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Castigo a las mujeres LTBQ en tiempos de 'melonismo' CRISTINA FALLARÁS

 


Se ha hablado mucho del cartel del Orgullo que ha lanzado el Ayuntamiento de Madrid, pero no suficientemente sobre lo más evidente: es una representación misógina, tan profundamente machista que ni siquiera contempla la existencia de mujeres en el movimiento LGTBIQ. Y nadie crea que lo que sigue tiene solo que ver con Madrid. Es la tónica de un tiempo en el que reina Giogia Meloni, la que eliminó los derechos de las madres lesbianas nada más llegar al poder, la que ha metido al lobby antiabortista en las clínicas para la interrupción del embarazo. La ultra a la que alaban desde Isabel Díaz Ayuso (PP) hasta Felipe González (PSOE). Oh.

Así que no es de extrañar que ninguno de los símbolos que aparecen en el cartelito del Orgullo de este año haga referencia a las mujeres. Ni lesbianas, ni trans, ni bisexuales. A saber: un zapato de tacón, un oso de peluche, un par de condones y una copa de cóctel. Es evidente que el taconazo no lo ponen por nosotras, sino que responde a su idea del mundo travesti. Quiero entender que el oso es un guiño a ciertos sectores del colectivo gay, y qué decir de los condones. En cuanto a la copa, yo no bebo, es sencillamente su idea de una fiesta. Alcohol. Imagino que en algún otro sitio pusieron las rayas.

¿Me preocupa que un Ayuntamiento como el de Madrid no tenga en cuenta a las mujeres a la hora de imaginar el Orgullo? A priori me tienta a responder que no, que se metan la fiesta allá donde les quepa. Sin embargo, hace falta existir para poder defenderse. No por sabido hay que dejar de repetirlo: Si no nos ven, si no estamos, cualquier atropello queda impune por el simple hecho de que se produce contra un grupo de población oculta: las mujeres LBTQ. Si no existen las lesbianas, las mujeres transexuales o bisexuales, cualquier agresión de cualquier tipo que se produzca contra nosotras requerirá primero de la explicación de que existimos, y eso en una sociedad de comunicación acelerada requiere un tiempo que ya no nos permitimos. Ojo con esto.

En cuanto a lo que subyace, para empezar ahí está la tradicional idea económica del Orgullo. O sea, esta costumbre de medir los derechos de la población en términos de rentabilidad económica. Parecía una buena idea, ese tipo de construcciones comerciales que a la larga se pagan caras. Hay en ese cartel un castigo implícito a las mujeres lesbianas, trans y bisexuales. Parece un "vosotras no participáis de esta fiesta", "no estáis invitadas". Probablemente porque no avanzamos aupadas sobre ese tipo de construcción comercial que a sociedades de este tipo les interesa.

Pero creo que hay algo más, estas nuevas corrientes que afectan tanto a la derecha como al de toda la vida: un castigo a las mujeres, una misoginia vieja que vuelve a hablar de "familia tradicional" sobre todo en términos de maternidad. En resumen, un melonismo que quiere volver a poner a parir a las mujeres. Es el suyo un paraíso de madres abnegadas rodeadas de blancos cachorros, cuantos más mejor.

Ningún gesto es inocente o casual. Un cartel como este lleva tiempo, pasa por muchas manos, están previstas todas las respuestas; busca modificar, incidir, es una declaración pública y multiplicada. Por eso es tan dañino, más allá de lo simbólico. La presencia, la existencia evidente, la visibilidad nos protegen. Y vamos a necesitar mucho de todo eso en estos nuevos tiempos melonistas.