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NO TE VA A QUERER TODO EL MUNDO – ISABEL COIXET

 


Entrevista ficcionada a Isabel Coixet y otras sinergias

Sel poeta checo Rilke fue una revelación en la búsqueda de la identidad de Marina Abramovic, el poeta francés Rimbaud supuso un alumbramiento en la adolescencia de Isabel Coixet. Quizás la cineasta proyectara su universo particular sobre las páginas de Una estación en el infierno y encajara sus pensamientos entre los versos del poeta simbolista, a modo de superposición de planos. Esa simbiosis entre imagen y lenguaje pudo ser el germen de su vocación e identidad. La poesía es para los que arriesgan esa identidad que la sociedad les va construyendo con parámetros manidos y obsoletos. La poesía sentida como ese no-lugar al que van a parar los que no se someten a los límites del lenguaje. Los que no se conforman con el significado que le dan los demagogos y sus secuaces, o simplemente la representación literal de la realidad.

Y sobre esto trata todo el pensamiento de Isabel Coixet: de la lucha por elegir el colorido de su identidad, aunque chirríe o parezca abigarrado.

Si Isabel Coixet fuera un cuadro, sería «La verdad saliendo del pozo» de Édouard Debat-Ponsan (1898). No la verdad en términos absolutos – no nos pongamos filosóficos – , sino su verdad, la que ella misma se ha ido construyendo desde que Rimbaud la acompañara en sus paseos por el infierno. El infierno, un lugar que la realizadora confiesa transitar a menudo desde que sufriera bullying en el patio del colegio hasta el boicot al que se suele enfrentar en nuestros días por expresar su opinión. Ya anticipa el título No te va a querer todo el mundo (Malpaso) el argumento del libro, que es una recopilación de artículos publicados en El País, El Periódico de Catalunya y Crónica global en los últimos cuatro años.

La lectura de No te va a querer todo el mundo logra crear una atmósfera de diálogo irresistible entre la autora y el lector. Cada uno de los artículos es una experiencia comunicativa. Empatía, solidaridad, enojo, discrepancia, admiración… e incluso surgirán otras emociones más viscerales según predisposición y prejuicios lectores. Es difícil escaparse de manifestar alguna reacción porque Isabel Coixet habla de lo que nos importa. Habla de la sociedad, de la soledad, del esfuerzo, de los sueños, del amor, de la amistad, de la política, de la ecología, de las reivindicaciones, de lo que duele y perjudica. En definitiva, habla de ella, pero está hablando también de nosotros. Y así ocurre que el lector se queda hablando con Coixet entre líneas sin que ella pueda escucharle. De ahí que evoquemos una entrevista ficcionada cuyas respuestas se encuentran en este libro editado por Malpaso. Es algo así como intentar bailar con Gene Kelly en Un americano en París sin pisarle los pies.