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Mamadou Kaly, refugiado en Monterroso: «Hay días que no duermo pensando en mi familia»

 Vomitivos comentarios en contra de los inmigrantes , a pie  de la nota



Procedente de Guinea, dejó allí a sus dos hijos y a su mujer. Dice que le gustaría formarse y trabajar en la localidad como mecánico

04 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Detrás de cada uno de los refugiados que llegaron durante este verano a la provincia de Lugo se esconde una historia de vida. Procedentes de diferentes países —Mali, Senegal, Guinea o Mauritania—, en diversas circunstancias, los une la necesidad de huir de sus hogares en busca de oportunidades para ganarse la vida y labrar un mejor futuro. Muchos de ellos tienen formación en diferentes ámbitos, desde mecánica o arte hasta audiovisuales, pero todos coinciden en que «una vez aquí, nos sirve cualquier trabajo». 

Mamadou Kaly es un migrante de Guinea, que ronda los 30 años, y que dejó en su país a dos hijos, un niño y una niña, y a su mujer, con la que habla todos los días desde que marchó de casa. Cuenta que allí trabajaba como comercial, vendiendo ropa y calzado, pero «la situación económica era muy mala» y fue precisamente eso lo que le llevó a marcharse. Estuvo varios meses en Tenerife y después en un centro de Mérida antes de llegar a Monterroso la semana pasada. «Necesito ayudar a mi familia desde aquí, y espero hacerlo cuanto antes», dice.

Ahora, ya asentado, Mamadou tiene esperanzas de encontrar trabajo y cumplir el objetivo de ayudar a sus familiares. Los echa en falta, se le nota, porque se emociona cada vez que habla de ellos. Las fotos guardadas en su teléfono, que no duda en mostrar, son como un respiro de aire fresco para este guineano, que lleva casi medio año en España. «Todos los días pienso en mi familia, y hay veces que no duermo porque es muy duro vivir sin ellos. Sin mis padres, mis hijos y mi mujer», sostiene con nostalgia el joven, que insiste además en su deseo de quedarse en Monterroso «por lo bien que nos recibieron y nos están tratando».

Mecánicos, fontaneros, pintores, cámaras...

Los refugiados asentados en la provincia tienen experiencia en varios sectores, y también preferencias sobre los trabajos, si bien es cierto que su prioridad ahora es encontrar empleo. Varios de ellos trabajaban en su país de origen como fontaneros e incluso hay uno, de Mauritania, que ejercía como cámara de televisión, un oficio al que le tiene un especial cariño y que no le gustaría dejar de lado en Monterroso. 

En el caso de Mamadou, le gustaría formarse para ser mecánico. Aunque no tiene experiencia, tiene vocación, y asegura que «me encantaría trabajar arreglando coches». A pesar de las dificultades, se muestra positivo, no pierde la sonrisa, y asegura que «la vida es así, complicada y difícil, pero poco a poco encontraremos nuestro lugar».

«Quiero hablar español igual que francés»

OSCAR CELA

Mamadou Sinousy es otro de los refugiados, procedente también de Guinea, asentado en Monterroso. Este tiene como mejor amigo desde que llegó a España su pequeño diccionario. Dice que «tengo que hablar español tan bien como francés» y no levanta la vista de las páginas para empezar a soltar las primeras palabras. Igual que él, todos sus compañeros insisten en la necesidad de aprender español, aunque alguno de ellos, especialmente los que llevan más tiempo en el país, ya están familiarizados con el idioma.