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Una investigación desvela lo que la industria del huevo no quiere que veas: hacinamiento, jaulas y muerte

 Fotografías, un documental y un informe respaldado por la organización Animal Save Movement trata de acercar al consumidor la realidad del sector del huevo y su cría en intensivo. “Sus muros esconden infinidad de sufrimiento y de muerte”, explica el fotoperiodista Aitor Garmendia.




 



“Es una industria opaca y sus muros esconden infinidad de sufrimiento y de muerte. Por eso temen tanto a las imágenes”. Con esta contundente sentencia Aitor Garmendia, fotógrafo premiado por sus investigaciones, resume el leitmotiv de su trabajo. En esta ocasión, presenta una serie sobre la industria del huevo en colaboración con la organización por los derechos animales Animal Save Movement. En ella recoge la situación de las granjas industriales de puesta de huevo, las condiciones de vida de las gallinas, las deficiencias pese a la legislación actual y el futuro de los pollos dependiendo de su sexo.

Entre los años 2018 y 2022, el fotoperiodista visitó instalaciones ganaderas, detallando las patologías, afecciones y enfermedades más comunes inherentes a la explotación y cría de aves a gran escala. A través de fotografías, un documental y un informe pretende visibilizar lo que ocurre sobre esos muros opacos que denuncia. “La industria ganadera impide la entrada de cámaras y de la prensa crítica a sus granjas y mataderos. Aquí importa mucho la mirada, por eso subrayo lo de crítica, en referencia a quien quiere acceder con el objeto de evaluar y de fiscalizar sus actividades”, explica para El Salto.El informe, una pieza pormenorizada que explica la situación actual de la industria del huevo en España, está supervisada por la jurista especializada Alice Di Concetto. Se trata de un trabajo cuantioso, teniendo en cuenta que España es el segundo país de la Unión Europea en mayor número de gallinas explotadas en jaulas, que son 34 millones de aves de las 47 que existen en total en granjas, según los datos publicados por el el Sistema Integral de Trazabilidad Animal (SITRAN). Esta concentración de animales para tener mayor productividad y menos gastos conlleva, según el informe, a producir hacinamiento, enfermedades y sufrimiento a las aves ponedoras. “Estos no son casos aislados. Son las consecuencias inherentes a la explotación y cría de animales a gran escala”, denuncia el texto.

“El último Eurobarómetro es claro —reflexiona Garmendia—, cada vez hay más conciencia sobre el trato que reciben los animales”

Por este motivo, la industria, no solamente la del huevo, sino también la cárnica y la láctea, se blinda ante miradas críticas. “En muchas granjas tienen orden expresa y protocolos para impedir el acceso a las cámaras. En algunos países, sus lobbies han promovido la elaboración de leyes que persiguen la filmación en estos lugares”, explica Garmendia, a raíz de casos como los activistas llamados ‘The Excelsior 4’ en Canadá o las pretensiones en Catalunya para que se aplique la Ley Mordaza a quien acceda a grabar granjas. “Con todo esto no solo se silencia el sufrimiento de los animales sino que también se impide el derecho de acceso a la información y con ello la toma de decisiones libres e informadas”, denuncia el fotógrafo, responsable del proyecto Tras los muros y premiado, entre otros, con el World Press Photo 2021, una mención de honor en el Prix de la photographie 2021 o dos años seguidos el Pictures of The Year International.

Sistema mayoritario

El informe publicado este miércoles se centra en la cría de gallinas ponedoras en granja por ser el sistema mayoritario en la industria española, pese a que en 2012 este sector vivió un importante cambio al aprobarse la ley a nivel europeo que ampliaba las jaulas 550 cm2 a 750 cm2 por gallina. Un cambio que se demoró en España más de lo que la ley permitía y obligó a Bruselas a sancionar al Estado español por esta razón. Este y otros datos de la industria —como la selección genética de los animales más productivos, el condicionamiento con la luz artificial para que haya más puestas o las incubadoras de donde nacen la mayor parte de los pollos— que se reflejan en el informe quieren aportar información sobre cómo se generan los huevos que se pueden encontrar en supermercados y tiendas.“El último Eurobarómetro es claro —reflexiona Garmendia—, cada vez hay más conciencia sobre el trato que reciben los animales”. Él está seguro de que cada vez más las investigaciones y noticias calan más entre consumidores y entre la sociedad en general. “La gente quiere recibir información sobre esto porque se ha dado cuenta que la industria es opaca y ¿cómo lo sabe? Pues gracias a todas las imágenes que han filtrado trabajadores, que se han obtenido mediante el trabajo de activistas o periodistas encubiertos o mediante el acceso clandestino a sus instalaciones”, indica.Las imágenes de esta y otras investigaciones, explica el periodista a este medio, se consiguen en ocasiones con cámaras ocultas, filtradas o accediendo cuando la granja está cerrada. En esta ocasión no fue así y prácticamente todas las imágenes del informe y del documental han sido conseguidas gracias a la oportunidad de grabar abiertamente. “Pese a su hermetismo, a veces se puede, como en este caso, y nuestro trabajo es dar con esas oportunidades”. La pieza audiovisual, muestra la situación de hacinamiento que no solo viven en jaulas, también en su transporte, los problemas de salud que tienen como los prolapsos (cuando el huevo se atasca y crea una infección casi siempre mortal en la gallina), la deformación en las patas por estar sobre barrotes toda su vida o la cantidad de aves que son retiradas muertas o casi muertas de las jaulas diariamente.

“Esta película es absolutamente imprescindible para el público”, explica James O'Toole, responsable de la organización Animal Save Movement. “La mayoría de las personas —prosigue— no tienen idea de lo que pagan cuando compran huevos. La vida monótona y tediosa de miseria abyecta que soportan las gallinas explotadas para obtener huevos se expone de una manera poderosa pero no gráfica. Mire esto y luego haga la pregunta: ¿es esto algo que desea apoyar?”

Una de las partes más desconocidas para el consumidor y que representa uno de los puntos más denunciables para los activistas de los derechos animales es el trato al pollo. “Todas las gallinas provienen de incubadoras industriales y la mitad de los pollos que nacen son triturados vivos o asfixiados por inhalación de gas”, explica este trabajo de denuncia, que relata como los pollos son desechados si son machos al no ser ponedores, cómo son sometidos a un ayuno las primeras 48 horas de su vida o como muchos mueren en el camino a las granjas.

Las granjas ecológicas (comen sin aditivos, pasan al menos un tercio de su vida en el exterior y descansan ocho horas sin luz) representan solo el 1,6% de la producción en España

“A pesar de que son animales recién nacidos, con una fisiología inmadura, y están expuestos a muchos desafíos durante estos trayectos, no existe ninguna legislación específica para el transporte de los pollos de un día —nombre que reciben los pollos hasta las 72 horas de vida—, y su traslado a la granja puede provocarles la muerte”, explica el informe.

Por último, el trabajo de Garmendia y Animal Save Movement muestra que aunque hay otras alternativas en la industria del huevo, estas son minoritarias. Es el caso de las llamadas granjas ecológicas (comen sin aditivos, pasan al menos un tercio de su vida en el exterior y descansan ocho horas sin luz) que representan solo el 1,6% de la producción en España; las granjas camperas (que deben asegurar el acceso al exterior con vegetación de las gallinas y controlan la densidad de población de las aves), qur son el 9,1% o las gallinas criadas en suelo (no tienen acceso al exterior ni luz natural pero no están en jaulas), que el representan el 16,1% de la producción. Esto significa que el 73,3% de los huevos que los consumidores pueden comprar provienen de la explotación en jaulas, con espacio muy limitado y las condiciones que este informe refleja.