El Frente Amplio ha ganado las elecciones internas en Uruguay y ha consagrado su fórmula electoral para las presidenciales de octubre: Yamandú Orsi y Carolina Cosse, primer y segunda clasificada en las primarias de la izquierda uruguaya, respectivamente
ruguay celebró el domingo 30 de junio sus elecciones internas. En ellas, los partidos y coaliciones que competirán en las presidenciales de octubre habían de dirimir sus procesos de selección de candidatos, concretando la fórmula con la que concurrirán a los comicios. Las internas cerraron los procesos tanto del Frente Amplio, principal espacio de oposición, como de los distintos actores de la “Coalición Multicolor” que respalda al gobierno del presidente Lacalle Pou —su Partido Nacional, el Partido Colorado, Cabildo Abierto y otros partidos menores—. Indudablemente, han sido unas internas atípicas: ninguno de los grandes nombres de la política uruguaya de las últimas dos décadas han concurrido —a saber, Mujica, los Lacalle, Sanguinetti, Vázquez y Astori (estos dos últimos habiendo fallecido en 2020 y 2023)—.
Los resultados de las elecciones internas son relativamente positivos para la coalición de izquierda: un 42% del total de los votos emitidos, frente a un 33% del Partido Nacional. No obstante, las internas uruguayas no son equivalentes a, por ejemplo, las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) argentinas. Al no tratarse de un voto obligatorio, la participación se reduce notablemente, impidiendo considerar estos comicios como una suerte de foto fiable previa a las elecciones decisorias. En las generales de 2019 participó un 90% del electorado; en las internas de este domingo, apenas un 35%. En primera vuelta de octubre, el Frente Amplio aspira a lograr una ventaja más contundente que la lograda en 2019, acercándose en esta ocasión al 45%. El Frente Amplio parte, en efecto, desde una posición mejor que hace cinco años, pero en absoluto definitiva.
Varios apuntes son necesarios: en Uruguay existe el ballotage y se accede a él a través de un formato verdaderamente simple: si ningún candidato supera el 50% de los votos en primera vuelta, clasifican a la segunda los dos más votados. Es cierto que los sondeos vaticinan una posición de ventaja en favor del Frente Amplio que incluso supera los niveles que atesoró en las inmediaciones de la primera victoria electoral de Tabaré Vázquez en 2004, pero el contexto no es en absoluto simple: en el escenario de un ballotage, es esperable que todos los partidos que integran en la actualidad la Coalición Multicolor respalden al candidato del Partido Nacional, Álvaro Delgado. En 2019, el Frente Amplio obtuvo una ventaja de más de 10 puntos con un suelo del 39% de los sufragios en primera vuelta que, no obstante, no fue suficiente para consolidar la presidencia de Daniel Martínez en segunda vuelta.
El Frente Amplio
“Tenemos fórmula para la presidencia”. Tras estas palabras, el recientemente elegido candidato presidencial del Frente Amplio (FA), Yamandú Orsi, invitó al centro del escenario a la precandidata que había sido derrotada en la interna, Carolina Cosse. Formalmente, el gran bloque de la izquierda uruguaya tiene fórmula presidencial: Orsi a la presidencia, Cosse a la vicepresidencia. En un movimiento difícil de imaginar en buena parte de las coaliciones populares hispanohablantes, el ganador de la interna frenteamplista presentó a su contrincante como su mano derecha.
Ciertamente, el resultado fue claro y, de hecho, más contundente de lo que vaticinaban las encuestas: Orsi aventajó en más de veinte puntos a Carolina Cosse, consagrándose así como el líder del FA de cara a las elecciones presidenciales de octubre. El equilibrio de poderes a la interna del bloque quedó evidenciado: el Movimiento de Participación Popular (MPP), del que forman parte tanto el expresidente Mujica como el propio Yamandú Orsi, es la principal fuerza motriz de la coalición. El Partido Comunista, junto a espacios de la izquierda revolucionaria y trotskista, ha logrado sacar músculo: Carolina Cosse, a quien apoyaron durante el proceso, logró cerca del 40% de sufragios en la interna, aunque es probable que el factor decisivo no haya sido sus adherencias ideológicas, sino su rol como intendenta de Montevideo.
La dialéctica Montevideo-interior del país se consagra mediante la fórmula Orsi-Cosse, siendo el uno intendente de Canelones y la otra intendenta de Montevideo. Estos comicios definían también candidaturas municipales y departamentales. Allí, los espacios políticos que configuran el Frente Amplio se ven también representados, consagrando una dinámica de funcionamiento que fortalece la pertenencia de cada espacio político particular al frente en general.
En cualquier caso, la noticia que con mayor nitidez puede extraerse de las internas es la innegociabilidad de la unidad política del Frente Amplio. Previamente, ambos candidatos habían cerrado la puerta a cualquier tipo de desunión independientemente del resultado, pero la decisión de la coalición de respaldar la fórmula presidencial Orsi-Cosse sella en el medio plazo la unidad de la izquierda uruguaya. Tanto los sectores de la izquierda socialdemócrata como los de la izquierda revolucionaria y el difuso espacio intermedio coinciden en el diagnóstico general, en especial en lo referido a los procesos electorales. A su vez, el escenario refleja otra de las dinámicas del FA: en él, siempre se conceden espacios de poder a sus diversas tendencias internas. No es un The winner takes it all, sino un formato de repartición del poder en función de la representatividad interna.
Las derechas
La imposibilidad de reelección inmediata en Uruguay puso al Partido Nacional en una compleja tesitura. Paradójicamente, el gobierno de Lacalle Pou y su propia figura personal goza de una imagen relativamente positiva que, no obstante, no se ve acompañada por la imagen que el electorado uruguayo tiene de los partidos de las derechas nacionales. Álvaro Delgado, secretario de Presidencia del gobierno uruguayo, ha arrasado en las internas del Partido Nacional y se arroga el difícil reto de lograr una reválida del gobierno de la Coalición Multicolor.
Aunque los equilibrios mostrados durante el mandato de Lacalle Pou permiten prever un nuevo frente electoral en segunda vuelta que respalde a Delgado, el punto de partida será previsiblemente peor para el Partido Nacional. Andrés Ojeda, del Partido Colorado, y Guido Manini, representante de la derecha radical uruguaya de Cabildo Abierto, completan el informal esquema electoral de la derecha en Uruguay.
La política uruguaya acostumbra a sonar unos cuantos decibelios por debajo de sus vecinos brasileños y argentinos. Incluso Cabildo Abierto, representante en el país de la ola de derechas radicales latinoamericanas y difusor de la retórica anti “ideología de género” y antiinmigración, juega un paso por detrás de otras expresiones como Javier Milei o el bolsonarismo. De hecho, Uruguay cuenta en su haber con otra anomalía política regional: la conformación de un gobierno de coalición tras unas elecciones presidenciales. En la actualidad, el gabinete de Lacalle Pou cuenta con ministros del Partido Colorado, Cabildo Abierto y el Partido Independiente, a pesar de haber sido electo directamente en comicios presidenciales.
La primera vuelta de las presidenciales está fijada para 27 de octubre, mientras que la previsible segunda vuelta será el 24 de noviembre. El reto del Frente Amplio radica no tanto en lograr una muy difícil victoria en primera vuelta, sino en elevar su suelo por encima del 40% para facilitar que Orsi sea electo en el ballotage.