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Palestina. El crimen más grande de nuestra época

 



Las escenas son apocalípticas en la Franja de Gaza. Allí se concentran en condiciones infrahumanas debido al bloqueo israelí, 1,6 millones de palestinos y cerca de la mitad son menores de edad.

Ni por humanidad detienen el fuego, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de una crítica situación sanitaria al dejar de funcionar -hasta el primero de noviembre- 16 hospitales, de un total de 35.

Un palestino ha dicho a la televisión española, que los medios de difusión cuentan “la película” de Palestina, como los westerns clásicos de factura hollywoodiense narran desde que el originario norteamericano corta la cabellera al “hombre blanco”.

No dicen que la población nativa norteamericana se estimaba en torno a los 12 millones de personas. En 1900, sólo quedaban unos 250.000 originarios norteamericanos y tras la violencia justificada por el “blanco deseo de civilizar” a Estados Unidos (EE.UU.), los habitantes nativos pasaron a 15.000, en cincuenta años. Enfermedades, asesinatos, deportaciones a balazos. Todo valía para conseguir la tierra, el ganado, el cultivo y el oro. De modo que su discurso mediático tempranamente acuñó, que “el único ‘indio’ bueno, era el indio muerto”.

Desde 1948 hasta nuestros días, la injerencia estadounidense ha favorecido la consolidación de un Estado sionista israelí en tierra Palestina. Asesinatos, confiscación de tierras, obligación a emigrar a millones de personas; ¿qué nos recuerda esto? Asimismo, el apoyo de “hoy, mañana y siempre”, ratificado por Joe Biden durante su visita a Israel, expresa claramente la filosofía de los EE.UU, como juez y verdugo. 

En su viaje a Tel Aviv, el presidente de EE.UU. afirmó “no están solos”, frente al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu; al tiempo que enfatizó: “Hace 75 años, sus fundadores declararon que esta nación [Israel] se fundaría sobre la libertad, la justicia y la paz. EE.UU. está con ustedes en la defensa de esa libertad, la búsqueda de esa justicia y el apoyo a esa paz hoy, mañana y siempre, lo prometemos”. 

La mitad de los muertos son niños

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se muestra “profundamente preocupada” por la violencia en territorios palestinos ocupados, tras casi un mes de bloqueo a Gaza y el aumento del crimen contra civiles. No es para menos, porque el Ministerio de Salud de la Franja de Gaza ha contado más de 9.000 muertos -la mistad de ellos son niños- y alrededor de 32.000 heridos, como consecuencia de los bombardeos israelíes. Entretanto en el Consejo de Seguridad, no se afirma un consenso para emitir una resolución conjunta. La llamada comunidad internacional, ¿funciona?

Ya el escritor Eduardo Galeano lo dijo de la mejor forma posible, en un artículo dedicado a sus amigos judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas, que Israel asesoró. “¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen, cuando hacen teatro? Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad. Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos”.

La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena”; cierta vez, como los días que corren, relató el escritor uruguayo.

Tras décadas de genocidio

Se hizo cotidiano en los noticiarios del mundo, tras décadas de genocidio, la diaria usurpación israelí de los territorios palestinos; ante ello, aún prevalece la indiferencia internacional frente a los crímenes que comete el gGbierno de Israel.

El ataque de Hamas contra civiles en Israel, a principios de octubre, desencadenó una brutal reacción armada que sirve de soporte motivacional y mediático a los sionistas, para acabar de borrar del mapa a Palestina. 

De acuerdo con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, fue el “derecho del pueblo palestino de defenderse contra el terrorismo de los colonos judíos y las fuerzas de ocupación de Tel Aviv”. Ante el mundo es un clamor para detener el genocidio y que se reconozca -también- un Estado independiente de Palestina con capital en Jerusalén oriental, además del Estado israelí. 

Sin embargo, el énfasis del presidente de los EE.UU. es el discurso bélico y arrogante, en contraste con la voz sostenida por los manifestantes populares, en varios países, por el fin al genocidio.  

“Hoy el pueblo de Israel está bajo ataque orquestado por una organización terrorista, Hamas. En este momento de tragedia, quiero decirles a ellos, al mundo y a los terroristas de todo el mundo que EE.UU. apoya a Israel”, aseguró Biden. “Nunca dejaremos de respaldarlos, nos aseguraremos de que reciban la ayuda que sus ciudadanos necesitan y que puedan seguir defendiéndose”, por lo que Washington le proporcionará toda la ayuda necesaria a Israel, para contrarrestar los ataques de Hamas.

Los palestinos “son terroristas”, tal como presentan las películas del oeste a aquellos originarios nativos norteamericanos. El Gobierno ocupante de Israel el “agredido”, como los “blancos” tenían que “defenderse” de las etnias amerindias en las tierras usurpadas a éstos en Norteamérica. 

Recordemos cómo desde el 4 de marzo de 2019, con el Gobierno de Donal Trump ondeó la bandera estadounidense -en la sede del antes Consulado General de EE.UU.- en Jerusalén. La decisión del expresidente Trump de trasladar la sede de su representación diplomática desde Tel Aviv a Jerusalén, no fue revocada por el actual presidente de EE.UU., Joe Biden, quien mantiene este mismo doble discurso de Trump: “EE.UU. sigue plenamente comprometido con la facilitación de un acuerdo de paz duradero”. Una decisión pragmática dijeron; tomada por “los esfuerzos globales para aumentar la eficiencia y la eficacia” de sus servicios. 

Así, Washington cerró su canal diplomático con la Autoridad Nacional Palestina. Aquella medida fundamentó las sospechas entre los palestinos de que el Gobierno estadounidense reconoció el control israelí sobre Jerusalén oriental y Cisjordania, territorios que la población palestina necesita para conformar un futuro estado.La decisión de Washington se produjo después de que – agosto de 2018- intensificó aún más las tensiones con los refugiados palestinos, cuando el Departamento de Estado anunció que paralizaba todo el financiamiento a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA). En el mes de septiembre de ese mismo año, el presidente Donald Trump ordenó como parte de una revisión de la ayuda de su nación, que 25 millones de dólares destinados a la salud de palestinos en Jerusalén Oriental, fueran dirigidos a otros fines.

Entonces, Saeb Ereket, jefe negociador de la Autoridad Nacional Palestina, expresó: “Este es un día de infamia de la diplomacia estadounidense. Después de 175 años de tener un Consulado estadounidense en Jerusalén, Palestina, al servicio de los palestinos, que se estableció en 1844, surge esta decisión de cancelar el Consulado y dicen que se fusiona con la embajada para tener más eficiencia. No tiene nada que ver con la eficiencia, tiene que ver con el intento de dictar una solución sobre nosotros como palestinos”.

Los mismos que vetan cualquier resolución del Consejo de Seguridad de la ONU son los cómplices. El negocio de la guerra justifica la ayuda militar estadounidense destinada anualmente a Israel, a través de subvenciones para adquirir equipos, servicios militares y un primer acceso a la tecnología militar estadounidense de vanguardia. Cuentan con más de 4.000 millones de dólares anuales, invertidos en modernas armas para Tel Aviv, en ayuda militar proveniente de EE.UU., refiere el diario Granma. ¿De qué paz están hablando?

Israel ha desarrollado ampliamente su capacidad de fabricación de armamento y calculan que es el décimo país exportador de venta de armas del mundo 

Alto al fuego

Ni por humanidad detienen el fuego, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de una crítica situación sanitaria al dejar de funcionar -hasta el primero de noviembre- 16 hospitales, de un total de 35. También cerró el único hospital oncológico de la Franja de Gaza, por falta de combustible para mantenerse. Mientras, el Ejército israelí intensifica los bombardeos sobre el enclave, que han sido descritos por la ONU como los “más intensos” desde que comenzaron las hostilidades. 

Las escenas son apocalípticas en la Franja de Gaza. Allí se concentran en condiciones infrahumanas debido al bloqueo israelí, 1,6 millones de palestinos y cerca de la mitad son menores de edad. No es mejor la situación de Cisjordania, donde los asentamientos israelíes limitan la movilidad de los palestinos con un muro declarado contrario al derecho.