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Eternamente Yolanda Diario RED

 Aprendí a guardar el micrófono cuando la veía aparecer cual elefante en una cacharrería de izquierdas. Era un impulso automático. Empezó a hacerme gracia verla venir y mirarnos como miran las vacas al tren de vía estrecha que pasa por delante de ellas




Solo hay dos líderes políticos que no me hablan (excluyendo al de Vox, al que nunca se me ocurriría meterle el micrófono).

Solo hay dos líderes políticos que tuercen el morro cuando me ven. Uno de ellos probablemente ni ya se acuerde de mí.

Hablo de José María Aznar y Yolanda Díaz.

Felipe González se quedó petrificado hace siglos cuando le pregunté por la traición al pueblo saharaui y nunca más supe de él.

Así que igual son tres. Si contamos a Alfonso Guerra que me mandó a la mierda, puede que sean cuatro.

El caso es que Yolanda Díaz hace mucho tiempo que ni me mira a la cara, ni me habla.

Cuando empezó a sonar como ministra dejó de atenderme. Comenzó a driblarme (no es tan difícil, lo confieso).

Cruzaba a toda prisa la Carrera de San Jerónimo (jugándose la vida entre esos trolebuses rojos de turistas) con tal de evitarme.

Ojo, que yo por entonces no curraba para el diario YA, estaba en una revista digital afín a su causa, que ya no es la misma.

Pero me evitaba. Se ponía nerviosa al verme porque (creo yo) pensaba que mis preguntas imprevisibles la podrían comprometer. Igual tenía miedo a ofrecer una respuesta torpe o con poca gracia. No sé. Nunca lo entendí.

Yo ni buscaba su gracia, ni su ingenio… simplemente que me respondiera como cualquier otro político. No trabajaba ni trabajo en CQC.

Solo pretendía que me contestara como lo hacían y hacen: Mertxe Aizpurua, Gabriel Rufián, Ione Belarra, Aitor Esteban, Alberto Núñez Feijóo, Teresa Ribera, Félix Bolaños (aunque sea con monosílabos), o Teresa Jordà. M punto Rajoy siempre me atendió con cariño. A día de hoy me habla ZP aunque no durante muchos segundos. Hasta me sonríe Pedro Sánchez. Os podría decir que Felipe VI me hizo muecas extrañas durante la coronación (o lo que fuera) de su hija.

Pero Yolanda ni me mira. Dolores Delgado de Inda tampoco.

La madre de Carmela dejó de sonreírme a las pocas semanas de montar Sumar. El mismo partido que ya parece desmontado. Que alguien busque la llave Allen en el trastero.

Cuando entré en Canal Red empezó la guerra de los Rose. Kramer contra Kramer. Primero de mayo de 2023.

En cualquier acto me ponía delante al Cabezón Ruggieri, al armario de Vendrell, para que no pudiera ni alargar el brazo, ni el micrófono, ni mis ganas de ofrecerle su opinión a las personas que están al otro lado. A ti, posible votante entonces. Puede que ya ni eso.

Igual se pensó que Pablo Iglesias me había enviado contra ella. Pero mi jefe nunca mandó sus naves reporteras a luchar contra las elementas, lo juro por Gramsci.

Yo voy por libre, me dejan hacer. Y soy educado, hasta con Ayuso, imagínate.

Según OK Diario la acosé por preguntarle por los 7291. Según la prensa digna y según Kapuscinski (que Bakunin lo tenga en su gloria) fue ella la que me acosó.

Según mucha gente que me ha parado por la calle desde entonces lo único que hice es preguntarle lo que cualquier periodista le tendría que haber preguntado muchísimo antes.

De hecho la que acosó fue ella. Venía a acosar a Feijóo al Congreso y se topó conmigo, en mi puesto de trabajo (el Congreso).

Volviendo a Yolanda, eternamente Yolanda…

Un buen día decidí no acercarle el micrófono más.

No tenía ninguna información sobre ella, más allá de sus desplantes hacia mí. Nadie me contó ni me ha contado nada que me hiciera ser antipático con ella. Solo su actitud conmigo. Su jefa de prensa, ahora jefa de gabinete era y es una sonrisa subida en un dron. Sonrisas a domicilio. Ni calvo ni con dos pelucas, decía mi abuela. La actitud de Yolanda me recuerda a la de Miriam Nogueras, con la diferencia de que a la portavoz de Junts le debe pasar con todo periodista viviente. O con cualquiera que sonría al verla pasar. O con cualquier vertebrado.

El veto a Irene Montero, la cara de odio enfermizo hacia Podemos, me hizo distanciarme aún más de Yolanda.

El que es así, la que es así, en el trabajo es así en casa, es así en la vida.

A mí que no me fastidien. ¿Cómo se puede odiar tanto a la gente que confió en ti y te dio una oportunidad?

Aprendí a guardar el micrófono cuando la veía aparecer cual elefante en una cacharrería de izquierdas. Era un impulso automático. Empezó a hacerme gracia verla venir y mirarnos como miran las vacas al tren de vía estrecha que pasa por delante de ellas. Uno de los dos sobra.

Me pareció que se adueñaba de una de las peores enfermedades de este país: la envidia, la zancadilla al de tu propio equipo, los cuidados paliativos a la mediocridad.

Me da igual si has salido tarifando con Irene, si te cae mal Irene. Si los pelos de su perro Tirso te producen alergia.

Pero no puedes dejar en el banquillo o echar del equipo a Nadia Comaneci (por no decir a Rosa Luxemburgo o a Angela Davis).

Os confieso que el día que Podemos decidió concurrir con Sumar a las elecciones generales le pegué una patada a un arbusto que había a la salida de la biblioteca de mi pueblo. Casi me disloco la rodilla. Lo juro por Ascaso y García Oliver. Para vuestra tranquilidad os diré que el arbusto sigue vivo. Creo que lo han podado hace poco para que crezca mejor.

Sentí que era una gran cagada. Que eran dos proyectos que no casaban, como agua y aceite. Dos mundos imposibles de reconciliar. Porque yo además de periodista soy persona, ciudadano. A la derecha de Podemos… el abismo.

Pero todo dios estaba con la cantinela de que viene el lobo y claro… a mamar.

Al final Yolanda se encargó de denigrar a Ione poniéndola en la lista por debajo de Errejón (que a día de hoy no sé si existe o es un holograma proyectado desde Ferraz 70). Qué Antonio García-Trevijano te conserve la vista, alegre.

Tan malo y rencoroso es Pablo Iglesias que cuando su colega de bocatas de mantequilla con azúcar descendió al equipo de categoría no solo no le echó sino que le mantuvo vivo, vivito y coleando. Trabajando en la sombra.

Napoleón le hubiera dado un buen tirón de orejas, a Pablo.

Enrique Líster también.

El resto de la historia ya la conocéis: El día D, la hora H, el desembarco de Ayuso.

Errejón montando un engendro exprés en 15 días, con sus 7291 noches.

¿Con qué dinero lo haría? La respuesta la sabes tú y la sabe Manuela, Carmena.

La virgen de las Magdalenas. Catalunya me queda muy lejos, Chamartín no.

Tan malo y rencoroso es Pablo Iglesias y por ende Podemos que cuando pudo cargarse al muerto viviente de IU le invitó a unos botellines y encumbró a los altares de la Sala Mirador a su líder supremo: Alberto Garzón.

Ese señor que dejó el chándal de la DDR aparcado para ser un fantasma ministerial en toda regla.

Tengo una amiga (que además fue ministra) que hace más en toda una tarde en casa que lo que hizo este señor en tres años y pico de legislatura. Fusible quemado S.A.

Los hermanos mala sombra.

Yolanda, la que no saluda, consiguió de rebote ser la lideresa de Unidas Podemos, un partido abierto que le daba bola a IU con ministerios, secretarías de estado, departamentos de parques y jardines o comisiones de ferias y festejos. Lo que fuera.

Pura generosidad del coletas. Cero puñales. El general Vicente Rojo se retuerce en su tumba del cementerio de San Justo.

De hecho la estructura de Podemos (ya con Ione a la cabeza) fue tan malvada y maquiavélica que respetó escrupulosamente el puesto de trabajo de un empleado (que resultó ser el por entonces marido de Yolanda) mientras ella ya estaba dinamitando Podemos. Fuego a discreción.

Así es la formación morada. Por donde pasa crece la hierba. Buenismo a espuertas.

Cuando llegaron las negociaciones para formar las listas de las últimas generales ardió Galípoli. Pese a que love was in the air.

La yegua de Troya (también fabricada en Ferraz para cargarse a Podemos) le dio un papel en blanco a Vendrell para que se lo restregara en las narices a las negociadoras de Podemos.

—Esto es lo que vais a conseguir.

Se puto partió de risa en su cara.

Jugaba a caballo ganador. Amírola jinete de repuesto. Viva el discurso. Viva el amor.

Podemos en horas bajas. La militancia de Podemos con la brújula descuajeringada.

Sumar mete de número dos a un tío que se come la boca con el rey de Marruecos y de número tres a una saharaui que no va a rechistar pese a haber sufrido en sus propias carnes nómadas la mierda que es vivir en los campamentos de refugiados, en medio de la nada.

Errejón por delante de Ione. El mundo al revés. El mundo según Gurb.

Risas y más risas. Las sabandijas como Ramón Espinar masturbándose (de manera figurativa) con el proceso de caída libre del que fue su partido, el que le sacó del anonimato en el que malvivía y del que sigue viviendo ahora diciendo chorradas en un plató que Umberto Eco rociaría con Zotal.

Y Jesús de todos los Santos frotándose las manos.

Nacho Álvarez mirando por la mirilla de la puerta.Sánchez Mato enfurruñado porque cuando me le encontraba en algún acto random del partido de Yolanda le preguntaba: —¿Has pillado ya cacho en Sumar?

Información de servicio: terminó pillando cacho en Sumar, de una forma u otra.

Nunca quise molestarle, para mí era una broma recurrente. Un running joke. Pero resulta que hasta con el humor se acierta.

Y cuando pillas a alguien en este país (por muy cristiano que sea) en vez de reconocerlo… le echa la culpa al empedrado.

Marca España.

Por entonces no trabajaba de “empujador” de pasajeros en la hora punta del Metro de Tokio.

La misma Eli Duval pasó de saludar a saludar a medias, a fruncir el morro, a arremeter contra Podemos como si no hubiera mañana. Pensando que Sumar iba a ser el SPD de Billy Brandt, el de los años 70. Alma de cántaro.

Como si Podemos no fuera el faro del colectivo trans en este país (aunque no sea el único). Yo quiero más gente como Alejandro, el marido de Mar Cambrollé.

En fin… reconozco que la única que me intentaba saludar aunque fuera de soslayo, a la remanguillé, era Marta Lois.

Tenía la consigna (me consta) de no responderme a preguntas, de no saludarme. Pero ella me saludaba.

El día que Yolanda la defenestró en una cena a golpe de tenedor contra la copa de champán o de Albariño… Marta entendió que el enemigo no era Willy Veleta, ni Canal Red, ni Pablo Iglesias. Entendió a la primera que el enemigo dormía en casa. Exactamente en una suite ministerial de no sé cuántos metros cuadrados.

Era otra cosa que nunca me encajó de Yolanda. ¿Qué leches hacía viviendo con una niña en una casa tan grande dentro de un ministerio?

Ojo que cada uno es amo de su destino y capitán de su alma. Pero tengo que meter algún chascarrillo para rebajar la tensión.

Me imaginaba al fantasma de Largo Caballero corriéndola a gorrazos por los pasillos, por no cumplir con los preceptos básicos del socialismo.

Que Sumar ha traicionado al corazón coraza del 15-M lo saben aquí y en San Serenín del Monte.

Que CC.OO. (pronunciado por Urdaci suena mucha mejor) ha traicionado a todo currante de base lo saben aquí y en casa de Federico Engels. Hasta las gambas rojas de Huelva lo saben.

Cuando Yolanda salió el año pasado ante los medios a comentar los datos obtenidos en las generales se columpió. Quiso vendernos una moto gripada, y casi nadie con dos dedos progresistas de frente la compró.

Solo picó el cabrero del anuncio del todoterreno de Mitsubishi: —¿Otra vez la Yoli campeona de Europa?

Bajaste de 50 a 31 diputadas y punto, querida. No es tan difícil de entender ni de explicar.

La culpa, una vez más, del empedrado. Que si la abuela fuma.

¿Cuánta gente ese 23-J se tiró diez minutos mirando la papeleta que decía Marlaska y la que decía Yolanda?

¿Cuánta gente ese 23-J quería un partido de izquierdas de verdad (no un PSOE 2) votó a Sumar y se fue al baño del colegio electoral a potarlo todo después?

El día que Podemos se tiró de cabeza en el Grupo Mixto, las diputadas, el partido y toda la militancia se quitaron la pinza de la nariz y empezaron a respirar a pleno pulmón. Pulmón marxista. El cielo todavía no asaltado sonreía desde la distancia. El presidente Negrín también.

Pero no todo el mundo lo hizo. Alguien suspiraba por salir de la Carrera de San Jerónimo pitando y lo logró. Dejó al equipo con cuatro diputadas. Corrió la lista y entró ICV, para más INRI.

Pelillos a la mar. Ahora tocaba compartir cafetera con Ábalos no con Txema Guijarro. Ni tan mal.

Recuerdo que en una manifestación pro saharaui pude ver como una señora con una melfa (una auténtica saharaui) increpaba a Yolanda Díaz por vender a su pueblo, por ser cómplice de Marruecos. Lo hizo Franco, lo rubricó el Campechano y lo perpetuó Pedro Sánchez de Albares.

Tesh Sidi, junto a Yolanda, no sabía dónde meterse.

Yo pensaba: —Tesh pírate.

Yolanda se retorcía un mechón de pelo con mucho esmero y poca paciencia. Si hubiera podido se lo hubiera arrancado. Tierra trágame. Miña terra galega.

Yolanda terminó yéndose de la mani. Mutis por el foro.

Luego vino el 7 de octubre, el genocidio y las pocas ganas de llamarlo genocidio. Piruetas dialécticas marca Ferrol.

Masacre, guerra, guerrita, eso de lo que usté me habla, gente que muere, caídos por Palestina, cosas de la vida…

Y ahí la hija de Suso cavó su tumba (perdón por el símil). Podemos cogió su fusil, sin saberlo todavía.

Luego se sumó el despropósito de afirmar que “desde el río hasta el mar” incluye también a Israel. Ese fue el último clavo del ataúd.

A Israel le das el río Jordán y te coge el mar Mediterráneo entero. De Algeciras a Estambul.

Ione Belarra y su kufiya había adelantado a Yolanda por la izquierda hace semanas, meses.

La hostia, sin consagrar por Netanyahu, no la vio venir.

Con el tiempo llegaron las elecciones europeas. Ya tú sabes. Irene selección.

Podemos Jon Snow.

IU jaula de grillos.

Sumar hecho un flan.

El odio supremo a Podemos (le comió la tostada con su aparición en 2014) y la desconfianza en una Yolanda que es como Atila hizo que IU no supiera qué hacer con su vida durante semanas.

Alguien quería ponerle una vela a la peluca de Carrillo. Hacerle vudú a una foto de Pablo Iglesias abrazando a Julio Anguita.

La militancia de Podemos con ganas de revancha, de sorpasso, de mejorar este puto planeta.

Yolanda confirmó los miedos de la coalición que un día lideró Llamazares (no te digo más). La decisión estaba tomada. Nada de botellines, puñalada al corazón. Que venga la sacerdotisa roja del Señor de la Luz.

Manu Pineda, el más palestino de todos los palestinos que no son palestinos, el conductor de ambulancias que va con la sirena siempre a todo tren, fue colocado en cuarto lugar en la lista de Sumar. Oh sorpresa. O como dice la hija de una amiga mía: —Oh chopecha.

Pineda se creía Caniggia en el Mundial de Italia 90. Indispensable.

Pero ni era Caniggia, ni tenía a su lado al Diego. Parecía Branco después de beber del bidón albiceleste.

Estaba solo, maltratado, harto…

Pero una vez más… la culpa del empedrado: Podemos.

Pablo, el Rayo Vallecano.

Pineda le dio “me gusta” al tuit de la “compañera” de Sumar Sevilla que aplaudió el acoso fascista a la casa de Irene y Pablo. Pineda, Frontera, te quiere España entera.

Si la campaña dura una semana más cambia la kufiyah por la kipá. Es broma, pero necesito reírme un poco, que todo esto más que burdo es muy intenso.

Al final como todas sabéis Manu Pineda no salió. Adiós Bruselas, adiós. Seguramente en la sede alquilada de Sumar brindaron con botellines. Iluminaron la triste noche electoral con un candelabro de nueve brazos.

La foto era tétrica. Yolanda, Ernest y el abismo.

En la sede de Podemos Irene Montero estaba arropada por toda su gente. Creí ver la sonrisa de Anguita sobrevolando por el hombro de Isa Serra.

Con UP podrían haber vivido todas mejor. Pero ella no quiso. Con Rivera sí, con Garamendi también.

Como dice mi estimada amiga La Tanqueta de las Zorreras: —Siéntame a la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar.

Podemos consiguió sobrevivir, escapar de sus cenizas, de las cenizas fabricadas por un secador de pelo de Margarita Robles, Fernando Grande Marlaska o Yolanda Díaz.

Pablo Iglesias sigue jugando su partida de ajedrez, tocando con su guitarra “Los reyes son los padres”, de Quintín Cabrera mientras a ratos acaricia a su perro, no tiene gato.

Irene Montero demostró que, aunque Yolanda hubiera puesto de cabeza de lista para Europa al Richard Nixon de 1968, se lo hubiera comido igual, con patatas.

La noche del euro debate en RTVE Yolanda visitó el baño más de lo habitual. Y no por las mismas razones que un compañero suyo de partido.

Lo veía venir. Huracán Montero. El veto boomerang.

Ahí estaba la vetada, ahí estaba Arya Stark diciendo alto y claro: —Not today.

Hubiera bastado con mantenerla de ministra, de haber reconocido su valía pese a llevarse rematadamente mal con ella.

No hemos venido a la política (ni al periodismo) a hacer amigos, ni amigas. Dicho sea de paso.

Pero entonces no estaríamos en España, ese lugar inhóspito donde importa más la cuadrilla y el “Si, bwana” que escoger verdaderamente al mejor equipo, al más competente, te caigan bien o mal.

No se viene a la política (creo yo) a hacer cuchi pandi, sino a mejorar la vida de la gente. Que no es poco.

Que haya que explicar esto en 2024 es preocupante.

Escoge a los mejores. 11 Aitanas Bonmatí.

¿No había un mejor candidato a ministro de Cultura? ¿En serio?

¿Qué hace una ministra medio palestina sentada todavía en un consejo de ministras que habla todavía de muertos en Gaza y no de asesinados?

Un gobierno que ha permitido que se sigan fabricando y vendiendo armas al estado sionista, al culpable del genocidio en Gaza.

¿Pero en qué mundo vivimos?

Por eso cuando hoy he visto la imagen de Yolanda Díaz dimitiendo de su cargo en Sumar se me han pasado varias cosas por la cabeza.

Aquí van:

1-¿Qué te hubiera costado sonreírme? Porque sonreírme a mí era sonreír a miles de personas, no exagero.

2-¿Qué te hubiera costado responder a mis inofensivas preguntas?

3-¿Por qué vetar a la mejor?

4-¿Quién te dijo que ser la segunda piel del PSOE te podría traer nada bueno?

5-¿Por qué no te alquilaste un piso o un hórreo en una zona de Madrid sin fantasmas?

6-¿Quién te ha dicho que no pronuncies la palabra genocidio?

En el fondo y en la superficie yo creo que el personaje se comió a Yolanda Díaz. La chica rubia no ha calado en la sociedad. Molaba más Doña Datos. La Yolanda que parecía más auténtica, que igual no lo era pero daba el pego.

El moño para visitar a Puchi, el no sé qué para visitar al Papa, el peto de pasarela Cibeles para ir al consejo de ministras. El marketing hizo aguas. El cambio de discurso, la sonrisa nerviosa, la soledad en el escaño. Se esfumaron los gatos, los datos.

Les voy a dar uno que no les va a gustar (o sí): Yolanda no estuvo a la altura del personaje que se había creado. O que algún iluminado le había creado.

En su cabeza sonaba mejor. En las encuestas ya no. Un partido sin militancia. Un partido al que muchos arrimaban el ascua a su sardina trepadora. Un partido o coalición de partidos sin alma. Un partido o coalición de partidos sin el Peugeot 407 de Perro Sanxe.

La rubia de salón, la ejecutiva agresiva del Azca, la referente de la izquierda cuqui que no da una a izquierdas, reducida a cenizas. Fénix ni está ni se le espera. Bustinduy se ha quedado dormido en el escaño.

Yolanda se olvidó de sus orígenes. El ministerio como laberinto del fauno, de la fauna. Se le atragantaron las coles de Bruselas.

No salen las cuentas. Irene Montero te ha dejado planchada.

Pero os diré una cosa para levantaros los ánimos… yo lo único que deseo para Yolanda es que se case con Vallín y vivan en un yate o en un pazo.

Que María Eugenia Palop (independiente) les traiga atunes frescos y los coloque estratégicamente en el gancho de la caña para que parezca que los han pescado ellos.

Ojo avizor, ojo al Azor.

Porque después de todo lo que han sufrido estos dos es lo mínimo que se merecen. Descansar. Lejos de Waco (Texas). Que la única plancha sea la de los atunes, a la plancha.

Ojalá ella le reconociera a Pablo Iglesias (no hace falta que sea en el programa del plomo de Évole) que se equivocó al designarla.

Que ella no quería, oiga. Que Pablo Iglesias no hay más que dos, y uno está enterrado en el cementerio civil de Madrid.

Estoy seguro de que Pablo la perdonaría, eternamente.

Por eso rezo al Batallón y a la Taberna Garibaldi para que a Yolanda y Pedro (Vallín, no el otro) les gusten las alcachofas de bote en la paella o el penne al pesto genovese.

Aunque por encima de todo espero que no inviten a la boda ni a Aznar, ni a Noelia Vera, ni a García-Castellón.

P.D.: Como veis no he caído en la tentación de decir que los primeros clientes de la nueva funeraria de Pablo Iglesias son Manu Pineda o Yolanda Díaz…