Saltar ao contido principal

EL HOMBRE DEL TREN DE CERCANÍAS...José Torregrosa

  



Parecía muy seguro de sí mismo. Hablaba por hablar, seguramente, dispuesto a darle la tabarra a los viajeros. Manos temblonas y gafas a punto de caer de sus napiales, gruesas como cristales de botella. Iba abrigado, el pobre, a pesar de un otoño reluciente: bufandón boa constrictor, par de guantes sin duelo que ganar en su batalla pírrica, un gabán que conoció épocas mejores y pareja de botas enlutadas sin cordones, dispuestas a morir en el intento.

-Juzgad vosotros mismos – seguía su cantinela el aspirante a vagabundo- si algunos de nosotros no habremos nacido con el pie cambiado… Me equivoqué y, abofé, todavía lo estoy pagando… Aquella bofetada dio la vuelta mi a mundo… Mi hija, quiero decir mi hijo, salió por esa puerta de los sustos. No dijo ni ahí pudras. Nadie dijo que le diera una paliza… Hazmerreír de la gente, estaría bueno: vestida de payasa verbenera, chancleteando como no está mandado. Su madre finiquitó de tales trances, tumor para que os quiero tan maligno, que daba pena verla dar rugidos de fiera malherida , en llamando a su hijo por su nombre de pila: Gerardito.

«Brujuleé los siete puntos cardinales para obtener preguntas sin respuesta. Pareciera tragada o tragado por la tierra; y uno, capa caída, tras haber intentado, infructuoso perdido, corregir al que yerra.

«Acudí al centro parroquial, a la Guardia Civil, o sea la Benemérita; a juzgados de guardia polvorientos, a una comisaría de Policía, a una adivina que te echaba el tarot y a una seance invocando a los difuntos con la ouija… Todo valía, para sacarme las castañas bien calientes del fuego del infierno…

«Yo no digo que nos fuéramos a fundir en un abrazo de hombre a hombre o mujer a mujer, de darse el caso, si todavía estuviera en este mundo mi señora… ¡Tanto martirio, cuanta lencería fina… ! Una bata de cola es una cola… El diablo mata moscas con el rabo… A punto estuve de tirarlo todo por la borda a cañonazos… Me contuve: las armas siempre las carga el susodicho…

«¡Ay, mísero de mí; ay, infelice…!», como clamaba vete tú a saber quién fue, lo juro que, si te he visto, no me acuerdo…

«Mejor hubiera sido no acudir al médico de urgencia en tal apuro… Operación que te crio, divide y vencerás, a base de bisturíes y de anestesia… Y uno con estos pelos y estos palos… María Antonieta con sangre lapislázuli… ¡Que, enseguida, me corten una de las cabezas… ! Dios castiga sin piedra lapidaria…

«El desenlace de esta historia real, señoras y señores, no tiene desperdicio ni estropicio:

«En plena convalecencia hospitalaria, se me anuncia una visita inesperada… Se trata de mi hija y de su hijo… Rompí a llorar como una magdalena / magdaleno, hola tras ola… Marcel Proust y Galdós no tienen quien le escriban… No hacen falta palabras, sino hechos… Cinco minutos; cuatro medio y me sobran para romper el hielo y nuestro brindis, un vasito de plástico con agua destilada…

Mi nieto Bogart se parece se parece mucho a mí, lo mismo que su madre… Voy a contarle un cuento de robots… La novela hardboiled que se lo cuenten el Tío Chandler o Tío Hammet (al Tío Ellroy lo dejamos para luego)…

FIN