¿Saben cuál es la inflación promedio mensual en los años que gobernó Cristina Fernández de Kirchner (CFK) en la Argentina? ¿Es mayor o menor que el último dato de inflación celebrado por Milei?
Ya sé que me dirán que las cifras del INDEC estaban trucadas en aquellos años. Por tal razón, y para evitar entrar en una discusión que no viene al caso en este momento, tomaremos como referencia los mismos datos que ha usado The Economist para reemplazar las estadísticas oficiales; es decir, los cálculos procedentes de la consultora privada PriceStats (con un marco ideológico absolutamente opuesto al Gobierno K).
¿Qué piensan? ¿Será el 4,2% del mes de agosto un registro tan bueno como presumen?
Hagan apuestas.
Si tomamos en cuenta el período diciembre 2007/diciembre 2015, la inflación promedio mensual -según la fuente mencionada- es del 1,9%. O sea, menos de la mitad que el mejor dato de Milei (4%, en el mes de Julio).
Otro dato: el Gobierno de CFK tardó 52 meses en alcanzar la inflación acumulada por Milei en 9 meses.
En definitiva, los datos de inflación de Milei no son nada halagüeños, por mucho que insistan en repetirlos una y mil veces. Un promedio mensual de 4% es per se un registro malísimo. Pero aún es peor si este porcentaje se calcula sobre una base muy elevada (y creada por él mismo).
Lo explico de una manera más sencilla a partir de un ejemplo real: si en los primeros 5 meses de gobierno el precio de un litro de leche pasa de 457 a 1.276 (1,2 dólares) pesos, y en los siguientes 4 meses de gobierno llega a 1.353 pesos, ¿se debería estar contento por la ‘desaceleración’ en el incremento del precio de este bien básico?
La respuesta es de sentido común: no, de ninguna manera.
No hay ningún motivo para estar satisfecho con esta ‘desaceleración’. Primero, porque el precio siguió creciendo en los últimos meses. Segundo, porque ese crecimiento se hizo sobre un salto fortísimo provocado en los primeros meses.
Además, no hay que olvidar que, para lograr este mal dato de inflación, el Gobierno de Milei ha forzado una feroz contracción económica acompañada de un cruel empobrecimiento para la mayoría de la sociedad argentina.
Y todo este plan lo implementa bajo una premisa innegociable: la inflación se explica exclusivamente por el déficit financiado por emisión monetaria. Esta cuestión también carece de rigor, porque todo fenómeno económico es multicausal y es infinitamente más complejo que un estúpido modelo de equilibrio parcial de la Economía neoclásica (únicamente válido en la inexistente Isla Robinson Crusoe).
Hay millones de ejemplos en el mundo que invalidan esta relación simplista. No siempre ocurre que, a menor déficit y menor emisión, la inflación cae. En rigor, habría que decir que ‘depende, todo depende’. Depende de múltiples factores, como el tipo de cambio, la disponibilidad de dólares, el grado de concentración de la oferta y sus canales de distribución, etcétera.
Sin embargo, el cualquiercosismo de Milei lo soporta todo. Es decir, se puede decir cualquier cosa sobre los precios, su magnitud y sus causas. ‘Miente, miente y miente que algo queda’. Este es el mantra en el que confía Milei para ganar la batalla cultural.
Pero cada vez lo tiene más cuesta arriba. Porque la mentira siempre tiene un límite: la realidad. Y la realidad, la de la gran mayoría de los hogares argentinos, dice otra cosa sobre los precios y lo carísimo que está todo.
Fuente: La Haine