Llevamos una semana de violencia machista terrible. Y si algunos hombres en estado larvario ejercen toda esta violencia contra las mujeres es porque quieren, pero, sobre todo, porque pueden. Todo el sistema les avala. Se les permite usar la violencia física desde niños sin más penalización social que la de brutos, ocupan espacios a costa de quitárselos a sus compañeras y, por encima, son aplaudidos por ello. Muchos referentes que adulan hoy niños y adolescentes son futbolistas cuyo mayor logro consiste en cobrar cantidades obscenas de dinero por darle patadas a un balón y presumir de jet en las redes sociales. Tenemos un problema como sociedad si seguimos avalando la estúpida teoría mercantilista de que los futbolistas (hombres) ganan lo que generan porque lo único que generan es dinero para vivir por encima del orden y de la ley, un culto a la imagen y a la riqueza estúpidos, clasismo y machismo rancio de manual ¿Alguien puede decirme qué impacto positivo tienen en la sociedad, en la economía, en los empresas, en la sanidad, en la educación o en el medio ambiente unas personas que ingresan al año más dinero que el presupuesto de federaciones enteras? La violencia sexual en este país es insoportable y los futbolistas no pueden ser un modelo a seguir para los niños. Dotar de semejante potencial económico a una panda de descerebrados es de una irresponsabilidad absoluta, pero quienes manejan el negocio saben bien que antes que manadas, necesitamos rebaños que sigan ciegamente a líderes facilones con los que seguirán exprimiendo la cartera y el cerebro de los jóvenes a golpe de marketing y apuestas deportivas.
Pero no todo han sido malas noticias esta semana. Me gustaría acabar recordando que uno de los jueces del caso Alves, el magistrado Luis Belestá, que ha estado al frente durante todo el procedimiento, expresó su discrepancia con el criterio de la mayoría de sus compañeros señalando que se debería prorrogar la situación de prisión provisional. A pesar de las súplicas del jugador, para este juez sigue existiendo riesgo de que Alves eluda la acción de la Justicia como en las tres anteriores veces en las que se le había denegado la solicitud y ha insistido en el que el enorme potencial económico del exfutbolista es un riesgo en si mismo para que se produzca la fuga. Y yo no puedo estar más de acuerdo con el magistrado porque si el Yoyas pudo irse al monte, Alves también.
Esta semana también se juzgó el caso de Jéssica Méndez, la joven gallega cuyo vecino y acosador asesinó con su coche en 2022. El jurado declaró a José Carlos Eirín culpable de su asesinato con alevosía imponiendo además el agravante de género, pese a que no existía relación sentimental con la víctima.Y otro que lloró esta semana fue José Diego Yllanes Vizcay, el asesino de Nagore Laffage, cuyo recurso por el "derecho al olvido" solicitando que Google y la Agencia Española de Protección de Datos retiraran las noticias del crimen de la plataforma fracasó. Pero es que las feministas nunca nos vamos a olvidar de Nagore ni de ninguna víctima de violencia machista. Y de sus agresores tampoco nos olvidamos, por mucho que facturen.