guerra?

Con la reciente escalada que comenzó cuando la entidad israelí sobrepasó todas las líneas rojas que regulan las fronteras de acuerdo con las leyes internacionales en Líbano, de manera similar a lo ocurrido en Gaza, y la expectativa de un enfrentamiento militar mayor en Líbano, surgieron preguntas sobre la posición de Siria ante la posible eclosión de una guerra a gran escala en Líbano, que Damasco considera su flanco vulnerable.

¿Mantendrá su neutralidad oficial frente al riesgo de expansión del conflicto?

Quizás a muchos que siguen con interés lo que ocurre en Palestina y Líbano les resulte confusa la postura siria debido a las políticas mediáticas y las posiciones oficiales que han sido breves y espaciadas en el tiempo, en comparación con la postura de Siria durante la guerra de julio de 2006, cuando puso todos sus recursos a disposición de la resistencia, incluidos los preparativos para involucrarse directamente en la guerra si fuera necesario.

El Diluvio de Al-Aqsa, que avivó el fuego en la región, cambió el rumbo hacia la era israelí a través de la normalización tras la devastación, en un contexto sirio completamente distinto al de 2006.

En aquel momento, Damasco encontró la oportunidad perfecta para salir del cerco de presiones occidentales abrumadoras, y apostó exitosamente por la resistencia islámica en Líbano, estando en pleno uso de su fuerza acumulada a lo largo de décadas.

Desde este punto de vista, la postura ambigua de Siria se debe a las consideraciones de su propia realidad y la situación general del país, así como al contexto regional e internacional. Para definir su enigmática postura, Damasco se ha basado en cuatro factores clave.

1- La realidad económica general se ha deteriorado de manera amplia y severa, debido a la pérdida de la mayor parte de sus recursos básicos, especialmente los recursos petroleros, gasíferos y agrícolas, que se concentran en la región de la Jazira siria.

A esto se suman las sanciones occidentales que cerraron las puertas a un desarrollo económico alternativo, además del crecimiento desmedido de la economía paralela, como resultado de la larga y continua guerra, que ha desmantelado el ciclo económico natural, generando un grave déficit económico y una expansión de la pobreza que ya en 2019 superaba el 92 por ciento en sus tres niveles, según las estadísticas, mucho antes de 2024.

2- La situación militar también ha sido exhaustivamente debilitada tras la larga guerra, tanto en términos de personal como de capacidades armamentísticas, y no ha habido manera de reponerlas.

Las amenazas de una reanudación del conflicto civil persisten con cuatro zonas fuera del control de Damasco en el norte, sur y este del país. Las más peligrosas son el sur, cercano a la entidad, que continúa manipulándolo ya sea directamente o a través de países árabes, y el norte, considerado por James Jeffrey, exresponsable del expediente sirio en Estados Unidos, como “la fortaleza de la oposición siria, que no debe permitirse que caiga”.

Las características de los grupos armados en esa región les permiten avanzar hacia el centro del país y alcanzar Damasco, si la aviación de la OTAN les abre corredores.

3- El cambio en el ánimo del pueblo sirio tras la larga guerra y sus devastadoras consecuencias también juega un papel en la disparidad de posturas entre los distintos sectores de la población, dependiendo de su ubicación.

En el norte predominan las posiciones favorables a la entidad entre las fuerzas políticas y militares en relación con lo que ha hecho en Líbano y Palestina. En el noreste hay una indiferencia casi total, llegando a una aceptación tácita de las acciones de la entidad, y el sur también se prepara para la próxima fase israelí.

Este ánimo es resultado de fuerzas políticas y militares concretas, y no necesariamente representa la opinión pública general. Por otro lado, en las zonas controladas por Damasco, la preocupación principal es la lucha diaria por el sustento.

4- Damasco está intentando volver a ser un actor relevante en el equilibrio regional e internacional, saliendo de su condición de campo de batalla para conflictos locales, regionales e internacionales. Su estrategia se basa en restablecer políticas de equilibrio, especialmente entre Irán y los países árabes, y posteriormente con Turquía.

Damasco, junto con Rusia, entiende que la reconstrucción de Siria tras la guerra no puede comenzar sin inversiones del Golfo, y no desea arruinar lo que considera un logro con su regreso a la Liga Árabe y el desmantelamiento de los obstáculos que la atenazan.

El temor de los países árabes en general es que el contexto regional cambie a favor de las fuerzas de la resistencia tras el Diluvio de Al-Aqsa y el colapso del proceso de normalización árabe-israelí.

Esto ha puesto a Siria en una posición incómoda, ya que no puede desligarse de la centralidad de la causa palestina, con la que siempre ha estado comprometida.

A pesar de todas estas consideraciones que dificultan la postura oficial siria frente a la guerra en curso, que ya lleva casi un año, la realidad sobre el terreno difiere de la imagen superficial.

El flujo de armas hacia Líbano y Cisjordania no se detuvo a través de Siria. De hecho, Hassan Nasrallah afirmó que la cantidad y calidad de armas suministradas a la resistencia desde el 7 de octubre se duplicó, ya sea a través de Siria o directamente desde ella.

Los recientes intentos israelíes de atacar instalaciones militares en Mesyaf también forman parte de la continuación de políticas anteriores sin un anuncio oficial, con el objetivo de evitar una guerra directa. Pero, ¿podrá realmente Damasco evitar verse arrastrada al creciente conflicto?

Damasco entiende que esta guerra prolongada contra el sionismo es existencial y determinará el futuro de la región, incluida Siria. Perder esta guerra significaría, ante todo, el desmembramiento del espacio vital de Siria y la conversión de Líbano en una base para un nuevo ataque.

También sabe que una derrota de las fuerzas de la resistencia la despojaría de una de sus cartas más importantes para jugar un rol regional futuro, además de abrir la puerta a la venganza de las fuerzas árabes, occidentales e israelíes contra Damasco.

Los misiles que derrotaron a la entidad en 2006 eran en su mayoría de los depósitos del “ejército” sirio, y los misiles que aún hoy golpean de manera devastadora las bases militares sionistas son principalmente sirios, modificados para tal propósito.

La entidad, en particular, no perdona a quienes la han dañado, incluso si se llegara a un acuerdo de paz o normalización; la venganza llegará, tarde o temprano.

Además, la posibilidad de que el conflicto se expanda es real, dado el estado de asfixia existencial que enfrenta la entidad. Esta podría lanzarse a una ofensiva terrestre, y uno de los principales ejes de sus planes es avanzar por el Golán y el sur hacia el sur de Damasco, y luego hacia Líbano para separar el sur libanés del valle de la Bekaa.

El escenario sirio resulta atractivo, pues la guerra convirtió a Siria en un flanco vulnerable para Hizbullah, el eslabón más débil de la cadena de la resistencia, y fácil de penetrar.

Esta situación podría llevar a Damasco a superar sus reticencias y optar por una guerra defensiva, que podría tornarse ofensiva en medio de la guerra global que se libra en varias regiones del mundo.

En resumen, la realidad geopolítica de Siria no le permite evitar la guerra. Cualquier ventaja israelí sería a costa de Damasco, e incluso podría poner en riesgo la misma supervivencia de Siria.

Fuente: Al Mayadeen