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La hija 'rebelde' de Alfonso Paso, el dramaturgo favorito del franquismo: "A las mujeres nos vejaron en los reformatorios"

 



Cuando era niña, a Rocío Paso Jardiel (Madrid, 1954) le pesaban sus apellidos. Hija del dramaturgo más prolífico y popular de la dictadura franquista, Alfonso Paso (1926-1978), y nieta del genial escritor Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), maestro del teatro del absurdo, estaba acostumbrada a posar para los periodistas que a menudo visitaban su casa, en la zona de Cuzco, en Madrid. 

"Me daba vergüenza que los camareros le hicieran reverencias a mi padre, por ejemplo, en el Café Gijón [famoso por sus tertulias de artistas e intelectuales en el siglo XX], no entendía por qué un trabajador tenía que agacharse ante mi padre", cuenta Rocío en esta entrevista con Público.


Cuando era niña, a Rocío Paso Jardiel (Madrid, 1954) le pesaban sus apellidos. Hija del dramaturgo más prolífico y popular de la dictadura franquista, Alfonso Paso (1926-1978), y nieta del genial escritor Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), maestro del teatro del absurdo, estaba acostumbrada a posar para los periodistas que a menudo visitaban su casa, en la zona de Cuzco, en Madrid. 

"Me daba vergüenza que los camareros le hicieran reverencias a mi padre, por ejemplo, en el Café Gijón [famoso por sus tertulias de artistas e intelectuales en el siglo XX], no entendía por qué un trabajador tenía que agacharse ante mi padre", cuenta Rocío en esta entrevista con Público.

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Las comodidades en el formidable piso de la familia Paso Jardiel escondían las carencias afectivas que Rocío padeció. "Yo me crie con las criadas, gracias a dios. Escuchaba sus conversaciones y me enteraba de cómo era la vida. Me pasaba todo el día en la cocina. A mis padres no les veía mucho". Pero ni siquiera el desapego de la pequeña hacia sus padres hacía presagiar que no muchos años después acabaría encerrada en uno de los peores reformatorios para niñas y mujeres del franquismo; una experiencia que marcó su vida y por la que rompió toda relación con sus progenitores.

Rocío, la pequeña de las dos hijas del matrimonio de Alfonso Paso y Evangelina Jardiel, pronto comprendió lo que era la hipocresía, las apariencias y la decencia, conceptos que su padre explotó en obras como La corbata o Las que tienen que servir. 

Una vida de apariencias e hipocresía

"La educación que yo recibí era la de ocultar, aparentar, ser la más decente, pero luego mi padre tenía queridas por todas las partes. Era un ambiente sucio e hipócrita el que había en mi casa. Mis padres no se hablaban y dormían en dormitorios diferentes, pero cuando venían los periodistas éramos la familia perfecta. Era una familia del Movimiento; mi padre era un reconocido falangista", dice Rocío, que se ha ganado la vida como actriz y profesora teatral.