Más conocido como escultor, este portugués ya ferrolano desde hace 47 años, lleva un cuarto de siglo asomándose a las páginas de Diario de Ferrol
Desde la casa de Manuel Patinha (Póvoa de Santa Iria, Portugal, 1949) se ve una hermosa perspectiva de la ría de Ferrol, una ciudad de la que se enamoró hace medio siglo. Ahora, 25 años después de su primera aparición en este periódico, mostrará su obra más desconocida para el gran público en una cita retrospectiva que se podrá ver desde el mes de octubre en el centro cultural Torrente Ballester.
Emergirán en la exposición todos los ‘patinhas’ que hay en Manuel. El pintor en gran formato, el grabadista y el dibujante metódico e hiperrealista que retrató el alma de la gente común, sobre todo de su mecenas Álvaro, cuyo rostro se multiplica en las paredes. Por supuesto, también estará el escultor, la disciplina que le ha hecho triunfar a lo largo de más de medio siglo de carrera artística.
No obstante, titubea cuando le hablamos de éxito. “No creo que haya llegado a eso. He llegado a consideraciones y crítica, y a instituciones. Estoy reconocido, sobre todo en la escultura, donde figuro en los grandes documentos de arte gallego y portugués. Pero uno no debe dimensionarse más de lo que es porque no soy yo quien debo valorarme. Tendrán que hacerlos otros. Me pondrán nota”, reflexiona
A mi edad me llaman para dar conferencias, clases... Y también para hacer exposiciones importantes como esta, que es el resumen de toda una vida. Cuando la gente te conoce, al final de tantos años, y tú les presentas este trabajo, es una especie de tributo a la sociedad para que conozca más a fondo quién es Manuel Patinha”, valora el artista, que adelanta algunas pinceladas sobre la muestra.
Las primeras obras que se verán son de los 70, cuando trabajaba para una galería madrileña y primaban los desnudos en paisajes distorsionados a base de geometría. La evolución hacia el grabado, muy de moda durante los ochenta y noventa, cuando procuraba hacerse camino, hasta llegar a la escultura. “Llegué a Ferrol de vacaciones por primera vez, pero conocí a una chica, que luego fue mi mujer, y me quedé”, recuerda.
‘O Famito’
A raíz de su separación, se fue a vivir a A Faísca con los que considera sus “mecenas”, campesinos que le dieron el espacio suficiente para desarrollarse en la escultura. “ Tengo el amor fraccionado entre Portugal y Galicia, pero realmente me encuentro muy a gusto aquí. Tengo mi vida y le debo todo aquello que soy como artista”, sostiene Patinha, que va dejando su huella imborrable también a través de sus obras en espacios públicos, como la última que donó para hacer realidad el homenaje a las víctimas del franquismo en Canido.
Pero también aquellas esculturas que son premios, como As Ceibes del Premio Couso y O Famito, la alegoría de la fuente de la Fama que Diario de Ferrol, siguiendo la tradición desde las primeras galas de aniversario, entregó el pasado 5 de junio en el Jofre. “Me lo encargaron Chelo Loureiro y Man Castro, buscando un símbolo del periódico y de Ferrol”, resume. Patinha nos da algunas claves del paseo en el tiempo y la evolución de su obra que será la exposición.
“Es interesante dar a conocer, ahora en esta fase de mi vida, un trabajo de muchos años que se fue haciendo y guardando”, explica, mostrando “satisfacción porque la gente tenga una idea de mí y se sorprenda, sobre todo en el aspecto de la pintura”. De hecho, reconoce que está repintando algunas obras y que está disfrutando con su regreso a la paleta.
Un ‘Patinha, Patinha’
La muestra se dividirá en cinco salas, dejando primeramente espacio para la fotografía —”para hacerle competencia al maestro Meis”, bromea— y después a 32 grabados. “La siguiente será obra de los primeros tiempos y finalmente la más contemporánea”, avanza, dejando claro que la iluminación jugará un papel esencial para crear “una actitud teatral y que el público vaya descubriendo los tonos y las texturas”.