Tesis para cuidar Podemos
Nadie sabe a ciencia cierta cómo será el futuro. Aunque muchos pretendan vender a la gente que pueden predecir el porvenir, lo cierto es que nadie es capaz de determinar qué sucederá en los tiempos venideros. ¿Por qué ocurre esto? Es fácil, porque el futuro lo construimos entre todos y todas, día a día. El futuro no está escrito, aunque se empeñen en repetir lo contrario una y otra vez para evitar que lo construyamos a nuestra manera, es decir, para mejorar las vidas de todos.
Las madrileñas y los madrileños exigen que sus gobernantes estén ahí cuando tienen dificultades y que tomen medidas para resolver los problemas más estructurales de sus vidas: la precariedad laboral, la imposibilidad de tener una vivienda digna con sólo un sueldo en Madrid; la oleada reaccionaria de misoginia, homofobia, violencia y acoso contra el diferente; la deficiente y negligente atención al ciudadano en cualquier servicio: sanidad, educación, el abandono de las infraestructuras deportivas, de ocio y de limpieza. Hay que plantear soluciones a las amenazas del futuro que cada vez se hacen más presentes, como el cambio climático, y no negarlas como hace la derecha ni evitar tomar medidas drásticas como hace el PSOE.
La voluntad y la praxis política de Podemos como avance y mejora de las condiciones materiales de vida del conjunto de la ciudadanía, además de la visión feminista, el horizonte republicano, y la construcción de un Frente Amplio en Madrid tanto a nivel electoral, como político y social, entendido como condición estratégica necesaria para gobernar, pasa también por la transformación del mundo del trabajo. Defendiendo de forma inequívoca lo público como garante de un modelo social y económico que no deja a nadie atrás, que nos cuida y nos protege cuando las cosas se ponen difíciles, pero que también nos permite avanzar de forma colectiva cuando las cosas van bien. Podemos es y será siempre el partido de las clases trabajadoras que defiende un modelo económico y social donde el feminismo lo transforma todo, incluso las relaciones capital-trabajo, poniendo siempre en el centro a las políticas públicas, incluida la económica, la vida, y los cuidados. En esta transformación del mundo del trabajo, la reducción de la jornada laboral, las mejoras salariales, y de medidas de conciliación en las que, hay que recordarlo, hemos logrado avanzar en estos años de gobierno de coalición, son claves. Los avances tecnológicos deben servir para tener más tiempo libre. Si los ricos son más ricos que nunca, el acceso a las rentas debe ir más allá del trabajo a través de modelos de rentas básicas individuales y tendentes a la universalidad. Mientras seguimos impulsando medidas para alcanzar ese horizonte, tenemos que seguir priorizando todo avance en la mejora de las condiciones materiales de las clases populares.
Madrid vive su propia realidad social, política y económica que, aunque digan lo contrario, no es la misma que en el resto de España. Es por ello imprescindible que Podemos esté anclado en el territorio, que las organizaciones autonómicas y municipales del partido tomen sus propias decisiones y que los territorios hablen del territorio, de los problemas del territorio y se centren en las soluciones territoriales. Murcia, Cantabria o Madrid deben hablar de esos territorios y no solo de cuestiones estatales.
El municipalismo debe ser un elemento fundamental, porque son las políticas municipalistas las que nos permiten acercarnos de verdad a la ciudadanía, acercando las personas a la política, haciendo barrio, haciendo pueblo. No podemos olvidarnos de la importancia que ha tenido el municipalismo en la historia de nuestro país. Fueron unas elecciones municipales en 1931 las que trajeron la II República a nuestro país. En 2015 los gobiernos del cambio en diferentes ciudades españolas acabaron con décadas de corrupción y decadencia del PP. Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, Santiago de Compostela y Palma, entre otros, fueron fiel reflejo de lo que el municipalismo es capaz de lograr. Mediante la conformación de candidaturas municipalistas, la ciudadanía sintió que formaba parte de algo, se sentía de verdad cómplice de los verdaderos cambios en sus barrios y ciudades. Esos fueron, sin duda, los primeros frentes amplios que vivimos en el siglo XXI en nuestro país.Las pasadas elecciones municipales y autonómicas del 28M en Madrid han demostrado que los partidos de izquierdas, en solitario, no llegamos. Hay quienes aún se hacen trampas al solitario, pero si somos serios en el análisis, es evidente que en la capital hace falta algo más. Y ese algo se llama ilusión. El ciclo de respuesta al neoliberalismo que comenzó en el 15M sigue vivo porque, especialmente para la gente más joven, el modelo neoliberal no está ofreciendo soluciones, más bien todo lo contrario, le está cerrando las puertas al futuro.
Tras la ruptura del espacio político dentro de Podemos en 2019 y la conformación de un nuevo partido político, Podemos cometió un grave error: no presentarse a las elecciones municipales. Eso permitió consolidar la división generada por Más Madrid, una fuerza que no ha tenido éxito en mantener los gobiernos en los que participaba ni en echar a Ayuso de la Puerta del Sol y que, por sí sola, no tiene ninguna posibilidad de gobernar y transformar. En 2023, su negativa constante a unir fuerzas con el resto de la izquierda, no ayudaron a echar a la derecha, sino que le ha dado la mayoría absoluta a Ayuso y Almeida y han supuesto una pérdida de siete concejales en el Ayuntamiento de la capital para Más Madrid y que Podemos-IU no tenga presencia en las instituciones madrileñas. A esto hay que unir la falta de voluntad de Yolanda Díaz para forzar esa unidad antes de las elecciones, y un acto en Magariños que desconcertó a todo el espacio y que, desgraciadamente, no sirvió para generar ilusión.
Se repite como un mantra que Madrid es de derechas, pero no es cierto. En Madrid quienes quieren gobernar sin presentarse a las elecciones tenían claro que había que lograr concentrar el voto en torno a un supuesto madrileñismo basado en cañas y una falsa libertad (que en realidad es impunidad) representado por Ayuso. Y lo lograron mientras la izquierda cada día se fragmentaba más.
Por todo ello, tenemos la responsabilidad de lograr que la unidad popular no se frene por la división y la confrontación abierta entre las fuerzas políticas de la izquierda. La unidad debe generar confianza en la gente, confianza en que será duradera y efectiva para erradicar el cáncer que gobierna Madrid desde 1995. Eso se consigue cuando se hace desde el respeto, la generosidad, y la responsabilidad, con mimo y esmero, y no en despachos deprisa y corriendo. No puede repetirse lo que vivimos en Andalucía en 2022. Los ciudadanos progresistas que esperan ilusión y transformación no se merecen que el futuro se tire por la borda por arañar unos sillones.
Las alianzas políticas deben extenderse más allá del contexto y el terreno electoral. Podemos no debe renunciar nunca a un horizonte de construcción de un Frente Amplio como el que se logró en los municipios en 2015, donde la autonomía y la identidad de las fuerzas sean respetadas y el funcionamiento interno para alcanzar acuerdos y consensos sea democrático. Sin imposiciones, sin vetos, sin movimientos ‘ad hoc’ iniciados al albor de ataques mediáticos y judiciales hacia alguna de las fuerzas participantes. Un Frente Amplio en Madrid debe responder siempre a tres ejes: en primer lugar, que permita obtener resultados electorales con posibilidad de formar gobierno. En segundo lugar, que se base siempre en el respeto mutuo a la autonomía de las distintas fuerzas políticas y, por último, y quizás lo más importante, que las candidaturas se conformen a través de primarias y nunca en despachos.
Podemos necesita tener su propia identidad, y esto es absolutamente esencial, sin olvidar que cuando nacimos en 2014 teníamos claro que queríamos unir para gobernar. Hemos de mostrar nuestro espacio político como lo que fue, es, y será: una alternativa de cambio real y necesaria para la sociedad, desde una organización abierta, responsable, respetuosa y afectiva. Una organización comprometida, firme y dispuesta. Una organización que abra las puertas que los despachos cierran, que abra las puertas para que la militancia y toda la ciudadanía pueda seguir expresando su sentir y sus propuestas. Esa es nuestra seña de identidad más identificable y es la que tenemos que recuperar.
El futuro de Podemos y el Podemos del futuro van de la mano y es posible conseguirlo como ya hicimos tantas otras veces en nuestra historia. Hemos transformado este país con políticas valientes y decididas, pero queremos más. Madrid nos sigue esperando, porque Madrid nos necesita.