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El juego de los barcos MARTA NEBOT

 


La partida de los barcos no ha hecho más que empezar.

Arrancó a mitad de semana cuando Sumar y Podemos o Podemos y Sumar –no se sabe el orden exacto y podría ser un nuevo motivo para pelear– presentaron preguntas parlamentarias y sendas denuncias ante la Fiscalía y la Audiencia Nacional sobre el Borkum, un buque cargado de explosivos procedente de la India con presunto destino israelí que pretendía atracar en Cartagena, después de haberlo hecho en Canarias.

Varias ONGs propalestinas denunciaron que en dicho barco iba armamento destinado a seguir masacrando Gaza. Ésa fue la mecha que hizo reaccionar a Sumar y a Podemos o a Podemos y a Sumar. Punto para ellos.

El Gobierno español lo desmintió con rotundidad después de pedir cuentas al armador alemán dueño del barco y a las autoridades de Chequia, destino final de la carga. Algunas fuentes señalaron incluso que el tipo de armamento es de un calibre soviético, del que solo se emplea en armas de esa procedencia con ciertos años y que, en ningún caso, son utilizadas por el moderno ejército israelí.

El ministro de Transportes, Óscar Puente, subrayó que el dueño del material es el Gobierno checo y no una empresa privada y que éste les certificó que no es para exportar sino para consumo propio. Punto para los otros.

Una vez zanjado el asunto, con estas explicaciones y con los documentos publicados, pocas horas después, el Gobierno denegó el permiso de escala en España a otro barco con cargamento confirmado de explosivos con destino Gaza. El Marianna Danica, procedente de Chennai (India) con destino Haifa (Israel), había solicitado permiso para el próximo martes 21 de mayo y lleva una carga de material explosivo de 26,8 toneladas. El remitente es la empresa india Siddharta Logistics Co y el destinatario la israelí Israel Cargo Logistics (ICL). Fuentes del Gobierno afirmaron que Podemos–Sumar o Sumar–Podemos se equivocaron de barco. Punto para los socialistas.Cuando parecía que la partida estaba acabada y que solo faltaba sacar conclusiones, El Borkum decidió de madrugada que no quería atracar en Cartagena y que seguía derechito hasta el puerto de Eslovaquia. ¿Punto para Podemos–Sumar o Sumar–Podemos?

Ambos partidos concluyeron que este cambio de rumbo confirma que la carga del Borkum no va a Chequia sino a Gaza, digan lo que digan los Gobiernos patrio y checo.

Con la partida presuntamente terminada con un empate a dos llega el momento del análisis de las jugadas.

-Los barcos que van de Asia a Israel han empezado a venir por el Mediterráneo a raíz de los ataques de los Hutíes de Yemen en el Mar Rojo en apoyo a los palestinos de Gaza. Estos ataques empezaron en noviembre. ¿Es creíble que en siete meses no haya pasado por España ningún otro barco cargado de muerte con destino Palestina? ¿Óscar Puente investigará la cuestión y publicará los datos?

–¿Es posible que Podemos–Sumar o Sumar–Podemos, como las ONGs propalestinas a las que creyeron, se hayan confundido de barco? ¿Estarían dispuestos a reconocerlo?

¿No es posible que el Borkum haya decidido no hacer escala en Cartagena porque había una concentración organizada en su contra y ni la tripulación ni el armador quisieron líos ni más publicidad negativa, teniendo en cuenta lo que transportan?

¿No se dan cuenta socialistas, podemistas y sumatorios que enfrentar a sus votantes por esto es un insulto a la inteligencia y a la sensibilidad de todos ellos? ¿Dónde estaba su vigilancia a los barcos del último año?

–Y, por último, ¿no es, además de contradictorio, escalofriante celebrar que un barco cargado de muerte que en teoría no va a Gaza pueda acabar yendo? ¿No es horrible celebrar que lleguen más armas a Israel aunque sea sin pasar por España? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Qué estamos celebrando unos y otros?

Tras el análisis en la moviola, creo que hemos perdido todos, sobre todo credibilidad y tiempo. La trascendencia del asunto es nula. La única batalla ganada es que quizá, después de este lío, no paren aquí –pero sí en otros sitios– otros barcos destinados a matar. Como victoria contra la guerra se queda en menos que pírrica por mucho que nos inflame el orgullo nacional o partidista. Mientras se sigue retrasando el reconocimiento de Palestina, mientras se siguen manteniendo las relaciones comerciales españolas y de la UE con el Gobierno de Netanyahu, mientras se sigan ondeando detalles que no paran la matanza, solo se puede concluir una vez más: ¡qué hipocresía, qué pena, y qué asco!