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La Ley del Suelo no es anécdota sino categoría

 

Diario.Red {R} (

 La Ley del Suelo no es anécdota sino categoría

Cuando la presión de las urnas ya no esté en el horizonte y el PP no tenga la necesidad imperiosa de diferenciarse de VOX, es muy probable que esta ley neoliberal vuelva al Congreso para ser aprobada —esta vez sí— mediante un apretón de manos bipartidista

Este jueves, cuando el PSOE se enteró de que el PP iba a votar a favor de las enmiendas a la totalidad presentadas por Podemos, Junts y ERC contra el Proyecto de Ley del Gobierno por el que se modifica el texto refundido de la Ley de Suelo y Rehabilitación Urbana —resumido como 'Ley del Suelo'—, es decir, cuando supieron a ciencia cierta que la ley iba a ser tumbada del mismo modo que el martes de esta misma semana el Congreso tumbó la ley sobre la prostitución del PSOE, entonces, el Gobierno decidió retirarla para no enfrentarse a una segunda derrota parlamentaria consecutiva en apenas 48 horas.

En la espuma de los días, lo ocurrido puede parecer una anécdota política más, pero no lo es en absoluto. El fracaso de la Ley del Suelo presenta una serie de características que —todas juntas— hacen de la no votación de este jueves un síntoma y un símbolo que resume buena parte de la situación actual. Lejos de tratarse de un rifi-rafe más, el fracaso de la Ley del Suelo es una categoría política por sí misma que nos permite entender muchas otras cosas en aplicación del mismo esquema.

En primer lugar, este Proyecto de Ley revela como pocos la voluntad neoliberal del PSOE en una materia tan importante como la vivienda y encaja perfectamente con otras medidas tomadas por el Gobierno —como los avales públicos para permitir que los jóvenes puedan sobreendeudarse comprando una vivienda; una medida defendida públicamente por el Banco Santander— y también con diversas declaraciones de dirigentes socialistas. Podemos recordar a la propia ministra de Vivienda diciendo que los promotores privados podrán hacer negocio gracias a los planes del Gobierno o al ministro Oscar Puente celebrando la penetración en España del fondo buitre BlackRock, a la sazón, uno de los mayores caseros del país. La eliminación de requisitos urbanísticos para permitir la aceleración de pelotazos futuros, por un lado, y la legalización retroactiva de pelotazos pasados como la operación Chamartín, por el otro, que contenía la fallida Ley del Suelo son elementos coherentes y compatibles con la visión declaradamente capitalista que el PSOE manifiesta sin tapujos en este tema.

En segundo lugar, lo ocurrido con la Ley del Suelo nos ha permitido contemplar otro de los elementos estructurales de la situación política actual. Nos referimos a los bandazos y aspavientos tácticos que emite permanentemente Sumar como consecuencia de su vertiginosa caída en las encuestas. En este caso concreto, hemos visto a los de Yolanda Díaz fijar su voto a favor de las enmiendas a la totalidad —es decir, en contra de una ley del Gobierno del que forman parte— sencillamente porque estamos a dos semanas de las elecciones europeas. Como consecuencia de ello, también hemos podido ver cómo uno de sus habituales aliados mediáticos, como es la Cadena SER, les golpeaba de forma inmisericorde. Solamente Antonio García Ferreras se animó a defenderlos en un programa en el que entrevistó a la desconocida candidata de Sumar a las europeas mientras la dirigente de Sumar, Elizabeth Duval, estaba sentada en la mesa como tertuliana fija. El nerviosismo de un conglomerado de partidos que tiene poco más que un liderazgo en decadencia y una serie de apoyos mediáticos de dudosa deontología es algo que, de nuevo, es más general que particular.

Por otro lado, el fracaso parlamentario del PSOE de esta semana ha vuelto a poner en evidencia una clave que ya hemos tratado aquí en numerosas ocasiones: la debilidad numérica de la mayoría supuestamente de gobierno en la nueva configuración. Si en la anterior legislatura se aprobaron más de 200 textos legislativos, en esta, bastan los dedos de una mano para contar las leyes que el Gobierno ha conseguido sacar adelante. A pesar de la euforia con la que tanto el PSOE como Sumar recibieron los resultados electorales la noche del pasado 23 de julio, era evidente ya desde ese día para cualquiera que no quisiese jugar a instalar un relato de victoria que cualquier gobierno progresista que se conformase sufriría una importante debilidad parlamentaria que comprometería gravemente su acción política. La imposibilidad de aprobar la Ley del Suelo vuelve a hacer patente algo que no es anécdota sino categoría: que este Gobierno apenas es capaz de gobernar, y por ello prácticamente no hace otra cosa que generar titulares mediáticos con anuncios y promesas de medidas que o bien no van a pasar por el Parlamento o bien nunca se van a llevar a cabo.

La imposibilidad de aprobar la Ley del Suelo vuelve a hacer patente algo que no es anécdota sino categoría: que este Gobierno apenas es capaz de gobernar, y por ello prácticamente no hace otra cosa que generar titulares mediáticos con anuncios y promesas

Por último y muy significativamente, el hecho de que el PSOE haya buscado insistentemente al PP para sacar adelante esta modificación legislativa neoliberal nos permite contemplar con absoluta brutalidad la dimensión casi insultante del teatro que se llevan los dos partidos dinásticos del sistema del turno del 78. Así, mientras se dicen barbaridades mutuamente, mientras se acusan recíprocamente de corrupción, de mentir y de dar golpes de estado blandos, mientras el PSOE dice en los mítines que el PP es lo mismo que VOX y que frenar a la extrema derecha es una misión civilizatoria, mientras el PP dice que Pedro Sánchez es el principal problema de España porque ha entregado nuestro país a los separatistas y a los filoetarras, mientras todo este lamentable espectáculo de Pimpinela tiene lugar ante nuestros ojos abochornados, los dos protagonistas de la obra de teatro se buscan sin tapujos para acordar aquellos elementos que son clave en el mantenimiento del régimen oligárquico y de los privilegios de la minoría más pudiente del país. Están de acuerdo en la escalada bélica y el envío masivo de armas a Ucrania, están de acuerdo en que Israel es "un país amigo", están de acuerdo en no tocar al poder mediático —más allá de los fuegos artificiales retóricos del PSOE—, están de acuerdo en sujetar a la monarquía, están de acuerdo en llevar a cabo una política migratoria que viola los derechos humanos, y por supuesto están de acuerdo en mantener el carácter extractivo y turbocapitalista del mercado de la vivienda, aunque eso suponga la violación de uno de los derechos constitucionales más importantes. De hecho, el PSOE no miente cuando dice que había acordado el texto de la Ley del Suelo con señalados alcaldes del PP, y tampoco miente cuando dice que el PP ha dejado caer la ley porque estamos en campaña electoral. Efectivamente, cuando la presión de las urnas ya no esté en el horizonte y el PP no tenga la necesidad imperiosa de diferenciarse de VOX, es muy probable que esta ley neoliberal vuelva al Congreso para ser aprobada —esta vez sí— mediante un apretón de manos bipartidista.

Somos conscientes de que el panorama que estamos dibujando y que ejemplifica a la perfección lo ocurrido este jueves con la Ley del Suelo es un panorama desalentador. Pero un análisis riguroso de la realidad es el primer paso indispensable para poder cambiarla. Si el debilitamiento de la izquierda verdaderamente transformadora que surgió después del 15M y que puso en serio peligro el consenso oligárquico bipartidista ha permitido que las viejas y vergonzosas maneras hayan vuelto a campar por sus fueros, el reverso de la moneda también es cierto. Si la ciudadanía consigue volver a poner en pie la esperanza de un cambio real en favor de las clases populares y trabajadoras, los oligarcas y sus delegados parlamentarios volverán a sentir cómo les aprieta la corbata y las grietas del sistema diseñado para unos pocos se volverán a abrir. El próximo 9 de junio se presenta la primera oportunidad para que la trayectoria se empiece a revertir y podamos volver a ver una luz al final del túnel.