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Argentina. 50 años de la muerte de Perón: el recuerdo de un militante comunista

 



Este lunes se cumplió un aniversario de la muerte del General Juan Domingo Perón. Fue el 1 de julio de 1974. La noticia me conmovió como al conjunto el pueblo argentino. Las caras eran de tristeza, de incomprensión. Era imposible que el líder más querido y más odiado por la oligarquía, hubiera fallecido. Hacía poco tiempo que había asumido su tercer gobierno. El “Viejo” ya estaba cansado y mal de salud, después de una larga lucha.  Primero fue la resistencia y luego la lucha por el retorno.

Perón se había convertido en el máximo referente de los trabajadores, los descamisados…. Bajo ningún gobierno anterior los sectores más humildes de la sociedad argentina, habían sido los auténticos protagonistas de su historia.

Por aquellos años yo militaba en la Federación Juvenil Comunista, el partido en una resolución interna llama a sus afiliados a acompañar el dolor del pueblo argentino, frente a la muerte del presidente. En aquel momento comenzaba a militar en la Universidad en la facultad de Filosofía y Letras, era miembro del la directiva del Centro de Estudiantes en representación del  MOR. Desde la dirección de la “Fede” nos indican que debíamos concéntranos en la Facultad de Medicina y en la de Odontología,  para preparar un operativo de ayuda y de solidaridad, para los cientos de miles de ciudadanos que se trasladaban de todo el país, para hacer las interminables colas, para despedir al General. Nuestro trabajo consistía en llevar café  o mate cocido bien caliente a los que emocionadamente soportaban el frio y la lluvia, en aquellas emocionadas y desgarradoras colas.  Entre el grupo de compañeros que nos pusimos a trabajar en esta tarea recuerdo al  “Negro” Cochen, que no se cansaba de hablar de la unidad con la JP, del “Gato” Aulicino, el “Tigre” Luis Valentino, de Daniel Filmus que era el dirigente máximo de “Filo”,  de Gustavo Braguisnki, del “Negro” Padula, del “Bube” y de un sinfín de compañeros/as del sector universitario.

Muchos de aquellos compañeros peronistas terminaban desmayándose en las colas por hipotermia. Algunos de ellos eran trasladados hasta la propia facultad, donde eran atendidos por nuestros compañeros que estudiaban medicina.

Como era lógico yo no era peronista, mejor dicho un poco “gorila”, por aquel entonces eran bastante crítico con el General, por afinidad ideológica, coincidía con las críticas que le realizaban las Juventudes Peronistas Regionales y Montoneros. Pero su muerte trascendía los debates políticos. Era todo un pueblo el que lloraba a su líder. Mientras que el frio y la lluvia parecían calar aun más, en el dolor popular.

Luego de varios días de velatorio en el Congreso, con un grupo de compañeros  de la FJC (Juventud Comunista) nos acercamos hasta el Edificio del Congreso de Diputados  para presenciar la salida de sus restos mortuorios, por las escalinatas principales de aquel hermoso y monumental edificio. La escena fue conmovedora. A pocos metros pude presenciar un hecho histórico, que marco para siempre al pueblo argentino. El féretro del General era subido por los Granaderos  de San Martín en un carro militar. Mientras la multitud y  todos le dábamos el último adiós sin decir palabra.

Con grandes aciertos y también errores el General Juan Domingo Perón ha quedado para siempre en la historia de la Patria Grande latinoamericana. Luego comenzaría a perfilarse una de las etapas más dramáticas de la historia argentina.