El senegalés que se acercó a recibir a los refugiados de Monterroso: «Los negros no comemos a nadie, solo venimos a buscarnos la vida»
Lamine lleva 15 años asentado en Galicia. Actualmente vive y trabaja en Agolada, en Pontevedra, pero estuvo durante una larga temporada residiendo en Monterroso. No dudó en brindar la mano a sus compañeros
02 sep 2024 . Actualizado a las 13:49 h.Este jueves en Monterroso, cuando llegaron los 100 refugiados, hubo un abrazo verdaderamente especial. De esos que reconfortan y, sobre todo, que protegen cuando más se necesita. Lamine, un joven senegalés que lleva 15 años asentado en Galicia, esperó ansioso a sus compañeros para brindarles la mano en un momento que él conoce mejor que nadie.
Nada más bajarse del autobús, los brazos de Lamine se conviertieron en hogar para los refugiados que seguramente llevaban meses aguardando el calor humano. Su mirada les dijo al oido «aquí tenéis un amigo que os va a ayudar siempre para que no os sintáis solos». Dejaron atrás hijos, hermanos y padres, sin billete de vuelta, y eso solo lo puede entender alguien que pasó por ello, como Lamine. «Son de mi color, hoy tenía que estar sí o sí. Y todos los días —continúa diciendo— estaré para ellos». Él también llegó en su momento con una mochila pequeña, pero cargada de esperanza.
Actualmente Lamine vive y trabaja en Agolada, en Pontevedra, a poca distancia de Monterroso, donde resisió durante varios años antes de encontrar este último empleo. Su cara desprende energía y felicidad. Ahora, hay que decir, porque sus comienzos tampoco fueron fáciles. «El primer día que llegué aquí no tenía papeles, pero por suerte estoy trabajando y mi jefe me trata como un hijo», confiesa Lamine, que no tiene cerca a su familia. Pide respeto y comprensión hacia sus compañeros malienses porque sabe que la necesitan: «Los negros no comemos a nadie, solo venimos a buscarnos la vida».
«Veréis que vino gente buena»
Muchos de los vecinos brindaron una cálida acogida a los refugiados en la puerta del hotel. Otros, paseaban por las calles curiosos e inquietos. La propietaria del inmueble, Augusta Vieira, que es de Portugal, incluso se emocionó al ver reflejada en las caras de los refugiados su historia como emigrante a Londrés y después a España. «Quien los critica es porque no conoce lo que están pasando», aseguró. A las puertas de su hotel manaron los mensajes de bienvenida, en un ambiente divido entre la empatía y el rechazo por parque de aquellos que no acaban de aceptar su llegada a la localidad.
Lamine pide a los vecinos «que traten bien a estos chiquillos, que son gente buena». Insiste en que vienen a buscarse la vida porque tienen derecho a intentarlo allá donde puedan. Y recuerda, a todos, que «el mundo es muy grande».
La presión migratoria sigue trayendo inmigrantes a las costas españolas, algunos a nado y otros en hinchables
El volumen de llegadas de inmigrantes, tanto a las costas canarias como a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y al litoral andaluz, mantiene una intensidad similar a la registrada durante los dos últimos meses del verano. El pasado sábado, Salvamento Marítimo recuperaba dos cayucos que transportaban un total de 110 migrantes —en ambos casos los ocupantes eran tanto magrebíes como subsaharianos— cuando navegaban en aguas cercanas a la isla de Fuerteventura. A primera hora de la tarde de ese día, la Guardia Civil detectó un eco en el radar a unas diez millas del lugar conocido como Punta de la Entallada, por lo que acudió al lugar la embarcación Salvamar Izar.
Según informa Salvamento, el recurso marítimo localizó entonces un cayuco con 54 inmigrantes, entre los que había tres mujeres y un niño. Por su parte, apenas a una milla de distancia se detectó una embarcación neumática con otros 56 migrantes, entre ellos dos mujeres. Todos los rescatados fueron trasladados al muelle de Gran Tarajal.
Durante la jornada de ayer también hubo trasiego de inmigrantes en el mar. De madrugada, 13 personas de origen magrebí trataban de cruzar el Estrecho con rumbo a la costa gaditana en dos embarcaciones hinchables de juguete. El centro de coordinación de Tarifa recibió un aviso por vía telefónica en torno a las nueve de la noche del sábado por la presencia de una patera al sur de Barbate. Se movilizó entonces a la Salvamar Enif, al tiempo que también se alertó a tres buques que navegaban por la zona. Finalmente, uno de ellos alertó de que había localizado una lancha hinchable y facilitó su posición a la embarcación de Salvamento, cuyos tripulantes auxiliaron a sus seis ocupantes, todos ellos varones adultos de origen magrebí.
Con menores
Minutos después, otro buque alertaba de otra patera, de nuevo auxiliada por la embarcación de Salvamento Marítimo, que en esta ocasión rescató a siete personas, tres de ellos varones adultos de origen magrebí y otros cuatro menores. Fueron trasladados al puerto de Algeciras.
La última de las intervenciones se produjo a primera hora del domingo en las costas de Ceuta, donde otros cinco inmigrantes, cuatro de los cuales eran menores de edad, lograron alcanzar las costas de la ciudad autónoma desde el litoral marroquí. Las entradas se produjeron desde el espigón fronterizo del Tarajal. Los menores consiguieron llegar juntos hasta la playa ceutí más próxima a la frontera después de realizar la travesía a nado con trajes de neopreno para protegerse de las bajas temperaturas del mar. Momentos después, otro inmigrante adulto lograba también superar nadando la distancia que separa ambas costas y finalmente tuvo que ser atendido en la misma orilla de la playa.