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Adiós, preciosa NOELIA ADÁNEZ Jefa de Opinión en Público

 


El director de Gabinete de Isabel Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, tras una sesión plenaria en la Asamblea de Madrid, el pasado julio. EUROPA PRESS/Fernando Sánchez
El director de Gabinete de Isabel Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, tras una sesión plenaria en la Asamblea de Madrid, el pasado julio. EUROPA PRESS/Fernando Sánchez

Creemos que, con relación a Isabel Díaz Ayuso, lo hemos leído y escuchado todo, pero me temo que no, que no lo hemos hecho.  De momento no parece que en Génova tengan intención de sustituir una pieza política cuya honorabilidad está abiertamente en entredicho y para la que tal vez no tengan recambio. Hacer caer a Ayuso implicaría abandonar la estrategia de confrontación con el Gobierno, que ahora que la Ley de Amnistía empieza a aceptarse como un hecho consumado, se basa sobre todo en atacar al PSOE por el caso Koldo y la corrupción. Feijóo no quiere soltar el comodín del "y tú más". Pero tampoco acaba de aceptar que mientras Ayuso siga al frente de la Comunidad de Madrid, su liderazgo está comprometido y él expuesto a la evidencia de que su partido solo condena la corrupción ajena.

Forzar la dimisión de Ayuso implicaría también contar con una alternativa en Madrid que garantice el régimen de los populares en una autonomía con la que tienen una relación extractivista, en términos tanto de capital material como simbólico. El PP es Madrid y Madrid es España. Recordad que de eso iba un poco toda la historia.

Si Feijóo se atreviera con Ayuso, por otra parte, habría que entender que lo hace también con Miguel Ángel Rodríguez, a pesar de su poder y de su agenda. Rodríguez no son solo su historial y sus maneras, sino que éstas hablan de un entramado de contactos, informaciones, secretos, negociaciones en bares oscuros y favores: montañas de favores detrás de los que hay deudas.o podemos saber quiénes ni cuándo ni dónde han contraído deudas con Miguel Ángel Rodríguez, pero sabemos que toda esa maraña de historias forma parte de la vida periodística, empresarial y política española desde hace décadas. Las que el actual jefe de Gabinete de Ayuso lleva trabajando para políticos como Aznar o como la presidenta de la Comunidad de Madrid. Políticos en cuya estrategia de comunicación y en cuyo perfil público juegan un papel destacado la mentira y la inmoralidad. ¿Coincidencia?

Como explica magistralmente Margaret Atwood en su ensayo Pagar (con la misma moneda), la deuda es un estado mental o espiritual como lo es el infierno que describe el Mefistófeles de Cristopher Marlowe. Cuando Fausto le pregunta la razón por la que no está en el infierno, Mefistófeles responde que no necesita estar allí de forma concreta porque lo lleva consigo donde va. El infierno, como la deuda, está dentro, muy dentro.

A una deuda apeló Miguel Ángel Rodríguez para amenazar a la periodista de Eldiario.es  Esther Palomera, solo que como ella misma respondió —con un aplomo, por cierto, admirable— en esa conversación que hoy ya es pública, tal deuda solo existía en su cabeza.

Amenazar a una periodista siendo jefe de Gabinete y amparándose en la existencia de lo que él y Ayuso han llamado una "relación de confianza" o una "amistad" desmentida por la propia Palomera, cuando lo que pretendía en realidad era algo así como hacer valer una deuda que solo era real en su desordenada y maledicente cabeza, es incurrir en abuso de poder y vulnerar el derecho a la información, que no es solo del periódico, sino del conjunto de ciudadanas, cuyas libertades —éstas sí reales, tangibles— se ven comprometidas con amenazas como la que el Jefe de Gabinete de Ayuso ha llevado a cabo contra eldiario.es.

Miguel Ángel Rodríguez, a quien la presidenta defiende, despide sus amenazas fallidas después de apelar a una deuda ficticia con un gesto de condescendencia machista: "adiós, preciosa". Las maneras intimidatorias de MAR se han puesto en evidencia. Su forma de actuar revela la firma inconfundible de un matón y un machista, de un Mefistófeles moderno que donde va, ya saben, lleva consigo muy dentro el infierno.