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La contestación social a la celulosa de Altri empieza a ganar la batalla del relato a la Xunta y a la multinacional portuguesa

 

El movimiento contra la fábrica de Palas ha superado por completo el ámbito local y ha conseguido desenmascarar la imagen verde con la que la compañía y el Gobierno de Alfonso Rueda pretendían ocultar su carácter contaminante.




Los movimientos sociales que se oponen a la fábrica de celulosa de Altri en Palas de Rei (Lugo) han logrado tumbar buena parte de los argumentos con los que la empresa y la Xunta de Galicia quisieron laminar la contestación a la factoría.

El proyecto, apoyado por la Xunta  y apadrinado por la consultora propiedad del exministro socialista José Blanco, natural de Palas, está pendiente de que el Gobierno de Alfonso Rueda tramite la solicitud de autorización ambiental, cuyo estudio de impacto ha recibido más de 23.000 alegaciones. Mientras la Xunta decide, la oposición a Altri empieza a ganar la batalla del relato.

No es una fábrica textil ecológica

Altri se dedica a la fabricación de papel y pasta de celulosa. Cuando presentó su proyecto en Galicia hace dos años, lo vendió con el aval de la Xunta como una factoría sostenible de fibras textiles vegetales, e incluso logró que el Parlamento de Galicia apoyara por unanimidad una declaración en su favor a propuesta del PP, que de inmediato facilitó la declaración de proyecto estratégico para acelerar la concesión de permisos.

Fue un engaño. No será una factoría de tejidos naturales, sino una fábrica convencional de celulosa, una de las industrias más contaminantes y depredadoras de recursos del planeta. Lo que pretende producir no son telas ecológicas, sino pasta de celulosa y lyocell, una fibra semisintética obtenida del acetato de celulosa.

Lo recoge así la documentación que presentó a la Xunta, publicada el pasado 4 de marzo en el Diario Oficial de Galicia (DOG), donde pide permiso para la "instalación de una fábrica de fibra textil a base de celulosa, con una capacidad final de producción de 400.000 toneladas/año de celulosa y 200.000 toneladas /año de lyocell".

‘Greenwashing’ fallido

Altri, que tiene otras tres fábricas en Portugal y que ha sido expedientada por el Gobierno de ese país por varios episodios contaminantes, intentó durante meses asociar el proyecto de Palas a la idea de la economía sostenible, verde y amable con el medio. Fue un proceso de greenwashing de libro, pero fallido.

Su consejero delegado, José Soares de Pina, asegura que las versiones contrarias que dan las plataformas opositoras y los medios de comunicación son exageradas e incluso falsas, pero en realidad están basadas en la información que la propia empresa ha proporcionado a la Xunta y que figuran en el estudio de impacto publicado en el DOG.

Entre las instalaciones que levantará figuran tres plantas de producción química y un almacén para la manipulación y preparación de compuestos como hidróxido de sodio, peróxido de hidrógeno, ácido sulfúrico, sulfato de sodio y carbonato de sodio.