«La izquierda no supo ni sabe qué hacer con la realidad de los medios de comunicación» Alberto Silva ..periodista , escritor
Alberto Silva y el abogado Oscar López Goldaracena, lograron que un tramo de la calle Andes pase a llamarse Germán Araújo, en reconocimiento a quien fuera el histórico director de CX30 durante la dictadura. Uruguay
Silva habló de las utopías, la esperanza, los errores y olvidos de la izquierda, el envalentonamiento de las derechas y la necesidad de dar la batalla de ideas.
Sin embargo, Alberto Silva, porfiada y obstinadamente, mantiene su defensa del periodismo como fuente necesaria de información, ideas, pensamiento y debate. Está convencido que la democracia necesita periodismo y periodistas. Y después todo lo demás. Pero sostiene que es un error caer en la trampa de los espejitos de colores y lucecitas que encandilan la comunicación y que distraen el verdadero debate de ideas sobre los problemas, necesidades y urgencias de la gente. En su ADN, está la vocación de servicio de una generación de periodistas que desde el Palacio Salvo, junto a Germán Araújo, marcaron una época.
El escritor y periodista, siendo entonces muy joven, tuvo un rol destacado en la transición de la dictadura a la democracia. Volvió a su país desde Buenos Aires en el Vapor de la Carrera, en el histórico viaje que trajo de regreso al Uruguay a Wilson Ferreira Aldunate junto con su hijo Juan Raúl y a cientos de compatriotas. Alberto Silva luego transitó distintos espacios de radio y televisión, siempre marcando postura. Se define como un hombre de izquierda independiente y dice que en toda su carrera intentó mantener la coherencia como la definió el Choncho Lazaroff: «siempre por la misma, pero cambiando y cambiando».
Finalmente, un tramo de la calle Andes pasará a llamarse Germán Araújo. ¿Qué siente en este momento?
Mucha felicidad. Es una iniciativa que impulsamos con el doctor Oscar López Goldaracena y que nos llevó diez largos años, miles de firmas y mucha paciencia. Hubo que transitar mucha burocracia, mucho papeleo, pero ahora se logró. Ahora podemos decir que valió la pena, a pesar de eso que siempre decimos que acá somos lentos y que no se puede hacer nada, en este caso, sí pudimos. Y esto no es solo cambiar el nombre de una calle, es reafirmar nuestra identidad, es homenajear a un comunicador, a un periodista que yo siempre que lo nombro digo el número uno en la comunicación radial ayer, hoy y mañana, porque es lo que siento sobre Germán y lo que generó. Y el nomenclátor tiene que ver con cómo somos, con la identidad. Hay gente muy conservadora que no quiere cambiar nada, quiere que todo quede igual, porque si todo queda igual, queda como estuvo siempre que es con la mayoría de las calles con nombre de militares, de políticos, con apellidos compuestos o una calle -como la avenida Sarmiento- que pasa por encima del mejor de todos nosotros, don José Gervasio Artigas. No debe haber otro caso similar en todo el mundo, en el que el enemigo del héroe de un país, le pasa por arriba, como sucede con Sarmiento pasando por encima del bulevar Artigas. Tenemos que cambiar muchas cosas. Y una de ellas era que este tramo de la calle Andes debía pasar a llamarse José Germán Araújo y lo logramos. Ahora las nuevas generaciones dirán que se encuentran en la esquina de 18 de Julio y Germán, y sus familias les tendrán que explicar que acá trabajó un hombre, un periodista, que desde la 30, resistió a la dictadura con otros hombres y mujeres que trabajaron en condiciones muy precarias pero con muchísima dignidad, en el entrepiso del Palacio Salvo.
¿Por qué el periodismo?
Es en lo que modestamente creo que soy útil. De niño no quería ser arriero ni ninguna otra cosa de las que les gustaban a los niños. Yo quería ser periodista. Y sé que he logrado construir un vínculo muy lindo con la gente. Traté de ser honesto, coherente, leal y la gente valora eso, y te devuelve mucho afecto. Soy muy feliz por haber podido hacer lo que quería hacer. Y creo que pude hacerlo de manera bastante independiente y eso me dio una gran libertad. ¿Por qué se me ocurrió en la escuela ser periodista? No lo sé, pero pude serlo. Yo no soy comunicador, soy periodista, con todo lo que eso significa. Para mí es un orgullo. Para mí es una alegría y un orgullo ser periodista y creo que hoy es muy necesario, imprescindible, defender el trabajo de los periodistas. Entre tanto ruido y humo, el periodismo es fundamental.
En la década de los 90, cuando la euforia neoliberal, vos mantuviste la Rueda de Amargueando como un refugio de cooperativas, emprendimientos familiares, de la tierra y otros del estilo. Cuando la crisis del 2002 le abriste las puertas del programa a quienes promovían trueques para sobrevivir. ¿Esa coherencia sirvió de algo?
Bueno, es verdad que siempre aposté a lo colectivo y a los elementos relacionados a la identidad. Yo sostengo y la suscribo, la frase del Choncho que dice «siempre por la misma, pero cambiando y cambiando». Y uno puede ir cambiando algunas facetas, algunas aristas, porque el tiempo pasa y ay que sumar, crecer, pero siempre por la misma. Y en eso yo sé que mucha gente fue cambiando, alguna gente porque la vida es así, otras porque el dinero es así, otras porque cuando uno envejece es así. Por muchos motivos y está muy bien. Yo creo que me mantuve siempre por la misma, pero cambiando y cambiando. Y eso es lo que, como tú decís, me han reconocido incluso gente que no comulga con mis ideas, que valora eso. Pensamos totalmente distinto, pero me reconoce la coherencia. Y también es parte de la vida eso de tomar caminos. Algunas decisiones que vamos tomando nos marcan nuestro camino. Yo opté por mantenerme sin depender de nadie, sin recibir ningún beneficio en ningún momento. A mí ningún gobierno, nadie, me otorgó nada. Nunca me ofrecieron, ni menos pedí. Entonces eso me dio una gran libertad para opinar y también una gran tranquilidad.
Trabajaste en la 30 con Germán, fuiste director de la 44, luego en la AM Libre y posteriormente en Buscadores, como espacios más notorios de tu recorrido. ¿Fue duro adaptarse solamente al streaming y no tener una radio para tu programa?
Es lo que ha sucedido y no lo cuestiono. Así se fueron dando las cosas y siempre miro lo que puedo hacer. Yo escribía mucho en Argentina, en Pan Caliente, Caras y Caretas y en distintas revistas alternativas. Después en El Porteño, La Voz y algunos espacios más. Luego comencé a trabajar como corresponsal de la 30 en Buenos Aires, antes del retorno en el barco cuando el viaje de Wilson. Luego Germán me pidió que hiciera un móvil acá, pero no había casi presupuesto. Es más, no había móvil. Yo salía caminando con un grabador enorme a hacer notas y decíamos que estaba desde el móvil. Me metía en algún bar y pedía para usar el teléfono fijo y poder hacer la salida al aire. Algo insólito, tanto como que el salario me lo pagaba Germán de su bolsillo. Eran otros tiempos. Después tuve mi primer programa los domingos de noche, que se llamó Vamos a andar, como el tema de Silvio Rodríguez. Tuve el honor de abrirle las puertas al primer espacio fijo feminista en radio, cuando Cotidiano Mujer hizo su micro de 30 minutos dentro de mi programa. Me enorgullezco de haber podido lograr eso y por supuesto, siempre intenté que la temática de los derechos humanos fuera un aspecto central de mis programas y espacios. Me siento muy orgulloso que cuando me dieron la oportunidad y me convocaron para dirigir la 44, arrancamos un 19 de junio y no por casualidad. Esperamos 25 días pasando música para comenzar esa fecha emblemática. Y después pasaron otras radios hasta que llegamos al presente en el que no estamos saliendo al aire en radio pero transmitimos por streaming. Es parte del camino. Como la gente ya sabrá, en este país ser periodista de izquierda independiente es muy difícil.
¿Este 2024 es el primer año que no sale la Rueda por una radio tradicional?
Sí, que no estamos al aire. Estamos en las redes. Allí intentando armar cosas. Con transmisiones de streaming. Transmisiones de TV, Facebook. Armando cosas, armando movidas de distintos tenores pero que más o menos van con esa premisa de siempre por la misma, pero cambiando y cambiando.
¿Cuántos árboles plantados?
Creo que son 17 departamentos de los 19 en los que hemos plantado básicamente árboles nativos. Plantamos por todos lados. Hicimos proyectos que fueron grandes como por ejemplo, plantar unos 200 árboles en una misma jornada. Hicimos una plantación que, yo creo que es el caso único en el mundo, un sábado al mediodía, a la misma hora, en distintos puntos de Uruguay, pero también en Nicaragua, El Salvador, Buenos Aires, París, Canadá, Estados Unidos y Japón, plantamos árboles nativos, indígenas o locales de cada región del planeta donde estuvieran los uruguayos. ¿Y eso por qué? Porque se nos ocurrió hacer una plantación masiva. Simplemente, con el poder de la palabra. Y porque creo en el amor por la tierra. Yo trabajo con las palabras pero creo que sin hechos las palabras quedan vacías. Si yo digo con palabras que me importa el planeta, la vida, la tierra, tengo que hacer algo al respecto. Y eso es parte de mi forma de comunicarme con la gente.
¿Qué piensa de este tiempo de avance de las derechas y envalentonamiento de las expresiones fascistas en el mundo?
Humildemente pretendo dar batalla de ideas. En el lugar que me toque estar, voy a seguir dando la batalla de ideas. Esto de las derechas es doloroso. Es una cosa que me fastidia muchísimo. Yo había dejado de usar la palabra compañeros. ¿Por qué? Porque penosamente, como tantas cosas, hubo un uso y abuso de la palabra. Y se devaluó totalmente. Pero en los últimos tiempos volví a reivindicarla. Pero no la utilizo permanentemente. Sino cuando me parece que la ocasión lo amerita. Y explicando siempre de dónde viene la terminología y que tiene que ver con lo que transitamos por esta vereda de acá. Que por más que los otros se las quieran quedar como la palabra libertad, nada tiene que ver con ello. No es lo mismo la libertad que reclamaba Germán que la libertad que reclama Millei. Son cosas muy distintas, aunque usen la misma palabra.
¿Cómo observa el futuro?
En la comunicación, el tema de los medios y la prensa, lo veo con preocupación. Porque yo pretendo que la gente que más o menos con todos los matices, piensa como puedo pensar yo, esté preocupada y ocupada con estos temas. Y yo veo que en general no. Y veo que en general los medios, llámese redes, radio, televisión, diario, todo termina siendo parte del consumo y termina siendo manejado por la derecha. Y las fuerzas progresistas, las fuerzas de izquierda, siguen distraídas con esos temas. No saben qué hacer. No supieron en el pasado qué hacer. Y veo que tampoco están sabiendo qué hacer en el presente. Y eso tengo que decirte con total franqueza, a mí me preocupa. Porque la comunicación termina generando pautas culturales. Nos guste o no nos guste. El nomenclátor, las calles. Es lo mismo. Termina generando identidad. O termina generando frivolidad. Y honestamente no veo que haya una gran preocupación de la gente por este tema, cuando debería estar preocupada y ocupada. No lo veo. Entonces, si bien yo siempre apuesto a que lo mejor está por venir, particularmente con este tema creo que vamos a tener que remarla.
¿Dónde ve la utopía en este tiempo?
La utopía la veo en montones de pequeñas señales, que si algún día se juntaran, sería fantástico. La utopía la veo, por ejemplo, en unos gurises de Rocha que van a hacer una cosecha de yerba mate, porque están tratando de volver a esa identidad. La utopía la veo en pequeñas cosas cotidianas. Porque no es verdad que todos los jóvenes estén para la pavada y Gran Hermano y la cosa fácil. Hay grupos de gente que se están encontrando, que buscan otros caminos, están soñando. No con los sueños de los 60 ni los de los 70. En otros sueños. Muchos pensamos en un momento que la revolución estaba a la vuelta de la esquina y a la vuelta de la esquina nos dieron una cachetada y no había ninguna revolución. Bueno, capaz que estas muchachas y estos muchachos y a veces gente grande pero que tiene un espíritu de muchacha y de muchacho, saben que es muy difícil, pero saben que no es imposible buscar. Y alguna gente busca por el lado más espiritual, otra gente busca por el lado del medioambiente, otra gente busca por el lado de la cultura. Pero a mí me gustan los que buscan y no buscan solos, sino que buscan acompañados. Porque aparte es más lindo buscar acompañados. Uno se puede equivocar, pero no es lo mismo equivocarse con un grupo que equivocarse solo. Y la búsqueda siempre es más gratificante, porque no es un beneficio personal, sino trasciende la frontera que uno tiene consigo mismo.