Tras una revisión de la evidencia científica, la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) clasificó el riesgo del talco en el grupo 2A, en el que se encuentran también la carne roja y algunos insecticidas
a Organización Mundial de la Salud ha calificado el talco como «probablemente carcinogénico» para los humanos. Así lo declaró a través de su Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), tras una investigación exhaustiva de la evidencia científica que vincula la aparición de tumores a la exposición a este mineral utilizado en la elaboración de productos cosméticos y de maquillaje. La agencia también clasificó el acrilonitrilo, usado en la fabricación de fibras textiles y plásticos, como «carcinogénico para humanos». Las evaluaciones de ambos compuestos se han publicado en un artículo de la revista The Lancet Oncology.
A raíz del análisis, la entidad incluyó el talco dentro del grupo 2A, al encontrar evidencias que vinculan este producto con el cáncer en tres categorías. Por un lado, una evidencia «limitada» de cáncer en humanos (específicamente, de ovario). Por otro lado, una evidencia «suficiente» de cáncer en animales de experimentación. Y, en tercer lugar, unas pruebas concluyentes de que el talco exhibe características clave de carcinógenos en células primarias humanas y sistemas experimentales, tal como detalló la IARC en un comunicado.
La evidencia científica
En su informe, el organismo de la OMS encargado de analizar e identificar el potencial cancerígeno de las sustancias sostiene que «numerosos estudios mostraron, de manera consistente, un aumento en la incidencia del cáncer de ovario en personas que aplicaban polvos de talco en la región perineal».
Sin embargo, la IARC aclara que estas investigaciones no tenían forma de saber si el talco que utilizaban las personas participantes estaba contaminado con amianto, algo que suele ocurrir durante el proceso minero de extracción y recolección del talco. Esta sería información relevante, dado que el amianto ya ha sido declarado por la OMS como cancerígeno y la exposición a este compuesto se ha vinculado con el cáncer de pulmón de manera directa. Al revisar las pruebas experimentales, el grupo de trabajo solo incluyó estudios en los que la contaminación del talco con amianto era altamente improbable.
«Además, no se pudieron descartar los sesgos en la forma en que se informó el uso de talco en los estudios epidemiológicos. Como consecuencia, no se pudo establecer completamente el papel causal del talco. También se observó una mayor tasa de cáncer de ovario en estudios que analizaban la exposición ocupacional de mujeres expuestas al talco en la industria del papel. Sin embargo, no se pudo excluir la confusión por la exposición simultánea al amianto, y el aumento de la tasa se basó en un pequeño número de cánceres de ovario en esos estudios ocupacionales», observa la agencia.
En animales de experimentación, el tratamiento con talco provocó un aumento de la incidencia de neoplasias malignas en ratas hembras, especialmente en la médula suprarrenal y el pulmón y una combinación de neoplasias benignas y malignas en machos (médula suprarrenal).
En animales de experimentación, el tratamiento con talco provocó un aumento de la incidencia de neoplasias malignas en ratas hembras, especialmente en la médula suprarrenal y el pulmón y una combinación de neoplasias benignas y malignas en machos (médula suprarrenal).
Para evaluar el riesgo, la IARC utilizó las características clave de los carcinógenos (CC) para analizar sistemáticamente las pruebas mecanicistas de la carcinogenicidad de las sustancias. Había pruebas sólidas de que el talco presenta características como la inducción de inflamación crónica, la alteración de la proliferación celular o la muerte celular.
Por estas razones, se clasificó en el nivel 2A el riesgo que supone la exposición al talco en cuanto a su potencial como carcinógeno, ubicándolo en la misma categoría que el glifosato, las frituras a altas temperaturas o la carne roja. Este es el segundo nivel de mayor certeza con respecto a los carcinógenos en la escala de la IARC, que establece cuatro subgrupos de mayor a menor certeza de riesgo, respectivamente: el 1, el 2A, el 2B y el 3.
«Eso no significa que, porque alguien se haya puesto talco alguna vez o incluso que por que lo use con cierta regularidad, esté claramente en riesgo, ya que el riesgo de generar un cáncer va a depender de dosis de exposición, tiempo y forma de contacto con el talco», aclara Alejandro Pérez Fidalgo, médico del Servicio de Oncología del Hospital Clínico de Valencia e investigador del Incliva Biomedical Research Institute, en declaraciones a Science Media Centre.
Además, señala Pérez, «los estudios que sustentan esta clasificación tienen muchos sesgos, es decir, ciertos factores de confusión que nos impiden apreciar o predecir con total solidez la relación del uso del talco o la exposición al mismo con el cáncer. En animales sí que se ha visto que el talco tiene propiedades de producir tumores malignos, pero esta exposición al animal es experimental y no siempre reproduce lo que ocurre en las personas. No obstante, prueba la capacidad del talco de inducir tumores en entornos de laboratorio».
«Los dos estudios que sustentan la recomendación incluyen mujeres que utilizaron talco en polvo aplicado en el área genital. La aplicación del talco en esta zona mostró un leve incremento del cáncer de ovario, pero no significativo, en un primer estudio que incluyó más de 250.000 personas en Estados Unidos. Un segundo análisis de 8 estudios de casos y controles, incluyendo más de 18.000 personas (divididos en casos, los que usaban alguna vez talco vs. controles los que nunca usaban talco), evidenció que las mujeres que habían usado polvo de talco genital tenían un ligero riesgo mayor de tumores de ovario serosos infiltrantes, de células claras y serosos borderline de forma estadísticamente significativa. En el caso de las que usaban talco en otras localizaciones (es decir no en el área genital), no se vio un aumento del riesgo de cáncer», observa el experto.
«En resumen, y en virtud de esta nueva clasificación, aunque no con gran solidez, sería recomendable evitar en la medida de lo posible el uso genital de polvo de talco particularmente en mujeres. No obstante, esto no significa que el uso previo del talco vaya a provocar un cáncer ni que la exposición previa a este agente vaya a ser claramente el responsable de la aparición de un tumor», sostiene Pérez.
Además del talco, la IARC ha evaluado la carcinogenicidad del acrilonitrilo, que fue clasificado como «carcinógeno» para los seres humanos, situándolo en el grupo 1 en base a pruebas suficientes de cáncer de pulmón. Este compuesto orgánico volátil se utiliza principalmente en la producción de polímeros. Entre los usos de estos polímeros se incluyen fibras textiles y plásticos para productos de consumo, piezas de automóviles y construcción. El acrilonitrilo está presente también en el humo de los cigarrillo, por lo que una persona puede estar expuesta principalmente por fumar o ser fumador pasivo.