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Los niños españoles se han olvidado de jugar: cuando las tablets ganan la batalla...Artículo Diario Público


El 75% de los menores supera los límites de exposición a las pantallas que marcan los especialistas. "Abordar este fenómeno es una de nuestras prioridades", señalan desde el Ministerio de Infancia.


Esto es una combinación de muchos factores sociales y culturales. Los niños lo ven normal, porque no saben lo que hacíamos nosotros cuando éramos pequeños. Cuando les cuento a mis hijos que jugaba en la calle y volvía sucia a casa, me llaman antigua. El problema son las implicaciones que el abandono del juego puede tener a corto y largo plazo", relata Ana María Ruiz-Ruano, profesora de Psicología evolutiva y de la educación en la Universidad de Granada. Las fuentes consultadas por Público aseguran que puede afectar tanto a su capacidad de mantener la atención, como a la tolerancia de la frustración y el desarrollo de habilidades sociales. "Las pantallas tienen mucho que ver, porque ofrecen una respuesta rápida para todo y merman la paciencia de los niños", añade la docente. 

"Las innovaciones siempre han estado ahí. El problema radica en el tipo de relación que establecemos con ellas. Los padres no pueden pedirle a un menor que deje de usar el teléfono móvil si ellos están pegados todo el día a la pantalla. El niño quiere ser mayor y lo que ve, lo copia", precisa Estibaliz Amenabarro, doctora en Pedagogía por la Universidad del País Vasco. El uso excesivo de los dispositivos electrónicos no solo tiene consecuencias a nivel emocional, sino que puede interferir en la conciliación del sueño, los problemas visuales y la disminución de los reflejos.

 es una combinación de muchos factores sociales y culturales
. Los niños lo ven normal, porque no saben lo que hacíamos nosotros cuando éramos pequeños. Cuando les cuento a mis hijos que jugaba en la calle y volvía sucia a casa, me llaman antigua. El problema son las implicaciones que el abandono del juego puede tener a corto y largo plazo", relata Ana María Ruiz-Ruano, profesora de Psicología evolutiva y de la educación en la Universidad de Granada. Las fuentes consultadas por Público aseguran que puede afectar tanto a su capacidad de mantener la atención, como a la tolerancia de la frustración y el desarrollo de habilidades sociales. "Las pantallas tienen mucho que ver, porque ofrecen una respuesta rápida para todo y merman la paciencia de los niños", añade la docente. 

"Las innovaciones siempre han estado ahí. El problema radica en el tipo de relación que establecemos con ellas. Los padres no pueden pedirle a un menor que deje de usar el teléfono móvil si ellos están pegados todo el día a la pantalla. El niño quiere ser mayor y lo que ve, lo copia", precisa Estibaliz Amenabarro, doctora en Pedagogía por la Universidad del País Vasco. El uso excesivo de los dispositivos electrónicos no solo tiene consecuencias a nivel emocional, sino que puede interferir en la conciliación del sueño, los problemas visuales y la disminución de los reflejos.

"Lo mejor que un adulto puede hacer por un niño es darle tiempo y espacio para jugar". Este es uno de los pilares del libro La Ciudad de los Niños, publicado hace dos décadas por el psicopedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci. El escritor, también conocido como Frato, define el "juego" como "el trabajo de los más pequeños" y aboga por un sistema en el que las actividades lúdicas tengan más protagonismo que el estudio y las nuevas tecnologías. La premisa choca con los datos que deja el último informe del Instituto Tecnológico del Producto Infantil y el Ocio (AIJU): el 45% de los menores de 12 años juega al aire libre menos tiempo del que recomiendan los expertos y pasa cada vez más horas delante de una pantalla.

Los niños españoles dedican una media de una hora y cuarto cada día a jugar, según el citado estudio. El tiempo que pasan conectados a los dispositivos móviles es ligeramente superior y ronda las 1,45 horas, lo que supone un incremento de seis puntos con respecto a los datos del último informe previo a la pandemia. "El confinamiento ha acelerado el uso excesivo de las pantallas. Las restricciones se acabaron, pero las rutinas permanecen. No hemos recuperado el tiempo de juego al aire libre que teníamos antes de 2020", señala Pablo Busó, coordinador del área de investigación del usuario infantil de AIJU. 


"Lo mejor que un adulto puede hacer por un niño es darle tiempo y espacio para jugar". Este es uno de los pilares del libro La Ciudad de los Niños, publicado hace dos décadas por el psicopedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci. El escritor, también conocido como Frato, define el "juego" como "el trabajo de los más pequeños" y aboga por un sistema en el que las actividades lúdicas tengan más protagonismo que el estudio y las nuevas tecnologías. La premisa choca con los datos que deja el último informe del Instituto Tecnológico del Producto Infantil y el Ocio (AIJU): el 45% de los menores de 12 años juega al aire libre menos tiempo del que recomiendan los expertos y pasa cada vez más horas delante de una pantalla.

Los niños españoles dedican una media de una hora y cuarto cada día a jugar, según el citado estudio. El tiempo que pasan conectados a los dispositivos móviles es ligeramente superior y ronda las 1,45 horas, lo que supone un incremento de seis puntos con respecto a los datos del último informe previo a la pandemia. "El confinamiento ha acelerado el uso excesivo de las pantallas. Las restricciones se acabaron, pero las rutinas permanecen. No hemos recuperado el tiempo de juego al aire libre que teníamos antes de 2020", señala Pablo Busó, coordinador del área de investigación del usuario infantil de AIJU. 

Esto es una combinación de muchos factores sociales y culturales. L

Esto es una combinación de muchos factores sociales y culturales. Los niños lo ven normal, porque no saben lo que hacíamos nosotros cuando éramos pequeños. Cuando les cuento a mis hijos que jugaba en la calle y volvía sucia a casa, me llaman antigua. El problema son las implicaciones que el abandono del juego puede tener a corto y largo plazo", relata Ana María Ruiz-Ruano, profesora de Psicología evolutiva y de la educación en la Universidad de Granada. Las fuentes consultadas por Público aseguran que puede afectar tanto a su capacidad de mantener la atención, como a la tolerancia de la frustración y el desarrollo de habilidades sociales. "Las pantallas tienen mucho que ver, porque ofrecen una respuesta rápida para todo y merman la paciencia de los niños", añade la docente. 

"Las innovaciones siempre han estado ahí. El problema radica en el tipo de relación que establecemos con ellas. Los padres no pueden pedirle a un menor que deje de usar el teléfono móvil si ellos están pegados todo el día a la pantalla. El niño quiere ser mayor y lo que ve, lo copia", precisa Estibaliz Amenabarro, doctora en Pedagogía por la Universidad del País Vasco. El uso excesivo de los dispositivos electrónicos no solo tiene consecuencias a nivel emocional, sino que puede interferir en la conciliación del sueño, los problemas visuales y la disminución de los reflejos.


os niños lo ven normal, porque no saben lo que hacíamos nosotros cuando éramos pequeños. Cuando les cuento a mis hijos que jugaba en la calle y volvía sucia a casa, me llaman antigua. El problema son las implicaciones que el abandono del juego puede tener a corto y largo plazo", relata Ana María Ruiz-Ruano, profesora de Psicología evolutiva y de la educación en la Universidad de Granada. Las fuentes consultadas por Público aseguran que puede afectar tanto a su capacidad de mantener la atención, como a la tolerancia de la frustración y el desarrollo de habilidades sociales. "Las pantallas tienen mucho que ver, porque ofrecen una respuesta rápida para todo y merman la paciencia de los niños", añade la docente. 

"Las innovaciones siempre han estado ahí. El problema radica en el tipo de relación que establecemos con ellas. Los padres no pueden pedirle a un menor que deje de usar el teléfono móvil si ellos están pegados todo el día a la pantalla. El niño quiere ser mayor y lo que ve, lo copia", precisa Estibaliz Amenabarro, doctora en Pedagogía por la Universidad del País Vasco. El uso excesivo de los dispositivos electrónicos no solo tiene consecuencias a nivel emocional, sino que puede interferir en la conciliación del sueño, los problemas visuales y la disminución de los reflejos.

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La Academia Americana de Pediatría recomienda que los bebés de cero a dos años no tengan ningún tipo de contacto con las pantallas y aconseja una media diaria de entre 30 y 60 minutos para los menores de cinco años. El 75% de los niños supera los límites de exposición que marcan los especialistas. "La hipótesis con la que trabajamos es que los medios digitales ofrecen un ocio rápido y accesible que está desplazando el tiempo que le dedican a otras actividades como el juego y la lectura", sostiene Pablo Delgado, profesor de psicología evolutiva y del desarrollo e investigador en la Universidad de Sevilla.

Los niños y los jóvenes son los grupos de edad que más leen, según el último Anuario sobre el Libro Infantil y Juvenil publicado por la Fundación SM. Es cierto que a través de los dispositivos electrónicos también podemos acceder a casi cualquier novela o cuento, pero está demostrado que las pantallas afectan al desarrollo cognitivo de los menores. "El debate tiene que estar en lo que hacemos detrás de esas pantallas. No creo que haya que caer en la dicotomía de elegir entre libros o tecnología, pueden convivir ambas cosas", razona María del Mar Sánchez Vera, profesora de didáctica y organización escolar en la Universidad de Murcia.