El momento de máxima actividad llegará esta próxima madrugada del lunes desde las 4 hasta el amanecer, cuando podrán verse a simple vista alrededor de unos 50 meteoros por hora
11 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Como cada 12 de agosto, la Tierra tropieza con la nube de polvo que dejó tras de sí el cometa 109P/Swift-Tuttle en sus diversas órbitas alrededor del Sol. No son partículas muy grandes, apenas del tamaño de granos de arena, pero el resultado de sumar la velocidad de nuestro planeta con la de estos restos cometarios, unos 22 kilómetros por segundo, hacen que no sea un encuentro precisamente pacífico.
A cien kilómetros de altura sobre el suelo, el aire en frente de la partícula se comprime calentándose hasta los 5.000 grados centígrados. A esa temperatura, las moléculas de aire que están alrededor emiten un fogonazo de luz para disipar la energía sobrante del calentamiento tan repentino en un proceso parecido al de un hierro candente que brilla cuando está muy caliente. Pero no dura mucho ya que la estructura de la partícula apenas puede soportar un segundo o dos la violenta situación hasta que se descompone vaporizándose.
Mucho más abajo, desde la superficie, estamos nosotros disfrutando de una noche estrellada de verano en la que todo parece en calma. De pronto, aparece un destello de luz. Parece como si se cortara el hilo que mantenía suspendida una estrella y cayera a toda velocidad hacia el horizonte. El movimiento es rápido y repentino, no da tiempo ni a avisar a la persona que tenemos a nuestro lado. Pasa a tanta velocidad que cuando nos damos cuenta de lo que vemos ya ha terminado. Acabamos de ver una estrella fugaz.
Este año la previsión para las Perseidas anuncia unas 100 fugaces por hora en el momento de máxima actividad y en condiciones ideales. Siempre es recomendable acudir a un lugar completamente oscuro que permita observar el radiante, la zona donde entran las partículas en la atmósfera, situada en la zona más alta de la bóveda celeste. En Galicia esta previsto que se puedan contemplar entre 25 y 50 estrellas fugaces por hora. Son menos, pero no hay que decepcionarse, la cifra es suficiente para presenciar un gran espectáculo
Para ver la lluvia no tenemos más que tumbarnos y esperar. No hacen falta ni sirven telescopios ni ningún otro aparato, ya que no sabemos por dónde va a aparecer cada entrada. Se trata de un fenómeno que debe observarse a simple vista.
Debemos tener en cuenta que la cantidad que vamos a poder ver dependerá del estado y la calidad del cielo. En este sentido, cuanto más negro y más estrellas se vean, más meteoros podremos contemplar. Por ello, resulta importante buscar un lugar de observación lo más oscuro posible, huyendo de la contaminación lumínica de ciudades y núcleos de población. Sin necesidad de hacer demasiados kilómetros, seguro que encontramos un buen cielo. Para ayudarnos podemos consultar en el mapa de contaminación lumínica en esta dirección: www.lightpollutionmap.info.
Como recomendación personal diré que los miradores y puntos más famosos y los que tengan denominación «estelar» no van a ser una buena opción los días de máxima actividad. Los atascos, falta de sitio para aparcar y las aglomeraciones de observadores en las que abundan, luces largas de coche, molestos móviles en modo linterna y música estropean el espectáculo. Mucho mejor buscar un sitio oscuro, menos popular desde donde poder disfrutar tranquilamente con familia y amigos del espectáculo. Con ayuda del mapa de contaminación lumínica y un paseo, el día anterior encontraremos nuestro exclusivo campo privado de observación.
Otros consejos imprescindibles es lleva ropa de abrigo, una tumbona de playa o manta para observar el cielo cómodamente tumbado y una bebida caliente con algo de picoteo que siempre se agradece según pasan las horas. El uso del móvil debe ser limitado, el ojo tarda en adaptarse a la oscuridad unos 3 minutos, cada vez que echemos un vistazo a las notificaciones el fogonazo de la pantalla, por ajustada que este, hará que la pupila se contraiga teniendo que esperar para adaptar el ojo de nuevo a la oscuridad para continuar la observación.
A primera hora de la noche la luna creciente molestará iluminando el cielo y el radiante aún estará bajo con respecto al horizonte, por lo que se verán pocas Perseidas. Pero es un buen momento también porque serán las más largas y con mayor traza de la noche al ser los meteoros rozadores, partículas que van rebotando sobre la atmósfera de la Tierra generando un recorrido mayor. La mayoría las veremos sobre el horizonte este u oeste, moviéndose de norte a sur.
Según vayan pasando las horas, la luna se pondrá oscureciendo de forma importante el cielo y el radiante irá subiendo, aumentando el número de meteoros por hora, pero serán más rápidos y cortos en contraposición con los de primera hora. A partir de las 2 de la madrugada puede ser interesante rotar el campo de vista hacia el noroeste o el nordeste, donde habrá más actividad. El máximo de actividad a partir de las 4 de la madrugada. En este momento podremos ver esos 50 meteoros por hora o puede que incluso más.
Si está nublado o no tenemos ocasión de salir a observar la noche del máximo, tenemos más ocasiones de ver un buen número de meteoros hasta el uno de septiembre. Eso sí, cuando más nos alejemos de la noche de máxima actividad, menos Perseidas veremos por hora.
Para los aficionados de la lluvia de estrellas, pueden apuntar nuevas episodios previstos para lo que resta de este año. Las Gemínidas con una previsión de 150 meteoros por hora el 13 de diciembre y las Cuadrántidas con 120 meteoros por hora el 2 de enero del 2025, en ambos casos con más actividad que las perseidas de este año.
Borja Tosar es astrónomo y divulgador científico