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Peinador, el aeropuerto que nació de trabajos forzados

 


El régimen franquista obligó en 1936 a los varones de entre 20 y 50 años de Vigo y Mos a participar en las obras de explanación de Peinador. La terminal fue inaugurado el 25 de abril del año 1954

09 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Se vas a Peinador, ti que vas facer, danche de traballo e non de comer», decía una copla que se popularizó a finales de los años treinta del pasado siglo en la comarca de Vigo. Expresaba el sentir de muchos de los habitantes de los municipios de Vigo, Lavadores y Mos, obligados a trabajar forzosa y gratuitamente en las labores de explanación de lo que sería el aeropuerto de Peinador, inaugurado el 25 de abril de 1954, hace setenta años.

La medida fue anunciada a través del periódico oficial de la Falange, El Pueblo Gallego, el día 17 de septiembre de 1936. El proyecto de construir un aeropuerto en los terrenos de Cabral y parte de Mos había nacido unos años antes, en tiempos de otra dictadura, la presidida por el general Miguel Primo de Rivera.

En 1928, la Dirección Superior de Aeronáutica decidía construir el primer aeropuerto de Galicia en las Gándaras de Budiño, en un terreno cedido por el Concello de O Porriño, pero, pocas semanas después del golpe de Estado de julio de 1936, se cambió la ubicación para su actual emplazamiento. Aunque el topónimo tradicional del lugar era el de monte de Guizán, desde unos años antes se le conocía como Peinador porque allí se situaba el apeadero del tranvía que iba a enlazar_ pero nunca lo hizo_ Vigo y el balneario de Mondariz, propiedad de la familia Peinador.

La guerra impulso el proyecto de construcción del aeródromo y, el 17 de septiembre de 1936, la Junta del Aeropuerto de Vigo resolvía de una forma autoritaria el problema de financiación de la mano de obra. «Para la explanación de los terrenos del aeropuerto se impone con carácter obligatorio la prestación personal a los residentes vecinos de los municipios de Vigo, Lavadores y Mos que hayan cumplido 20 años y tengan menos de 50 años», decía textualmente el primer punto del edicto.

La prestación, que en realidad era un trabajo forzado, era de dos días al mes, que podían ser redimidos si se pagaban seis pesetas por día. Desde entonces, el periódico confiscado por la Falange publicaba a diario las calles cuyos vecinos debían presentarse en las oficinas del aeropuerto, que estaban en la calle de Velázquez Moreno, para cumplir con su aportación a la obra común. Quien no participase en «la prestación de servicios» era castigado económicamente y se le doblaba el número de días que debía aportar su trabajo a la causa. La jornada era de ocho horas.«Se ha dado comienzo con gran entusiasmo a las obras del nuevo Aeropuerto Peinador», informaba La Voz de Galicia el 17 de octubre de 1936.

En agosto de 1938, la Falange se hace cargo de la dirección de las obras, que hasta entonces ya habían llevado en torno al millón de pesetas, además de 140.000 jornales de prestación personal. Jesús Suevos, jefe provincial de las camisas azules, suprimió el trabajo forzoso, pero aplicó un baremo de aportaciones económicas que deberían asumir los habitantes de los municipios implicados. Un año después, las obras causaron una «magnifica impresión» a Franco durante su visita a Vigo. Sin embargo, a partir de ahí, el proyecto fue cayendo en la inacción hasta finales de la década siguiente. De hecho, a finales de los años treinta, Santiago ya tenía operativo su aeropuerto. Este aeropuerto fue calificado de máximo interés por el gobierno de Franco y recibió todo el apoyo oficial.

1952 llegó con la reactivación real del proyecto al consignarse un presupuesto ya importante. El 11 de febrero de 1952 visita las obras el jefe de los Servicios de Aeropuertos de Galicia, el coronel Iglesias Brage, y el gobernador civil, Palao Martialay. Después de cifrar en 100 millones el presupuesto para la construcción de un aeropuerto, el gobernador afirmó que lo ya realizado en Peinador era «una obra de romanos», aunque, realidad, nadie le puntualizó que eran romanos de Vigo y Mos.

Se asignaron entonces casi cuatro millones y medio de pesetas para realizar un acceso en condiciones entre el futuro aeropuerto y la ciudad de Vigo, y en el otoño de ese mismo año comenzaron las obras de afirmado de la pista, que tendrá una longitud de kilómetro y medio.

Los hermanos Ozores

Y así, llegó el 25 de abril de 1954. El nuevo aeródromo fue bendecido por el vigués Leopoldo Eijo Garay, obispo de Madrid-Alcalá y patriarca de las Indias Occidentales. Se dio también una curiosa casualidad en el acto de apertura. El entonces ministro del Aire era el general Eduardo González Gallarza. Treinta años antes, este aviador militar pilotó en la guerra de África el avión que la ciudad de Vigo donó al Ejército tras el desastre de Annual. Aquel biplano D. H. 4 Havilland llevaba el nombre de Vigo en el fuselaje en recuerdo a que había sido comprado a través de una cuestación popular entre los vigueses.

Y para completar el cóctel olívico de aquella jornada histórica para todo el sur de Galicia, el primer avión comercial que aterrizó en Peinador, un DC-3 de Iberia, estaba tripulado por dos vigueses, los hermanos Ozores. Se inauguraba así la conexión de Vigo con Madrid.