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Pago electrónico: no nos roban más porque no quieren

 


esde hace un tiempo estamos padeciendo la paulatina retirada del dinero en efectivo en nuestras vidas. El aumento de tecnologías aplicadas a la banca tradicional, los medios de pago electrónicos como las tarjetas de crédito, la entrada de las empresas fintech dentro del juego del dinero hacen que cada vez más pagos no se hagan por la vía tradicional. El argumento siempre ha sido el mismo: el dinero que guardamos en casa es susceptible de ser robado, así que lo tenemos que poner en manos de quien sabe para así asegurar su recaudo.

Y nosotros haciendo lo que dulcemente nos dicen. Nos regalan las tarjetas de débito, de crédito, con límites exagerados, con facilidades de pago que llevan a comisiones exageradas y a salir a gastar como si no hubiese mañana. Poco a poco nos han despistado con la falsa seguridad de que todas las operaciones tienen comprobantes. Así que gastamos de forma segura, cada vez más, recibiendo notificaciones constantes de cuándo y cómo lo hacemos, sin ser conscientes que el negocio somos nosotros. No nos roban más porque no quieren, porque riesgos hay y de diferente índole. Poca gente tiene activadas las medidas pertinentes de seguridad para poder utilizar los medios de pago con todas las garantías:

1.- Seguridad básica. Pocas personas, que no sean millenials tienen activado por defecto el aviso que de que se está pagando en un comercio con la comprobación del importe. Si no tenemos esta medida no seremos capaces de detectar pagos duplicados o fraudulentos.

2.- Emisor del pago. Muy pocas veces comprobamos que quien nos está cobrando es realmente el que nos está pasando el datáfono. Es una práctica muy común, sobre todo en la hostelería o el transporte (taxis) utilizar datáfonos fuera de control. En los comercios se hace cuando no se emite factura, en los bares y restaurantes con las proformas, o en los taxis sin recibo del taxímetro. No será la primera vez que en un bar de copas o volviendo de una fiesta se ven pagos duplicados.

3.- Restricción geográfica. Debemos saber que las tarjetas de débito y crédito tienen la posibilidad de generar restricciones geográficas, prohibiendo su uso en aquellos países donde no queramos que se usen las mismas. Cuando damos nuestro número de tarjeta por internet estamos asumiendo riesgos de seguridad en caso de que nuestros datos sean robados. Esto se evitaría simplemente con una restricción a países que no sean el nuestro.

4.- Restricción del tipo de pago. Desde que se aplican estrategias fintech, las empresas gestoras de pagos pueden detectar el tipo de comercio y el tipo de gasto que se genera. Por ello, se pueden activar restricciones a compras de criptomonedas, servicios extraños e incluso juego. Con esa medida conseguiríamos que nadie pudiese gastarse nuestro dinero en fungibles.

Todas estos riesgos existen si perdemos nuestra capacidad de demostrar nuestra identidad y de confirmar las operaciones. Por eso, si no estamos en condiciones, pongamos la tarjetita donde no podamos usarla